En el último de los debates verificados antes de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, podemos apreciar un punto importante para nuestro país y para los connacionales que viven y trabajan dentro de las fronteras de la Unión Americana.
Hay un fuerte interés tanto del presidente Trump, como del candidato demócrata Joe Biden, por conseguir el favor del voto electoral, por parte de las comunidades latinoamericanas radicadas en ese país.
El voto mexicana tiene particular interés en este momento, en vista de que representa un porcentaje significativo del voto latino. La comunidad mexicana es importante y tiene un peso significativo en este tipo de procesos.
Para nuestros compatriotas, nacidos en tierras norteamericanas, pero que no han perdido sus raíces mexicanas, así como para quienes han conseguido la nacionalidad en ese país, sin renunciar a su calidad de mexicanos, se presenta una situación en la que deben elegir el menor de los males.
Ni demócratas ni republicanos, tienen verdadero interés en otorgar derechos, o mejorar las condiciones de vida de las distintas minorías que viven en ese país.
Administraciones de uno y otro polo político, se han sucedido unas a las otras, sin que se aprecie una intención verdadera por otorgar derechos de igualdad a quienes son considerados ciudadanos de “segunda clase”.
La mejoría en la calidad de vida de los migrantes y de los descendientes de los mismos, le ha sido arrebatada al poder del imperio, en base a luchas sociales nacidas de los mismos interesados.
Las minorías han enfrentado una lucha histórica, contra el poder avasallador del Estado norteamericano.
Pese a sus intentos para conseguirlo, los distintos gobiernos en los Estados Unidos no han podido evitar el crecimiento de las minorías dentro de las fronteras de su país.
Los afroamericanos, latinos, asiáticos y grupos originarios de otras naciones, crecen en tamaño y fuerza.
En época de votaciones, esa fortaleza se hace evidente y es necesario tomarla en cuenta, si se quiere obtener el triunfo en base al voto mayoritario.
Trump y Biden conocen la situación y han intentado convencer muy a su manera a los potenciales votantes de que dentro de su oferta política, hay elementos que favorecen a las siempre engañadas y luego olvidadas minorías.
En el último debate Trump-Biden, vimos ataques mutuos de los dos candidatos, acusándose de ser los representantes de partidos políticos que han dañado a los migrantes que llegan al país, con disposiciones que rebasan con toda evidencia, el marco de los derechos humanos.
Biden acusa a Trump de la situación que viven los niños que fueron apartados de sus padres durante el proceso de repatriación y que hoy no encuentran a sus progenitores.
Trump por su parte, acusa al gobierno de Barack Obama, donde Biden fue vicepresidente, de ser el creador de las jaulas utilizadas para encerrar migrantes.
Las acusaciones de los dos candidatos no son falsas.
La culpa acompaña en el mismo porcentaje a los representantes de los partidos demócrata y republicano.
Y el hecho de que llegue o se mantenga uno de ellos en la presidencia, no cambiará en nada la precaria existencia de las minorías en ese país.
Trump y Biden son idénticos políticamente.
Pero existe una pequeña diferencia entre ambas propuestas, que es bien conocida dentro de los Estados Unidos. El partido demócrata ha sido calificado en los últimos tiempos, como el partido de la mentira. Los demócratas han prometido demasiado en el pasado reciente y poco de lo que ofrecieron en campaña, fue cumplido o siquiera intentado.
Por otra parte, se habla mucho sobre la salud física de Biden. Es notorio que olvida y confunde algunas cosas. Por lo mismo, ha realizado una campaña donde su presencia no ha sido tan pública, como sucedió en la campaña de Obama.
Se ha tratado de administrar su presencia, para evitar que algún error de su parte, complique o eche por tierra la campaña.
Sin embargo, la prensa estadounidense está totalmente con Biden. Los grandes rotativos en ese país, son propiedad de dueños de grandes monopolios que hoy se identifican con la causa del partido demócrata. Las figuras de Bill Clinton y su esposa Hillary, así como la de Barack Obama, supieron crear los lazos necesarios para poner a favor de su causa, a la prensa de ese país.
Por eso vemos aquí en México, que la prensa norteamericana habla mucho sobre un triunfo seguro de Joe Biden, aunque esto no sea tan real.
Biden no tiene algo definitivo hasta el momento. Por eso su empeño en convencer a los latinos de que deben votar por él.
Lo mismo hace Trump, que cuenta a su favor en este momento, con el poder que le da la presidencia del país. Trump también llama a las minorías a votar en su favor.
Si para nuestros paisanos nacidos o radicados en la Unión Americana habrá poca diferencia en su nivel de vida, gane quien gane las siguientes elecciones presidenciales, para quienes vivimos en México sí hay factores políticos que pueden incidir en la vida nacional.
Los grupos de la derecha mexicana, tanto políticos como empresariales, están apostando por un triunfo de Biden.
Las relaciones que tejieron los neoliberales mexicanos con los gobiernos de Clinton y Obama, no están del todo cerradas.
Hay afinidades entre los representantes del partido demócrata y el neoliberalismo corrupto mexicano.
Un regreso de los demócratas a la presidencia de ese país, significaría un apoyo sustantivo a la causa de la derecha mexicana. Al menos así se los han prometido. O al menos, es lo que esperan panistas y calderonistas en este momento.
La derecha mexicana teme a Trump y su posible reelección. Tienen la experiencia de los juicios a que están siendo sometidos en este momento Genaro García Luna y Salvador “El Padrino” Cienfuegos.
Saben que otros corruptos del neoliberalismo mexicano pueden correr la misma suerte, en caso de un triunfo de Trump.
Cuentan además con la promesa, a decir de ellos, de que un gobierno encabezado por Biden, los reimpulsaría para retomar el gobierno del país, en el corto plazo.
No es que la reelección de Trump signifique la llegada de una política más fraterna, para los mexicanos que viven a ambos lados de la frontera. Estados Unidos ve por sus intereses y nada más.
Pero la llegada de Biden al poder, sí puede dar un impulso significativo a una clase conservadora, que hoy se encuentra en franca derrota en nuestro país.
Recordemos que durante la etapa neoliberal, mucha de la política impulsada por priístas y panistas, se diseñaba con apoyo o bajo las instrucciones directas, generadas en la embajada norteamericana. Recursos y presiones de todo tipo, salían de la sede diplomática estadounidense.
Como dijimos al inicio, demócratas y republicanos hacen el mismo tipo de política, muy propia del imperio.
Pero a nivel nacional un triunfo de Biden, puede ser peor que la reelección de Trump.
Hay que tener eso presente.
Malthus Gamba