21 Dic 2024

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La Octava, proyecto que no llega a la novena entrada
Columnas, El día, Nacional

La Octava, proyecto que no llega a la novena entrada

¿Qué sucedió verdaderamente en La Octava?
A final de cuentas, Vicente Serrano abandona el proyecto, argumentando presiones de “arriba” hacia su trabajo periodístico y unos días después, Julio Astillero decide renunciar a la dirección editorial de este medio, por cambios de carácter “gerencial”, que limitan la actividad que desarrollaba al frente de esa dirección.
Los dos periodistas quedan fuera del proyecto y por boca del propio Julio Hernández, sabemos que hay ajustes al interior de La Octava, que la hacen distinta a la que conocimos en su comienzo.
El problema original se dio con Vicente Serrano y es ampliamente conocido. Alguien le tiró línea personal para que los contenidos de sus programas se ajustaran a determinadas reglas.
Y aquí es importante dejar en claro algo. Mucha gente se confundió y atacó injustamente a Vicente.
Son totalmente distintas la “línea editorial” de un medio de comunicación y el hecho de “tirar línea” a determinado comunicador.
En el primer caso, el periodista que desea trabajar en determinado medio, ve con anticipación el enfoque que se maneja en el mismo y decide si es compatible o no con su forma de pensar y de trabajar. Si la línea editorial no le representa problema alguno, firma contrato y acepta el enfoque periodístico que dará a sus contenidos.
En el segundo caso, cuando “se tira línea” a un periodista, se intenta dar instrucciones directas sobre lo que debe publicar, lo que debe callar, la manera en que debe presentar determinada nota y las personas a las que debe o no entrevistar.
Si en el primer caso, es válido decir que un periodista que firma un contrato en donde queda establecida la línea editorial del medio, debe cumplir íntegramente con el compromiso aceptado, en la segunda situación es inadmisible pretender que ese periodista, acepte ser manejado como un títere y escriba lo que le dicta la dirección del medio donde trabaja.
Vicente Serrano conocía la línea editorial que maneja La Octava y la aceptó de entrada.
Lo que resultaba inaceptable era permitir que le tiraran línea, señalando a quiénes podía invitar a su programa y a quiénes no.
Esta información fue comentada por Gerardo Fernández Noroña el día de ayer.
Noroña señala en un video, que no fue Julio Hernández, director editorial de La Octava, quien dio esas instrucciones.
Fueron los mismos dueños del medio de comunicación quienes pretendieron limitar el trabajo periodístico de Vicente Serrano. No sabemos el nombre del integrante de la familia Aguirre Abdó que intentó manipular el trabajo de Serrano, pero lo que sí declaró Noroña, es que la indicación que se daba, era en el sentido de que ni Alfredo Jalife Rahme, ni el propio Fernández Noroña, debían ser invitador asiduos al programa de Vicente.
Podían acudir ocasionalmente, pero no debían ser asociados a La Octava, en carácter de invitados especiales, o distinguidos.
Si Vicente Serrano señaló desde el primer momento que salía porque no aceptaba que le tiraran línea y prefirió callar el nombre de quien pretendió hacerlo, había motivos de sobra para entender esa actitud. Le molestó un hecho que ningún periodista que se respete puede aceptar.
Al mismo tiempo, se trataba de los dueños de la emisora donde trabajaba. Hay que irse con cuidado ahí, a fin de no enfrentar posibles demandas.
Lo más probable es que Julio Hernández ignorara el hecho en sus detalles específicos, o que no diera crédito a lo que pudo haberle señalado Vicente Serrano.
Julio habló de contratos no respetados y de violación a la “línea editorial” de La Octava. Como ya dijimos, línea editorial y tirar línea, no son lo mismo.
Respecto a las cláusulas de esos contratos comerciales señalados por Julio Hernández, hay cosas que resaltar.
El contrato dice en su punto medular, que el “empleado” (léase periodista), queda obligado a que dentro de su espacio informativo, se promocionen los productos que el “comprador” (léase quien paga por el anuncio) desee.
Así es que si el anunciante que está pagando por una publicidad que puede considerarse saludable para la audiencia del programa, decide en un momento dado, promocionar bebidas alcohólicas o cigarrillos, el periodista está imposibilitado para manifestarse en desacuerdo con un cambio que promueve algún tipo de adicción.
El choque entre lo meramente mercantil y lo periodístico, se pone de manifiesto en este tipo de conflictos. Si el producto que se comercializa no se vende, puede perder el periodista su espacio.
Hay intereses económicos en los medios de comunicación tradicionales, que en ocasiones entran en conflicto con el trabajo periodístico del comunicador. El peso comercial se coloca por encima de la verdad. La ganancia está entonces por encima de la noticia.
Pero en una sociedad, educada para la competencia permanente, de acuerdo al modelo neoliberal que imperó por espacio de treinta y seis años, esto es visto como normal por algunos ciudadanos.
El mercado tiene preferencia sobre cualquier otro aspecto de la vida social. El compromiso empresarial es superior al que los medios de comunicación tienen con sus audiencias en la difusión de la realidad.
Pedir a un periodista que no invite a determinado personajes a sus emisiones, es un intento descarado por manipular la visión personal del comunicador.
Julio Hernández “Astillero”, sale de la dirección editorial de la empresa. Según nos dice, pierde el control de esa área, al entrar otros personajes “gerenciales” (así los nombra él en su video-charla), que tienen voz en la toma de decisiones.
Algo parecido a lo que le sucedió a Vicente Serrano. Llega gente de “arriba” para dar instrucciones que no siempre son compartidas por quien tenía a su cargo esa responsabilidad.
La Octava queda muy dañada con estas dos renuncias. De Julio no se sabe aún si continuará o no con su programa de la una de la tarde. Tomará vacaciones y lo pensará.
Lo que sí ha quedado claro es que un proyecto que arrancó con el estigma de ser una copia de “La Sexta” española, pasa por un muy mal momento, a pocos meses de su inicio.
Y uno se pregunta finalmente: los periodistas que se quedan en La Octava ¿están dispuestos a aceptar que los dueños, o la gerencia de la emisora, les tire línea en un momento dado? ¿Ya han aceptado en silencio esa situación?
Sería lamentable conocer con el tiempo, que esta situación se dio en una Octava que languidece de manera evidente.
Al menos, Julio Hernández y Vicente Serrano se separan a tiempo.

Malthus Gamba.

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