La ‘fuentes’ informativas han perdido terreno frente a las redes sociales
Por Miguel Ángel Lizama
Twitter: @Migueliz8
Salía de Los Pinos una mañana de principios de 1995, cuando en la puerta me topé con el reportero de TVAzteca que llegaba a la Sala de Prensa de la Presidencia para sus labores del día, y al verme me saludó efusivo. “¡Felicidades, Miguel, por tu nombramiento!” ¡Espérate, camión, no me lo vayas a salar!, le respondí, agradeciendo su abrazo. “¡No hombre! Ya se supo que vienes para acá, nos lo dieron como un hecho… que sólo falta la firma de Salomón” (Carlos Salomón Cámara, recién nombrado en Comunicación Social de Ernesto Zedillo). Estaba en pleno torbellino el “Error de diciembre” y trataban de aplicar un “control de daños” como se hizo en la Cámara de Diputados (donde fui Subdirector de Prensa) con motivo de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu.
Pero la firma faltante (no de Salomón Cámara, sino de Luis Téllez Kuenzler, entonces jefe de la oficina de la Presidencia, quien daba las aprobaciones) nunca llegó, como tampoco ninguna explicación ni aclaración. No me volví a parar en Los Pinos, aunque me urgía el trabajo, pues no es fácil sostener una familia de 4 hijos en edad escolar y sin haber acumulado “ahorros” como era costumbre en la Política de entonces. No había tiempo de insistir ni lamentar, sino de “corretear la chuleta” donde fuera.
Como en todos los gobiernos de México y el mundo, “LA FUENTE” de una dependencia gubernamental es donde convergen todos los reporteros de Prensa escrita, Radio y Televisión, y se les proporcionan las facilidades de comunicación, escritura y enlace con sus respectivas Redacciones. Todos tienen horarios precisos para enviar sus Adelantos al Jefe de Información, antes de entregar sus Notas al Jefe de Redacción, con tiempo suficiente hasta el cierre de Edición.
El trajín de una Redacción era vertiginoso, absorbente y maravilloso. Me subyugó desde la primera vez que conocí una, siendo estudiante del Poli.
Era la del Excélsior de Julio Scherer en Reforma 18, entonces una verdadera Catedral de Periodismo donde oficiaban auténticos Gigantes de la Información, Opinión, Letras y Caricaturas.Yo acudía a llevar mis cartones a Manuel Mejido, un reconocido reportero que además tenía una columna llamada “Arsénico y Encaje”, como la obra de humor negro de Kesselring.
Aún no había tanto egresado de la Septién García ni de universidades o escuelas de comunicación. Eran periodistas hechos en la brega, muchos autodidactas de largo y sinuoso camino, egresados de otras carrera universitarias que llegaban al periodismo y quedaban atrapados sin poderse zafar. La “novatada” reporteril de entonces era la Fuente Pölicial, donde se estrenaban los nuevos reporteros para auxiliar al VETERANO titular que conocía todo de todos. Entonces no había tanta mujer en las Redacciones, y las que había se concentraban en Sociales para cubrir bodas, bautizos, bazares y chismes publicables de gente bonita de “la sociedad”. Sociales era la “isla bonita” de la Redacción, apenas tolerada por algún experimentado y misógino Jefe de Redacción. Sociales siempre olía bonito. Pero su cierre era al mediodía, mucho antes de que empezaran a llegar los reporteros para la edición del día siguiente.
En Las Mañaneras del Presidente López Obrador aún hacen presencia experimentados reporteros que vivieron parte de esa etapa, como MIGUEL REYES RAZO (famoso por sus magníficas entrevistas anecdóticas o “de color”) o ISABEL ARVIDE, acuciosa en investigaciones que taladraban asuntos molestos para muchos funcionarios, que estrenaron en ella el “Daño Moral” sólo visto por los “jueces”, que la llevaron a perder su patrimonio logrado a base de esfuerzo diario. Triste caso de la aplicación en una mujer admirable y profesional, de leyes corruptas hechas por corruptos para su Corrupción. A diferencia de la obra del García Márquez, Isabel no tuvo quien le escribiera, ni “feminazis” que se indignaran por ella ni fueran a patear periódicos o dependencias.
