LA AMBIVALENTE CLASE MEDIA

“La clase media no es un segmento social compuesto por borregos, que pueden ser conducidos en bloque, hacia un destino dispuesto por aquellos que piensan que los controlan”.

Con éstas palabras, u otras muy similares, el presidente López Obrador defiende a un sector social que es visto como “botín político”, por el grupo conservador que intenta conseguir votos en la elección federal del 2024.

Esto significa en la práctica, que la gente comandada por el viejo traficante de influencias Claudio X González Guajardo, da por perdidos a los sectores campesino y obrero, que conforman lo que se conoce como “clase social pobre”, o proletariado. Nada puede hacer ahí para conseguir respaldo electoral. El Movimiento de Transformación impulsado por este gobierno, que pone en primer lugar a los grupos sociales históricamente menos favorecidos, cuenta con el apoyo de millones de mexicanos que están saliendo de la pobreza extrema, gracias a la visión social del gobierno del cambio.

Su trabajo de “atracción”, está dirigido entonces al sector de la sociedad donde se encuentran los ciudadanos que salieron de la pobreza y que ven un futuro esperanzador, al contar con los recursos económicos suficientes para cumplir sus anhelos materiales. Pero dentro de esa clase media hay subdivisiones. Están aquellos que acaban de salir de la pobreza y que, por lo mismo, no tienen cimentada al cien por ciento su estabilidad económica. Ellos pueden regresar al sector pobre, si las cosas caminan mal en el corto plazo. Después están aquellos ciudadanos clase-medieros que, sin ser ricos, cuentan con lo suficiente para sufragar todas sus necesidades sin mayor problema. Por último, está la clase media acomodada, que se encuentra en la antesala de la riqueza y a la espera de la oportunidad de su vida, para incorporarse al sector privilegiado.

La clase media no es un sector social homogéneo. Hay diferencias sustantivas entre los “acomodados” y quienes forman parte de la clase media baja.

Quien acaba de salir de la miseria, tiene muy presente su “militancia” en las filas de los pobres y teme regresar a esa condición. El integrante de la clase media alta, sueña con subir los pocos escalones que le faltan para alcanzar los privilegios que ha visto disfrutar a otros.

Por eso resulta ridículo el pensar que los objetivos económicos que prometen los conservadores, resultan atractivos para toda la clase media.

Aquellos que van saliendo de la miseria y hoy ingresan precariamente en el sector de clase media, están conscientes que el incremento salarial, los apoyos a estudiantes y personas de la tercera edad, así como la estabilidad en los precios de gasolina, electricidad y gas, les han permitido mejorar significativamente sus condiciones de vida. Tienen presente el periodo neoliberal, donde no existían estas oportunidades. Saben que el regreso de los neoliberales al poder, significaría el retorno de la pobreza a sus hogares.
Por los mismo, ese segmento clase-mediero, que es el mayoritario, está más cercano al Movimiento de Transformación, que al sueño de convertirse en millonario en un futuro próximo.

Por otra parte, está la clase media “ilustrada” y vanguardista, que aun teniendo lo suficiente para satisfacer todas sus necesidades, tiene como objetivo personal, el hacer extensivo ese beneficio al grueso de la población del país. De ese sector de clase media, salen cuadros valiosos que apuntalan a todo movimiento social. Son parte del grupo de intelectuales y dirigentes que impulsan el cambio en el país. No se venden, ni claudican. Defienden una causa justa en la que creen y con la se sienten comprometidos.
El botín que busca la oposición conservadora, es reducido. La clase media acomodada está muy cercana a los intereses del sector económicamente rico. Ahí están sus votantes potenciales, pero no en su totalidad, porque hay empresarios y gente acomodada con pensamiento de vanguardia.

También está en su radar y a su alcance, la clase media poco informada y poco comprometida. Ésa que da “bandazos” de un lado a otro, de acuerdo más que nada a sus emociones y no tanto a una conciencia real de clase. Cuando las cosas marchan conforme a sus deseos, apoyan al Movimiento, pero si algo les desagrada, se forman en la fila de la derecha. Son quienes alegan “desencanto”. Para ese sector pueden más los infaltables desajustes secundarios, que el compromiso con un Proyecto Nacional de carácter histórico. Y es precisamente a ellos a quienes van dirigidas las campañas opositoras que buscan desalentar el respaldo al proyecto obradorista.

Se siembran dudas ahí, para cosechar votos, o para nutrir las filas del abstencionismo, que para ellos resulta también muy útil.

Claudio X González, Xóchitl Gálvez y su infame alfil Max Cortázar van por ese reducido grupo de integrantes de la clase media. Hablan de un “todo” inexistente, cuando mienten sobre sus posibilidades para hacer suyo el voto masivo en ese segmento social.

La clase media no es un rebaño, ni un corporativo, al que se puede guiar dócilmente. Hay gente preparada ahí. Gente de vanguardia que no tolera la corrupción y la riqueza nacida de la misma. Hay gente con memoria que sabe que sus verdugos del pasado, son quienes ahora le piden apoyo para regresar a gobernar y robar.

Por último, debemos decir que, de la clase media, salen también los cuadros opositores que participan políticamente en la vida nacional. De ahí vienen los Fox, los Calderón, los Taboada, los Gálvez, los “Markitos” y “Chuchos” y “Alitos”. Todos ellos fueron parte de una clase media “aspiracionista, donde lo importante en sus vidas, ha sido la acumulación de poder y riqueza personal a toda costa, compitiendo salvajemente contra aquellos y aquello que se interpuso en el camino.

Hay que tener presente lo anterior, para no pensar que el sector de clase media es el “rebaño” dócil que está a la espera del “arriero” conservador que lo conduzca al “corral” reaccionario.

La sociedad mexicana no se mueve así, pero el conservadurismo no lo entiende.
Y por eso está como está.

Malthus Gamba