La oposición: Mismas mañas y aliados
A medida que pasa el tiempo y la 4ª Transformación de la vida pública de México avanza, el discurso de quienes se identifican con la oposición, va cambiando gradualmente y se va ajustando a la condición que el mismo Presidente de la República señaló para describir su situación actual, en la que cada vez es más difícil ocultar que están Moralmente Derrotados.
En un escenario de gran dificultad para maniobrar, caracterizado por una pandemia que obligó a cerrar las actividades económicas del país, a realizar un enorme esfuerzo para lograr que la capacidad de atención a los enfermos no se saturara, y a impulsar creativamente la reactivación económica acelerada, la autodenominada oposición ha sido incapaz de consolidarse.
La aprobación del Presidente sube, y mientras la intención de voto a favor de los partidos políticos de derecha se desploma, la de los partidos afines a la 4ª Transformación se mantiene a pesar de los tropezados procesos de revulsión interna que se están llevando a cabo.
En este contexto, los partidos de derecha neoliberal, ya colmados de lodo a partir de todas las evidencias de corrupción y latrocinio cometidos por quienes los integraron en las administraciones pasadas, parecen continuar desmoronándose para terminar convertidos en un mal recuerdo de la vida política de México.
Movimiento Ciudadano, evidenciado y desgastado por dos de sus estridentes miembros en las personas del actual gobernador de Jalisco, quien se cansó de hacer el ridículo durante la pandemia, y su senador de comedia barata en Nuevo León que trapeó la ciudad con los colores del partido.
Lo que aún queda del PRI, arrastra su desprestigio en cada aparición de alguno de sus miembros, intentando mostrarse lo menos estridente posible, pero a quien la realidad, hoy mantiene detenidos a 3 funcionarios del más alto nivel de la administración pasada, en las personas de Rosario Robles, Emilio Lozoya y Salvador Cienfuegos, este último primer exsecretario de la Defensa Nacional encarcelado.
El estridente PAN que presenta la cara cubierta de lodo después de las actuaciones de sus exlegisladores recibiendo sobornos, sus gobernadores ladrones, narcotraficantes o huachicoleros de agua, y a quienes no les hace ningún favor la sombra de la imagen de Felipe Calderón, probablemente el peor presidente que ha tenido México desde Victoriano Huerta, a quien por cierto, se parece mucho.
Por último, la esperanza fascista del renacimiento, representada por la posibilidad fallida de registrar a México Libre como partido político, a partir de una organización criminal de delincuentes electorales, encabezada por la pareja sentimental del mismo Felipe Calderón, a quien este intentó utilizar como su títere político desde el proceso de las elecciones presidenciales de 2018.
Este sujeto fracasado pero fanfarrón, a quien nada le sale bien porque todo lo hace mal, hoy se encuentra desprestigiado, descobijado, con un pie en la cárcel, acorralado por varios procesos judiciales que rondan a su alrededor, como el caso de García Luna, el proceso de Rápido y Furioso, y las acusaciones de Lozoya que lo involucra en el fraude de Etileno 21.
El ejemplo más emblemático sobre la evolución en el discurso de todos estos individuos, es la que se puede apreciar en el de Margarita Zavala, cómplice de Felipe Calderón, que pasó de un tono triunfalista y amenazante, señalando al abortado México Libre como la única fuerza política que podría ser contrapeso del gobierno, a utilizar las frases en las que acepta que su pareja sentimental podría ir a dar a la cárcel, pero que ellos tienen como defenderse.
Es inevitable que el tiempo vaya acomodando su discurso en función de su realidad verdadera.
Como dijo el filósofo húngaro Arthur Koestler: “Nada es más triste que la muerte de una ilusión”.