Ideología tribal de derecha

Postigo
Por José García Sánchez

Al no ser la oposición ni de derecha ni de izquierda, encuentra en el limbo ideológico lo que se acerca más a un pragmatismo político sin bases teóricas ni sustento ni convicción, es la ideología del odio que practica la derecha en nuestro país.
La pérdida de identidad, la carencia de rumbo, la ignorancia política, el desconocimiento histórico, se integra al individualismo de la derecha y los conduce a un proceso electoral sin futuro, en cuyo trayecto sólo ellos tienen la razón, lo demás supura intolerancia.

Al ser una oposición sin razón de ser, a pesar de su propia historia que surgió precisamente como dique de contención a las disposiciones de los gobiernos emanados de la revolución, la necesidad de polarizar para crear un campo de batalla para el enfrentamiento y una diferencia entre los mexicanos que sirva de caldo de cultivo para agresiones mayores propiciadas por la derecha requiere de los medios, sin ellos la polarización no hubiera permeado en las sociedades donde esto ocurrió y sigue ocurriendo. Son los medios los que azuzan la polarización y en este momento podemos verlo con toda claridad, basta abrir algunos de los diarios nacidos el siglo pasado para darse cuenta de esta aterradora realidad.

La esencia de partidos como el PAN es la de detener el avance de los gobiernos, todavía no se acostumbra a formar parte de los gobiernos desde la oposición, donde ha vivido la mayor parte del tiempo, desde su fundación en 1939.

Ahora, ante el extravió que ocasiona la falta de dirigentes y el ánimo de derrota que prevalece en su discurso que de tanta nostalgia se vuelve añejo, optan por la agresividad. Añorar el pasado como si pudiera regresarse el tiempo, crea una frustración que impone miedo, terror y esto arroja agresividad, de ahí la adopción de la ideología del odio que identificó a los nazis y otras guerras en distintas latitudes, que tienen como origen las diferencias sociales ya sea por la raza, la religión, el color de la piel, la xenofobia, es decir todos los elementos que conforman el discurso político de la derecha en México.

Así, quien odia desea la aniquilación del objeto de su odio, lo cual se ha manifestado en más de una ocasión desde las tribunas de la derecha, desde donde quieren causar un mal, por lo menos, al contrincante y lo convierten en enemigo a muerte.

La conducta tribal de la derecha en México representa un retroceso de quienes siempre hablan de modernidad, de avance, de evolución y se consideran portadores de las ideas nuevas, cuando en realidad son un revoltijo de nostalgias y añoranzas. El pasado los condena no sólo por haber obrado mal sino porque en el pasado se sienten mejor.

La falta de identidad sin base en ninguna clase social, porque todos los segmentos de la sociedad los repelen, encuentran en el odio hacia los demás su ubicación existencial y su justificación para existir. Ante esta situación del rechazo social se creen diferentes, pero también superiores, y en esa diferencia de niveles sociales, se incorporan a una identidad propia, extraviada por años, pero donde el odio es lo que más se asemeja a lo que sienten en todo momento.

Esta situación crea una actividad diaria cada vez más reducida y un pensamiento progresivamente limitado, que los aísla y es en ese asilamiento donde la diferencia crece, siempre y cuando, montados en el discurso violento, se consideren superiores al resto de la humanidad. Así, cada vez que hay un logro del enemigo, limitan su forma de actuar porque deben tomar distancia ante victorias y derrotas de los demás, de otra manera los haría iguales. El caso es no aproximarse, no tener similitudes. Porque es la indiferencia donde se postra el odio que se convierte en la ideología que les da personalidad, identidad, discurso y acción política.

De ahí que la conducta de panistas y priistas se muestre irracional porque el factor esencial de la política es la razón, cabalgando en el mundo de las ideas. La acción de la derecha en México es tribal, todavía no alcanzan los niveles de las ideas y en su frustración radicalizan su odio hasta crear situaciones de violencia en la práctica, que no se limita al discurso, sino que llega a la acción.

La ideología del odio sustituye a toda creencia religiosa, a toda convicción política, a cualquier corriente de pensamiento y vuelve a sus practicantes una especie de miembros de una tribu que sólo tienen como objetivos el exterminio y la destrucción.

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