Gracias a AMLO, México pasó del influyentismo al incluyentismo
Por Akire Lincho
La Miopía de Los Mercados
Cuando el desarrollo se pone en manos de los mercados (las empresas), éstos trabajan eficazmente para generar beneficios económicos en el corto plazo y se concentran en los grupos de personas que les van a reportar utilidades al menor costo posible. El modelo se basa en la relación costo/beneficio financiero. La menor inversión con la mayor utilidad posible.
Donde se aplica el modelo neoliberal, en el corto plazo se experimenta un crecimiento acelerado en el número de consumidores, concentrado en las áreas geográficas y en los grupos de personas donde se puede obtener el mayor beneficio financiero al menor costo posible (ciudades con clases medias y altas). En el mediano plazo se observa un bajo crecimiento de consumidores con un aumento en los niveles de consumo derivado del mayor gasto realizado por los mismos consumidores que están incluidos en el modelo. En el largo plazo el modelo prácticamente ya no incorpora nuevos consumidores, pero derivado de la concentración del dinero en poca gente, los niveles de consumo de estas personas continúan aumentando. Los productos y servicios se adaptan a esta dinámica y se van convirtiendo en mercancías de corta duración y desecho rápido para incentivar el incremento en los niveles de gasto de la poca gente que está incluida en la dinámica del consumo. El modelo te recluta a bajo costo, te adoctrina y te explota para obtener la utilidad máxima posible.
Para lograr la permanencia del modelo, como no es tan rentable desarrollar nuevos consumidores entre la población alejada o la de bajos ingresos, en Neoliberalandia (el mundo ideal del neoliberalismo), debería ser el gobierno neoliberal el encargado de hacerlo con una parte de los impuestos, así como de fomentar entre ellos los “valores” del individualismo, el consumismo y la eficiencia por medio de una “educación” ad hoc.
Aquí es precisamente donde el modelo falla. En países con bajos niveles de corrupción, el gobierno va incorporando al bienestar a su población alejada y pobre; sin embargo, no le hace el juego en la educación al modelo; educa a sus gobernados en valores humanos, ética, civismo, cuidado de la comunidad, cultura y tradiciones propias, y esta gente educada así no es proclive a ser manipulada por la dinámica del consumo desenfrenado. Por otro lado, en países con altos niveles de corrupción, los gobiernos se coluden con las corporaciones para permitirles la evasión de los impuestos, y la mayoría de los que sí se recaudan son robados, dispendiados o devueltos; por lo tanto, no se aplican para promover la inclusión de personas pobres y alejadas a la dinámica del consumo. En cualquiera de los dos escenarios el modelo tiende a autodestruirse; Neoliberalandia no deja de ser una utopía del consumo y del individualismo.
En México, que ha sido el caso de gobiernos neoliberales con enormes niveles de corrupción, el dinero de los impuestos captados, que no fueron condonados a las empresas de la oligarquía, no les alcanzó para robárselo y al mismo tiempo para poder incluir al bienestar a la población pobre y alejada. Hoy se encuentra, por ejemplo, con 60% de la población en pobreza, viviendo por debajo de la línea de bienestar (58 millones de pobres), el 80% del territorio sin conectividad (acceso a Internet) y solo 54 millones de personas (40% de la población) con acceso a algún producto financiero.
A partir de la caída de los gobiernos neoliberales en México, la nueva administración intenta incorporar al bienestar y al desarrollo a las personas en situación de pobreza, así como a aquellas que viven alejadas y que tienen ingresos bajos o nulos. Las primeras acciones tomadas para empezar a hacerlo han incluido la entrega de apoyos económicos a través de varios programas sociales y productivos. Sin embargo, dados los altos niveles de corrupción que padece el aparato gubernamental, se ha decidido hacerlo directamente desde la Tesorería de la Federación a cuentas bancarias de las personas beneficiadas por medio de una tarjeta o “monedero electrónico”. Uno de los dos problemas principales al que se enfrenta esta administración para aplicar la estrategia mencionada es que las aproximadamente 13 mil sucursales bancarias existentes en el país no cubren todas las plazas en las que viven los beneficiarios y, mientras se logra desarrollar el banco del Estado (hoy Bansefi) para que logre la cobertura necesaria, va a tener que utilizar las más cercanas que tiene la banca comercial, lo que es menos malo que correr el riesgo de que el dinero “se pierda” en el proceso de entrega a los beneficiarios si se hiciera en efectivo y/o a través de otros intermediarios. El otro problema mayor que enfrenta en esta estrategia es que el 80% del territorio no cuenta con conectividad y esto impide que cualquier sucursal bancaria que se instale en esa parte del territorio nacional pueda operar las transferencias del gobierno sin Internet.
