Hay dos momentos que definen con claridad lo sucedido la tarde hoy, en la marcha feminista que se verificó en la Ciudad de México.
El primero de ellos, tiene que ver con las células #fakeministas, que fueron encapsuladas desde temprana hora por los elementos femeninos de Seguridad Pública de la capital.
Cercadas, las manifestantes armadas con bombas molotov, martillos y varillas visibles para todo el mundo, debieron aguantar el aislamiento forzado a pleno rayo de sol, tal y como lo hacían los elementos femeninos de la policía, que les impedían el avance al zócalo.
La tarde era calurosa y no estaban en un sitio donde pudieran resguardarse de los rayos del sol de mediodía.
Del grupo de policías que efectúan el cerco, pasan a manos de las integres del colectivo confinado, botellas de agua fresca. Un acto de humanismo y consideración hacia las mujeres que sufren el calor de la tarde. No hay otra intención que la solidaridad entre mujeres. Cada quien espera el desenlace que tendrá la situación. Pero hay un espacio donde lo meramente humano, se pone por delante de la intención particular.
Aminorar la incomodidad y el malestar del momento.
La otra situación se da en la plancha del zócalo capitalino. El “Muro de la Paz”, convertido en memorial por mujeres realmente feministas la noche anterior, cede ante los embates de los grupos #fakeministas que han ido destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Con una de las hojas metálicas desprendidas, las #fakeministas impactan al grupo de mujeres policías que intentan cubrir el espacio abierto. El golpe es directo y contundente.
Después se sabrá que había varios hombres disfrazados de mujer entre los grupos violentos que arremetían con todo, para llegar a las puertas de Palacio Nacional.
Las mujeres policías replegadas, rodeadas por las #fakeministas, se protegen del ataque de las agresoras con sus escudos. Codo a codo intentan formar una muralla sólida que impida mayores daños hacia sus personas. Ya están contra el muro principal de Palacio Nacional. Jamás han intentado un ataque armado, o en grupo, en contra de las #Fakeministas. Todo se reduce a mantener la unidad del grupo, impidiendo en lo posible el avance de las agresoras.
Y aquí es donde aparece la verdadera naturaleza de quienes integran estos grupos violentos, patrocinados por la derecha reaccionaria.
Aparecen las bombas molotov, que son arrojadas sin misericordia alguna sobre los escudos de las mujeres policías.
Dantescas las fotografías y demás material gráfico publicado sobre este momento.
No hay compasión. Ni humanismo. Ni empatía con las mujeres que están trabajando y de las que no han recibido respuesta alguna ante tanta agresión.
Quemarlas. Lastimarlas. Asesinarlas en última instancia, es la intención de los grupos #Fakeministas.
Al momento de cerrar esta nota, hay aún gente en el zócalo capitalino y la tranquilidad no se ha restablecido en la zona.
La violencia desatada no se apaga, mientras quede alguna bomba casera utilizable, o la fuerza suficiente para descargar el martillo contra los escudos que protegen a otras mujeres.
El choque conceptual entre quienes apuestan por la vía pacífica y quienes tienen la idea retrógrada de que destruyendo se arregla alguna situación, es manifiesto.
El Feminismo, respetado y respaldado por la mayoría de los ciudadanos del país, no ha podido, o no ha sabido desprenderse del lastre que le significan los grupos #Fakeministas criminales.
Esos extremistas (hombres y mujeres), no buscan un cambio en favor de los derechos de la mujer. Agreden con la mayor violencia a otras mujeres, sin importarles que, en su furia, pueda darse una muerte que deba ser cargada a la cuenta del feminismo.
Así están perdiendo mucho de lo que habían ganado en décadas de trabajo verdadero.
Solo hay que entrar a redes sociales para ver el rechazo de una amplia mayoría de hombres y mujeres, hacia estos actos criminales.
Decían que, con esta marcha, caería el gobierno de la Cuarta Transformación.
Lo único que vimos caer hoy, fueron los valores morales y humanos por parte de los grupos #Fakeministas.
Un paso más y habrá muertos en su conciencia y detenidos que tendrán que responder ante la ley, por el asesinato a mansalva de alguna mujer que solo hacía su trabajo.
Que esto no suceda.
Estamos a tiempo para deshacernos de los grupos criminales pagados.
Malthus Gamba