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LA LOCA DEL SENADO
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LA LOCA DEL SENADO

El pueblo es el juez infalible que en el corto o largo plazo, pone a cada cual en su lugar. El Pueblo es severo y en muchas ocasiones, despiadado con aquellos que han intentado ofenderlo, o agraviarlo.

El día de ayer comienza a circular con fuerza en redes sociales, una etiqueta que lleva por nombre “La Loca del Senado”. Ese calificativo se aplica a una senadora panista (anteriormente morenista), que ha dejado constancia en la Cámara Alta, de su falta de capacidad, nulo respeto hacia sus compañeros congresistas, vulgaridad en sus ataques a los funcionarios públicos del actual gobierno y hacia su propia persona, al dejar constancia pública de lo poco preparada que está para desempeñar un cargo al que llega de manera fortuita.

La senadora Lilly Téllez no tenía necesidad de hacer público el dato de que no tiene bachillerato terminado. Ni tampoco de mentir diciendo que es autodidacta.

Lo primero se le nota a leguas. Hay lagunas formativas en su persona que son visibles a todos.
Lo segundo es consecuencia de lo primero. Si no tuvo una educación formal y realizó estudios por su cuenta para acceder al conocimiento, esas lagunas habrían desaparecido y su conducta sería la de una persona con una formación sólida. Lilly miente con descaro.

Recordemos el caso del escritor Juan José Arreola, quien a los doce años abandona la escuela, pero realiza trabajos que lo ponen en contacto con el mundo de los libros, hasta convertirlo en uno de los mejores escritores mexicanos del siglo veinte.

Lilly Téllez es el vacío absoluto en temas relacionados con la cultura.

El día de ayer escenificó un vergonzoso incidente en el Senado, al intentar posicionarse como prominente conservadora, con méritos suficientes para ser considerada como probable candidata a la presidencia del país.

Se entregaba la medalla “Belisario Dominguez” a la escritora Elena Poniatowska y la sala en el Senado estaba repleta de invitados especiales, funcionarios públicos, reporteros de distintos medios y senadores de las distintas fracciones parlamentarias.

Lilly Téllez se va contra el vocero de presidencia y sin respeto alguno comienza grabar con su celular, una serie de acusaciones y falsedades en contra del presidente López Obrador, esperando que Jesús Ramírez conteste algo que pueda ser utilizado como agresión hacia su persona.

No lo consigue, a pesar de intentar en varias ocasiones, que el vocero de presidencia pierda el control de sí mismo y replique con algún insulto, o expresión indebida al acoso de la senadora.

Todo esto, en el preciso momento en que Elena Poniatowska está recibiendo la medalla y debiera ser por lo mismo el único centro de atención.

El ataque de Lilly Téllez hacia el presidente López Obrador, la muestra de cuerpo entero. Quiere que Jesús Ramírez le haga saber que ella lo considera un nuevo Victoriano Huerta, porque según ella entiende, este personaje es la representación más pura del dictador.
Y no es así.

Huerta gobierna en México por espacio de un año y cinco meses. Y no gobierna enteramente. Venustiano Carranza es el presidente reconocido por los grupos revolucionarios que combaten al asesino de Francisco I Madero.
Victoriano Huerta es un militar golpista. Un general que ha participado en masacres de civiles, a lo largo y ancho del país. Un represor.

Dictador fue Porfirio Díaz en México, Fulgencio Batista en Cuba, Francrois Duvalier en Haití, o la familia Somoza en Nicaragua.

Pero esto no lo sabe Lilly Téllez.

Para ella, el dictador por antonomasia es Huerta. Eso ha escuchado en alguna parte, o le han aconsejado decirlo, unos asesores tan ignorantes como ella misma.

Huerta era un alcohólico reconocido. El presidente López Obrador no bebe. No es represor. No es militar. Lleva más de cuatro años de mandato con amplio respaldo popular. No tiene las manos manchadas de sangre, ni la conciencia sucia tan característica en los conservadores.

Independientemente de la absoluta falta de conocimientos históricos, Lilly Téllez desconoce también el significado de las palabras “respeto” y “ética”

La ceremonia de entrega de esta medalla a Elena Poniatowska, merecía ser recordada como la culminación de una sobria carrera en el mundo de la cultura y las letras. La escritora se ha ganado un lugar especial en ese espacio y en el corazón de la gente. Y Lilly Téllez empañó el acto con una muestra de insensibilidad y falta total de respeto hacia quienes asistían a un evento de corte cultural.

En primera fila, se encontraban invitados especiales, a quienes se ve mover la cabeza en forma reprobatoria, cuando Lilly Téllez inicia su lamentable espectáculo.

No sé hasta que punto sea acertado el calificativo aplicado a Lilly Téllez, como “La Loca del Senado”
Quizá se trate de un señalamiento excesivo. O quizá no.

Siendo justos, esa calificación tendría que ser extensiva a otras legisladoras y legisladores panistas, que han hecho de la tribuna en el Senado, un escenario propio para espectáculos deprimentes, vulgares y baratos, que poco o nada tienen que ver con el trabajo legislativo.

Lilly Téllez es la expresión extrema de ese deterioro político en las filas conservadoras.

Hemos visto al senador Gustavo Madero intentar agredir a la presidenta de la mesa directiva del Senado. A la senadora Kenia López Rabadán tomar la tribuna para gritar e insultar de manera cotidiana. A la senadora Xóchitl Gálvez con una botarga de dinosaurio, intentando participar en una sesión en la Cámara Alta. A los senadores Gustavo Madero y Xóchitl Gávez acostado en la banqueta, a las afueras del viejo edificio del Senado, intentando una especie de vergonzoso perfomance ante los ojos de la gente y las cámaras que asistieron al espectáculo.

Lilly Téllez resume en su persona esa decadencia panista, evidente para el Pueblo, pero negada por quienes se empeñan en llamar “trabajo político” a prácticas propias del circo, o del espectáculo standupero.
“Los Locos del Senado”, son azules.

Carecen de cultura cívica y política.

Están felices cuando reciben a personajes con los que se identifican bien, como el fascista español Santiago Abascal, de Vox, o el neonazi Volodímir Zelensky. A esos oscuros personajes rinden respeto.

Pero a Elena Poniatowska, al premio “Belisario Domínguez”, al recinto del Senado y a sus compañeros legisladores, les muestran su verdadero rostro, que en verdad raya en la locura.

“La Loca del Senado” es una expresión que nace del pueblo y que marca definitivamente a una mala legisladora y por extensión al grupo panista que la arropa en sus crisis y la acompaña en sus actos.

Malthus Gamba

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