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La ausencia del presidente según la tía Lupe
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La ausencia del presidente según la tía Lupe

Textos y Contextos

Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Mi madre hablaba mucho de una tía, que ya murió, hermana de mi abuela; en su tiempo, su característica principal es que era bien chismosa: llamémosle la tía Lupe.
La mujer en cuestión siempre tenía un comentario sobre cualquier hecho de la vida familiar, comunitaria y hasta social. Cuando se trataba de familiares podía uno entender que algo sabía al respecto y en una de esas era cierto todo lo que aseguraba. Al hablar de algún vecino, de gente del barrio, también era entendible de que por ahí, en el mercado, el tianguis o chismeando con otra gente de por ahí, se enterara de cosas.

Ya entraba la duda cuando la tía Lupe aseguraba verdades hasta de la vida pública del país. Aunque era yo un tanto pequeño, claro que me acuerdo que cuando asesinaron a Paco Stanley, la tía aseguraba un sinfín de teorías sobre el móvil del crimen que luego mi mamá, sus hermanas, mis primas, mi abuelita, mis tíos, todos en el círculo cercano andaban perorando por ahí, siendo su fuente, llana y sencillamente, la ponderada tía Lupe, una verdadera maestra de la verosimilitud.

Chulo se vería uno, diría mi madre, como periodista publicando y asegurando cosas cobijado por el halo poderoso de la tía Lupe. Suena hasta ridículo pensar en que uno pueda andar soltando rumores basados en los pensamientos aleatorios de una señora que vivía, para mayores referencias, en algún lugar cercano a la colonia Moctezuma de la Ciudad de México.
Bien, pues estas poco más de 70 horas que el presidente se ausentó del ojo público por una infección de Covid-19, cómo recordé a la tía Lupe, qué en paz descanse. Se escucharon y leyeron sinnúmero de teorías disparatadas sobre qué pasaba con el jefe del Ejecutivo; y uno pensaría, ‘bueno, es que ahora las tías Lupes del mundo tienen redes sociales y no cuentan sus chismes sólo a las comadres, sino también, pueden publicarlos ante el mundo’, pero no, personajes del tipo de Carlos Alazraki aseguraban que el presidente había sufrido un evento cerebrovascular, que estaba paralizado de su lado izquierdo (el que López Obrador, por cierto, tiene más activo), y muchas elucubraciones más.

En Twitter, leí de alguien que el presidente estaba en un hospital de cardiología de los Estados Unidos; en TikTok vi a un imberbe que, aseguraba, en el Senado ya estaban planeando cambios en la Constitución para acomodar a placer los artículos referentes a cuando falte el presidente. En columnas de medios nacionales, válgame Dios, no sé cómo permiten que ciertas plumas escriban en sus páginas, los autores, en su totalidad de oposición al gobierno, también describían fantasías increíbles sobre el estado de salud del presidente; si esa imaginación la usaran para hacer política al servicio de la gente, no andarían batallando tanto rumbo a 2024… Tanto se quejan de que ya no quieren mañaneras y dos días que el presidente se guarda, piden su voz a gritos, como si su ausencia les abriera un gran vacío en sus corazones.

En fin, un tsunami de opiniones y rumores sin fundamento fueron de tajo aplacados por un nacido en Macuspana que de traje gris y corbata verde salió en video, medio mormado, a decir, palabras más, palabras menos, lo que los medios oficiales ya habían dicho: fue Covid, ahí la llevo, todo en orden. “Como que me quedé dormido fue una especie de váguido”, dijo López Obrador.

“Llegaron de inmediato los médicos y me atendieron, no perdí el conocimiento, sí tuve esa situación de desmayo transitorio y por la baja de presión querían llevarme en una camilla y una ambulancia al hospital”.

Y añadió: “Hay algunas personas que quisieran que yo desapareciera pero no deben de actuar de esa manera. Ya hasta me producen sentimientos de afecto porque los considero muy desprovistos de buenos sentimientos, los veo muy solos, muy vacíos, con mucho odio, no deberían de pensar así, no hay que desearle el mal a nadie (…) el muerto que vos matáis, goza de cabal salud”.

Me gustaría saber qué hubiera dicho la tía Lupe estos días en los que el presidente estuvo ausente, cuidándose una gripa más complicada que las comunes, me encantaría escuchar sus teorías, sus locuras, sus rumores… pero después pienso que no hace falta escucharlo tal cual de su viva voz, abundan las tías Lupes hasta en las páginas de los diarios, incluso, algunos, nacionales. Cómo le hacemos entender a la sociedad que a veces la inmediatez mata y la paciencia es una virtud cada día más escaza. Cómo explicar que hay medios confiables y otros que no lo son. Cómo extrañamos a la tía Lupe, más no así sus cuentos de ficción que juraba eran reales.

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