La inutilidad de la derecha

Cuando éramos pequeños no faltaba alguno de nuestros padres o abuelos que nos dijera “ponte a hacer algo de provecho”, cuando nos veían haciendo alguna travesura, o perdiendo el tiempo en algo que no nos traería beneficio a nosotros o a los que nos rodeaban, o cuando estorbábamos el trabajo de los demás.

Este consejo es hoy de lo más oportuno para recetárselo a la derecha mexicana. Desde que empezó el gobierno de la 4ª transformación no han hecho otra cosa más que intentar estorbar el trabajo de la mayoría de los ciudadanos y perder el tiempo en tonterías que no les van a traer ningún beneficio.

En un principio sus acciones estaban hasta cierto punto justificadas, cuando existía la incertidumbre de lograr con ellas el resultado de descarrilar la transformación y con esto la posibilidad de recuperar sus privilegios, pero esta justificación fue perdiendo validez gradualmente a medida que se ha demostrado su falta de eficacia en relación con el propósito que perseguían.

Si bien es cierto que algunas de las medidas que empezaron a utilizar al principio se intensificaron con el tiempo, para terminar de cubrir todas las recomendaciones del manual de Gene Sharp orientadas a derrocar gobiernos, como el calentamiento de las calles, la guerra legal y la guerra mediática, que además en los últimos tiempos hemos visto variantes de esta estratega hasta ingeniosas, al final todas han demostrado su inutilidad para lograr que el avance de la transformación se detenga o se revierta.

Entre las más creativas debemos mencionar dos que han llegado al extremo, lo que significa que metieron toda la carne al asador para aplicarlas. Una fue la quema coordinada de unos cuantos vehículos y tiendas de conveniencia en algunas ciudades del país, detonando una campaña terrorista desde los medios de propaganda, que actuaron en forma de nado sincronizado con el crimen organizado como sus voceros y megáfonos, para provocar pánico entre toda la población.

Otra fue el intento de golpe de estado perpetrado por uno de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, quien basándose en los argumentos presentados en el amparo de un cartel de delincuentes, preparó un proyecto para tratar que la corte usurpara las atribuciones exclusivas del poder legislativo, con lo que hubiéramos terminado con los jueces corruptos legislando, interpretando y ejecutando las leyes como juez y parte, en beneficio de quienes los sobornen convenientemente, intento que por fortuna, no fue secundado por la mayoría de los ministros.

Así sus acciones llegaron al extremo y volvieron a fracasar fundamentalmente por dos razones. La primera es que las autoridades han sido bastante eficientes y oportunas al informar, desmentir o explicar de manera permanente sobre su trabajo, igual que sobre las acciones y expresiones aplicadas por la derecha; la otra mucho más importante, es un alto nivel de consciencia colectiva, además de la atención vigilante que la ciudadanía mantiene sobre la situación política, social y económica que prevalece.

Durante más de 4 años hemos sido testigos de sus campañitas permanentes de odio, de berrinches, insultos, de pataletas ridículas, análisis tendenciosos y tergiversados, llenos de maromas espectaculares escenificadas por los mismos expertos en todos los temas: amparos sin fundamento, inacción legislativa, intentos de sabotaje, escándalo mediático vacío, golpeadores baratos en las mañaneras, manifestaciones dignas de sus cerebros desquiciados que los evidencian como animales voraces y hambrientos.

Hoy que se han convertido en ruido ambiental, que logra captar la atención seria de nadie que se precie de contar con un grado básico de raciocinio, es hora de decirles que se pongan a hacer algo de provecho, que dejen de estar de revoltosos, que por eso no progresan. Y que recuerden sus propias palabras: ¡El cambio está en uno mismo campeones!

Como dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.