El Trumpismo en Brasil, las injerencias de la derecha internacional en AL
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Hace ya más de una semana que una multitud de brasileños afines a la ultraderecha del exmandatario Jair Bolsonaro asaltó el Congreso, el palacio presidencial y la sede del Poder Judicial en Brasil. La organización de esta muchedumbre fue sospechosa, pues ya se ha dicho que la similitud con la toma el Capitolio estadounidense de enero de 2021 es impresionante.
Apenas hace unos días, autoridades de Brasil detuvieron al exministro de Justicia Anderson Torres, acusado de complicidad con los disturbios a las sedes del gobierno brasileño. En un cateo realizado a su casa, la policía encontró un borrador de decreto presidencial fechado en 2022 que desconocía la victoria de Lula da Silva, actual presidente brasileño que derrotó a Bolsonaro en las pasadas elecciones; además, la detención de este personaje se realizó en el aeropuerto de Brasilia, pues venía llegando, faltaba más, de Estados Unidos.
Y es que Bolsonaro, luego de su derrota, salió de Brasil a fines de año y viajó también a Estados Unidos, específicamente al estado de Florida, donde, por coincidente que parezca, reside el expresidente Donald Trump. En los últimos meses, seguidores de Bolsonaro crearon campamentos en ciudades de todo Brasil, algunos fuera de los cuarteles militares, para exigir que los militares intervinieran y anular la victoria de Lula.
En últimos tiempos, la derecha naufraga y busca estrategias violentas para desestabilizar a la izquierda latinoamericana que, con a inicios del presiente siglo, recupera terreno de forma importante. Detrás de muchos de estos movimientos conservadores, se sabe, está el asesor de Trump y de muchos otros políticos estadounidenses, Steve Bannon, quien ha sido acusado de conspiración para cometer fraude electrónico y de conspiración para el blanqueo de dinero, dos delitos que pueden acarrear penas máximas de 20 años de cárcel cada uno; asimismo, es señalado precisamente por estar vinculado a la famosa toma del Capitolio estadunidense en enero de 2021.
Detrás también está de proyectos como Vox y, lo preocupante, participó apenas el año pasado en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que tuvo cede en México y fue recibida por personajes como Eduardo Verástegui, quien fuera actor y personaje cercano a Enrique Peña Nieto.
Es decir, no porque sean Brasil, Estados Unidos, Perú, Bolivia y otros países donde se han llevado a cabo golpes de Estado, ya sean militares, blandos o movimientos sociales orquestados por la ultraderecha, México está exento de este tipo de estrategias sucias donde las oposiciones buscan desestabilizar las estructuras gubernamentales porque no vislumbran en lo cercano triunfos electorales a través de las urnas.
En México lo que alcanzamos a ver de la derecha es que no logra amalgamar un movimiento que proponga y muestre soluciones en donde ellos ven un problema; por el contrario, respaldan su política en críticas y señalamientos, lo que podría orillarlos a generar inestabilidad al estilo brasileño, pues así, tendrían todavía más cosas que criticar para mantenerse en el debate público, sin mostrar una plataforma política propia. En este contexto sabotajes, por ejemplo, al Metro de la Ciudad de México ya no parecen tan descabellados.
Volviendo a Sudamérica, no debemos olvidar lo que le injerencismo estadunidense dejó en la segunda mitad del siglo pasado a través de cruentas dictaduras militares patrocinadas desde la Casa Blanca; Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Uruguay… prácticamente toda la región padeció de desaparición forzada de personas, falsos positivos, toques de queda y muchos otros abusos con tal de imponer el modelo económico neoliberal, el capitalismo y la preponderancia de Occidente, en el marco de la Guerra Fría.
También Centroamérica sufrió por este militarismo de los Estados Unidos en la región, lo que generó guerras intestinas en Guatemala, El Salvador, Nicaragua que enfrentaron a familiares entre sí, a amigos, a ciudadanos de la misma nacionalidad.
Genocidios contra pueblos originarios; la región se subdesarrolló por el injerencismo de la Casa Blanca en materia económica, política, social.
Un vistazo al pasado nos recuerda de lo que es capaz el sistema de las potencias occidentales, y el intento de desestabilización en Brasil es la muestra de que las estrategias cambian, pero las intenciones permanecen.