Hoy “la fuente” de Palacio Nacional, copada por egresados de Periodismo y Comunicación de escuelas y universidades variadas (a los que Sanjuana Martínez, excelente reportera y discutida funcionaria de Notimex, pretende convertir en Nueva Casta Divina), practica el chisme de siempre, pero se resiste a la evolución de la tarea informativa con el advenimiento de las “benditas Redes Sociales”, a las que ven como ENEMIGAS, NO ADVERSARIAS. Las culpan, muy injustamente, del descrédito en que cayeron sus respectivos medios y el demérito de sus “santones” de la televisión, antes voceros privilegiados del Olimpo Gubernamental. Pero LO PEOR: Les atribuyen EL FIN DEL CHAYOTE, práctica que los gobierno del PRIAN usaron hasta la saciedad, para divulgar e imponer mentiras y sus intereses sectarios en detrimento de la mayoría de la gente, que mostró su hartazgo el 1 de julio de 2018.
No fue culpa, sino MÉRITO INDISCUTIBLE de muchachas y jóvenes usando sus celulares y conocimientos de enlace con Internet para subir y difundir lo que consideraban importante. Y es justo reconocerlo, como lo hizo ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR el mismo día de las elecciones, apenas aceptado por sus contrincantes su triunfo indiscutible y arrollador, que antes le habían escamoteado los NeoPANazis con sucias maniobras financiadas con dinero público. Las Benditas Redes Sociales, las llamó Andrés Manuel, suplieron su falta de oficio informativo con la fresca y vitalizante voluntad de PRESENTAR LA REALIDAD DEL MOMENTO, sin aderezos ni maquillajes, descubriendo y aireando las evidentes mentiras difundidas como verdad por los medios tradicionales. Sin “financiamiento laboral”, apenas con los recursos de sus padres y familiares, la frescura se impuso al anquilosamiento; la verdad prevaleció sobre las mentiras. La ocasional y desaliñada inmediatez de un celular, superó CON MUCHO el costoso y bien cuidado entramado de la producción televisiva o radial de la “nota del día”.
Eso se evidenció, por ejemplo, con la huida de Peña Nieto de la Universidad Iberoamericana, que la cadena de periódicos de Mario Vázquez Raña (OEM) DIFUNDIÓ COMO APOTEOSIS DEL CANDIDATO PRESIDENCIAL ante los estudiantes, cuando todo el país había visto (vía Redes Sociales, con tomas de celulares estudiantiles subidas de inmediato) la corretiza que le pusieron al priísta, escoltado por el Estado Mayor Presidencial hasta un baño del campus, para resguardarlo de la indignación estudiantil. El costoso aparato logístico de EPN apenas se reponía de la sorpresa y alcanzaba a declarar que eran unos pocos chavos-banda pagados por el PRD, cuando 131 chavas y chavos estudiantes de la Ibero mostraban sus credenciales en un video subido a la Red de inmediato, para aclararle a los funcionarios que no eran ningunos chavos-banda infiltrados. Ahí nació el “YO SOY 132” que creció con otras escuelas y universidades para desmentir a la prensa oficial.
Las Benditas Redes Sociales también difundieron con profusión la imagen de AMLO en un muelle de Veracruz, esperando “al submarino con el oro de Moscú”, según la acusación del entonces “líder” del PRI que toda la Prensa había difundido como verdad contundente del financiamiento ilegal. Ese simple y breve video viralizado en Redes Sociales desarmó de un vistazo todo el infundio oficial, como no pudo hacerse con la perversa acusación panista del “financiamiento” de Hugo Chávez hacia el “Mesías tropical” que se alzaba como “peligro para México” y contra el abanderado blanquiazul de “las manos limpias”, cuando no había Redes Sociales que contuvieran el avasallamiento de los Medios oficialistas. Los Héroes del 2018 apenas eran unos niños que crecían en una realidad distorsionada.
Hoy el hecho indiscutible es que “la fuente” de Palacio Nacional debe renovarse y admitir la nueva conformación informativa, que la misma gente común ha decidido por voluntad propia. Están fuera de lugar y tiempo los abruptos y airadas reacciones de “reporteros acreditados”, contra el ejercicio de una información espontánea, fresca, no tendenciosa ni condicionada por los intereses mafiosos.
Las Benditas Redes Sociales se ganaron a pulso el lugar que la gente les da y que “las fuentes” informativas se niegan a aceptar y hoy se resisten a una realidad que no supieron ver a tiempo y las sigue revolcando.