Extinción en puerta que rehúsan aceptar
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
¿Otro fin de los dinosaurios? La inminencia electoral está a la vuelta de la esquina y con ella la posible extinción del predominio faccioso de la Derecha que se empoderó con el Neoliberalismo. Ese temor a su fin inexorable ocasiona la reaparición de sus altaneros “santones” que habían abandonado la escena pública por el cúmulo de mala fama y acusaciones de su Corrupción. Salen de sus retiros dorados, llamados por los preocupados patrocinadores que ven su cuantioso financiamiento esfumarse en infructuosos intentos por recuperar algo del poder perdido. Pretenden en último recurso que jueces, magistrados y ministros devuelvan el favor recibido al sentarlos en sus sillones judiciales. Por eso llaman al inefable Jeje Diego al bate, para recordarles que su “independencia” es sólo teórica, no se la vayan a creer de verdad.
La manifiesta inutilidad, torpeza y reiterada ineficacia de los jóvenes liderazgos opositores, ya no son una opción atractiva para los aspiracionistas actuales. Una y otra vez ven sus ridículos, aplaudidos sólo por los Medios pagados. Por eso habilitan a sus “muertos vivientes” en medio de desplantes arrogantes como siempre fue su proceder, quienes contratan “programmers” para incursionar en Redes Sociales y aparentar un absurdo e inútil “modernismo”, tratando de nulificar la creciente importancia de la 4T, el abierto apoyo a AMLO y su partido MORENA por los LOGROS EVIDENTES que alcanza, a la vista de todo el mundo, a pesar de los infaltables saboteadores.
La cercanía comicial va definiendo 2 bandos, ideológicos, políticos e informáticos: DINÁMICOS y ESTÁTICOS, que siempre han sido conocidos como Liberales y Conservadores. Llámense como se llamen, su actuación los define claramente en su diferencia y preferencia popular.
En el bando DINÁMICO o Liberal se alinean quienes se hartaron de recibir la ficción mediática que contrastó lastimosamente con la realidad nacional cotidiana; los que pugnaron por TRANSFORMAR su realidad y no quisieron seguir con lo mismo de siempre. Fueron 30 millones de mexicanos -reconocidos a regañadientes por el supuesto árbitro electoral- que han ido aumentando su número y Bienestar, conforme su opción elegida demuestra con hechos el cumplimiento de los compromisos asumidos. Comprueban que no sólo fue palabrería demagógica, como se acostumbTRró durante años. Su hartazgo esta vez no es defraudado, como sucedió con Vicente Fox, otro engreído PANazi que prometió mucho y no cumplió nada.
El bando ESTÁTICO se resiste a reconocer la evolución social (imperativo natural), pues su antigua realidad fue extremadamente lucrativa para los muy pocos de su reducido grupo y proporcionalmente empobrecedora para los demás. En él se agrupan los desplazados del Presupuesto público que depredaron a su antojo por largo tiempo con canonjías y contratos y se han vuelto saboteadores de cuanto intento hay por reparar los destrozos que causaron. Con mayúscula hipocresía se ostentan como “salvadores” del país (“voy a sacar a México del atascadero”: DFC) que ellos mismos hundieron, y como celosos “guardianes del dinero público” que, con desfachatez, volvían privado mediante numerosos fideicomisos y órganos autónomos.
Quienes se treparon al dinamismo y pronto se cansaron, van regresando al bando Estático en cuanto ven que la transformación es real e imparable y ya no tienen cabida los intereses anteriores que los animaban a no lucrar. Se regresan al origen conservador con gran bombo y platillo mediático para demostrar el “rotundo fracaso”, no de su pretensión sino del gobierno encabezado por ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, en la Cuarta Transformación.
Aprovechan una pandemia que ha cimbrado gobiernos por todo el planeta y diezmado poblaciones de países del primer mundo, para “exhibir la ineficacia” transformadora del PRIMER GOBIERNO AUTÉNTICAMENTE DEMOCRÁTICO Y VERDADERAMENTE POPULAR DE MÉXICO. La pandemia exhibió la verdadera magnitud del saqueo, la depredación y las ruinas en que dejó al país la pretendida nobleza economicista, asidua a cumbres internacionales donde eran cortesanos.
Hasta hoy los Estáticos no perciben -porque no quieren- su desfasada ubicación en un país que no los quiere, al darse cuenta del daño gigantesco que hicieron con su irrefrenable codicia. No se les cree nada, por más propaganda que paguen y por variados que sean los disfraces de santos que se ponen, llegando al extremo de jurar que han cambiado, como lo han hecho tantas veces anteriores.
Intentan todo con tal de retrasar la inexorable marcha hacia su extinción. Le colmaron -y siguen colmando-la paciencia al Pueblo y ni siquiera se dan por enterados.