Con 268 votos a favor aprobamos en lo general la transformación de Bansefi en el #BancoDelBienestar. ¡Vamos por la inclusión financiera y el final de la corrupción!💰💳 pic.twitter.com/W1UTYtfzLJ
— Tus Diputadas y Diputados Morena (@DiputadosMorena) June 28, 2019
Inclusión Financiera y Conectividad: Dos motores poderosos en el desarrollo de la transformación de México
De tal suerte que la nueva administración ha decidido, en 2019, proporcionar conectividad a todo el territorio nacional para poder establecer sucursales de Bansefi (futuro Banco para el Bienestar), a quien van a renombrar como El Banco del Bienestar, en más de 10 mil centros de coordinación de servicios, ubicados estratégicamente para atender a casi 300 mil comunidades apartadas en el país y, mientras esto sucede, proporcionará inclusión financiera por medio de las tarjetas bancarias a, aproximadamente, 25 millones de personas que no tienen hoy acceso a algún producto financiero.
Para darnos una idea de lo que esto representa en términos de inclusión al desarrollo basta con revisar algunas cifras y conceptos al respecto.
Tanto la inclusión financiera como la conectividad son consideradas por el Banco Mundial y por un buen número de análisis socio-económicos académicos como dos de los principales factores detonantes del desarrollo y del bienestar de los pueblos. La inclusión financiera da acceso al ahorro, al financiamiento y a medios de pago eficientes que promueven el consumo y la inversión; por su parte, la conectividad permite a la población acceder a la información, la educación, la cultura y la comunicación entre las personas, promueve la inversión y el consumo.
La importancia de estas medidas se aprecia en su dimensión
Durante el último período de gobierno neoliberal, entre 2012 y 2018 fueron incluidos en el acceso a los servicios financieros 14.6 millones de personas; un promedio de 2.4 millones cada año. En este crecimiento la mayor aportación la hizo la apertura de cuentas “Saldazo” por medio de la asociación entre un banco comercial y una cadena de “tiendas de conveniencia”, que incorporó alrededor de 7 millones de usuarios; es decir, prácticamente la mitad del crecimiento.
Sólo en el 2019 se van a incluir en los servicios financieros a, aproximadamente, 25 millones de personas; es decir, más de 10 veces el número de personas que se venía incluyendo anualmente en promedio y, prácticamente, la misma cantidad de personas que se incluyeron durante los últimos 12 años de gobiernos neoliberales.
Hoy existen 54 millones de mexicanos incluidos en estos servicios, pero durante 2019 seremos 79 millones, una cifra equivalente al total de la población entre 18 y 70 años de edad que representa al 63% de la población total del país (más de 20 millones son menores de 5 años o mayores de 70). Es de notarse que son precisamente 25 millones de personas, de entre 18 y 70 años, las que no tienen actualmente acceso a ningún servicio financiero y prácticamente la misma cantidad reportada como personas no vulnerables o en situación de pobreza (30 millones), el número de personas que tienen acceso a más de un servicio financiero.
Por otro lado, el aumento de personas con acceso a Internet fue de 1.4 millones en 2016 y de 3.2 millones en 2017. Hoy sólo 72 millones de mexicanos tienen acceso a Internet. Si consideramos que alrededor de 9 millones de los aproximadamente 125 millones de habitantes son menores de 5 años de edad, la conectividad en el 100% del territorio nacional va a dar la oportunidad a que otros 52 millones de personas mayores de 5 años (42% de la población mayor de 5 años) tengan acceso a la información, a la cultura, a la educación y a la comunicación directa desde cualquier punto del país.
¡Es oficial!🙌
AMLO anuncia la creación de empresa del Estado que dará internet a todo el país, usando la fibra óptica de CFE.#AdiósSlim 👋https://t.co/ozapmC8xc4— SinLínea.Mx (@SinLinea_Mx) July 19, 2019
Revisando las cifras anteriores podemos concluir que estas acciones representan enormes avances hacia la inclusión y el desarrollo en un tiempo récord, inéditos a lo largo de toda la historia nacional, que modifican sustancialmente el perfil socio-económico de México y la expectativa de crecimiento en el mediano plazo.
Es de llamar la atención que las críticas al gobierno actual se concentren en temas menores, cuando estas acciones son uno de los más caros sueños del sistema neoliberal, pues estarían contando con 25 millones de consumidores potenciales nuevos este año, conectividad para establecerse donde quisieran y 54 millones de personas más con posibilidad de tener acceso a sus campañas de publicidad. Sin embargo, está claro que estas medidas van acompañadas de una reestructuración educativa orientada hacia la promoción de los valores de honestidad, ética, civismo, desarrollo humano y espiritual, respeto a la comunidad, cultura y tradiciones propias, que van a impedir que la gente sea proclive a la manipulación hacia la dinámica del consumo desenfrenado.
Sin embargo, no deja de ser una gran noticia para las empresas y corporaciones, incluso fuera de la dinámica neoliberal depredadora, porque se va a favorecer poderosamente la inversión y el consumo.