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El sol azteca: Ya ni luz, ni sombra
Columnas, Nacional

El sol azteca: Ya ni luz, ni sombra

Por Miguel Angel Lizama
@Migueliz8

Nacido a raíz de la usurpación de Carlos Salinas de Gortari en 1988, el conocido como partido del Sol Azteca o PRD (Partido de la Revolución Democrática), tuvo por inmediato precedente la Corriente Democrática (CD) del PRI en tiempos de Miguel de la Madrid, que pretendió cimbrar las viejas estructuras del “Revolucionario Institucional”, que ya crujían de carcomidas, y acabó expulsada por la intolerancia presidencial.

Esa corriente partidista la crearon Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo junto con muchas figuras de la intelectualidad y el activismo que 20 años antes habían padecido represión, persecución y asesinato impune por parte del régimen priísta. La CD quiso participar en una selección abierta de candidatos a la Presidencia de la República que De la Madrid parecía alentar. Fue una repetición de la “apertura” porfirista que incubó, sin saberlo ni proponérselo, el germen de la Revolución. Igual que don Porfirio, De la Madrid se indignó con esa rebelión en su rebaño y ordenó acabar con la que sería su némesis.

El fraude de 1988, apoyado por el neopanismo liderado por Diego Fernández de Cevallos y Luis H. Alvarez (entonces presidente del PAN), no sólo traicionó una legítima aspiración social, sino también una limpia lucha de esa corriente priísta y de un batallador Maquío Clouthier que quiso ampliar su liderazgo empresarial a la dirigencia de un país. La perfidia neopanista apoyando la vileza salinista, originó turbiedad política (y el asesinato de Maquío y muchos seguidores de Cárdenas) que no pudo despejarse hasta que Salinas concedió a Cuauhtémoc y Porfirio la creación de un partido que diera cauce a su inconformidad, para no seguir asesinando a sus seguidores.

Pero ellos dos no eran gente de acción. En campaña, Cuauhtémoc tuvo un buen arrastre, no por su activismo, sino por el recuerdo gigante de su padre, el inolvidable GENERAL LÁZARO CÁRDENAS DEL RÍO, que aún perdura en grandes segmentos de la población mexicana. Porfirio Muñoz Ledo siempre fue, hasta la fecha, un culto y destacado pensador político y temible polemista, imbatible en cualquier debate. Pero ninguno de los dos sabe lo que es andar por calles o vías lodosas o empolvadas, ni andarse asoleando durante horas, echándose unas galletas y un refresco para engañar el hambre. O comiendo unas garnachas a la orilla de cualquier camino.

La inacción de Cuauhtémoc y la permisividad de Porfirio hicieron que un grupo cohesionado conocido como “Los Chuchos” (creado y controlado por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, de ahí el mote) se apropiara de toda la estructura central y estatal del partido, y sus respectivos dineros, que manejaron como propio para alcanzar posiciones de poder y así lucrar más. Al mismo tiempo (bajo la premisa del “divide y vencerás”) auspiciaron la dispersión de fuerzas internas llamadas “tribus”, cotos de poder alineados con la figura de Cuauhtémoc, pero sujetos al control económico de Los Chuchos. Estos decían y deshacían en el PRD, apoyados en porros y golpeadores para aplacar cualquier disidencia, en el más puro estilo gangsteril del PRIAN.

En 1997 el PRD llegó al cénit de su poder con el triunfo de Cárdenas como primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Fue la primera vez reconocida que el PRI perdía estrepitosamente la mayoría en la Cámara de Diputados y una posición tan importante como la capital de la República. Eso sí fue una conmoción en el PRI y el PAN (que para entonces ya disfrutaban su amasiato político nacido en el salinismo). La interpelación de Muñoz Ledo a grito abierto al entonces Presidente Zedillo en plena Sesión de Congreso General, casi infartó a toda la NOMENKLATURA de entonces.

Pocos recuerdan que en esa época era dirigente del PRD el tenaz ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, quien creó las BRIGADAS DEL SOL con jovencitas y muchachos que –infatigables– iban de casa en casa repartiendo volantes y convenciendo gente (desde entonces las televisoras y periódicos estaban cerradas a AMLO, quien buscó una vía para eludir el cerco mediático). Ese 1997 el PRD literalmente barrió en la ciudad más importante y conflictiva de todo México, igual que otras megalópolis, y fue considerada su bastión. El PRIAN no podía creerlo. Perder la capital de la República era un descomunal sacrilegio político.

Con ese nuevo poder que le procuró AMLO, el PRD empezó a ser considerado un adversario político de importancia, cosa que Los Chuchos aprovecharon como si fuera su mérito, ante la indiferencia displicente de Cuauhtémoc Cárdenas, quien señoreaba el PRD, pero no mandaba (igual que la Reina de Inglaterra).

Tres años después, Los Chuchos debieron aceptar que AMLO se postulara como candidato a la Jefatura de Gobierno del DF (para que las elecciones del DF se emparejaran con las federales) y AMLO barrió de nuevo en todo el DF, salvo unos pretenciosos reductos conservadores que se los quedó el PAN. El PRD se volvió amo y señor de la entidad más poblada y conflictiva de México y López Obrador supo manejarla, al extremo que fue electo como el segundo mejor alcalde en el mundo.

En las dos campañas presidenciales de AMLO, pese al arrastre que ya mostraba, Los Chuchos actuaron con tibieza para no incomodar a los secretarios de Gobernación que les daban “sus apoyos” libres de polvo y paja para sus cacahuates. En la primera, sabotearon la labor de las Redes Ciudadanas promovidas y supervisadas por Manuel Camacho Solís, e hicieron que a la mera hora muchos “obradoristas de ocasión” desertaran de la vigilancia de casillas, cuando el PRIAN empezó a repartir “convencimientos” vía Los Chuchos. Me consta porque viví esas deserciones.

En la segunda fue más evidente el repliegue de Los Chuchos, a pesar de que el “chucho mayor”, Jesús Ortega, fungió como consejero de AMLO. El otro “chucho” (Zambrano) ya había iniciado contactos con la gente de Peña Nieto, rumbo al Pacto por México, el plan maestro del priísta para su entrega del país.

El Sol Azteca fue simple convidado de piedra del PRIAN en la firma del malhadado Pacto por México y Los Chuchos no tuvieron empacho en suscribir tal documento entreguista, pese a las tibias objeciones de Cuauhtémoc Cárdenas y la abierta oposición de AMLO y sus huestes, inconformes por el segundo fraude electoral tolerado por el IFE ya convertido en INE.

Desde el momento que Los Chuchos se acurrucaron con el PRIAN en el Castillo de Chapultepec, el Sol Azteca entró en franca decadencia y un imparable declive, de derrota en derrota que no podía disfrazar todo el dinero recibido del gobierno corrupto del PRIAN. Plenamente domesticados, Los Chuchos perdieron toda credibilidad en su tobogán de desprestigio, conformándose con las posiciones “plurinominales” que les regalaba Gobernación vía INE, y los “apoyos tras cortinas” que les daba la casa presidencial, por bien portados.

Pensaron que, como les aconsejó Salinas a todos los suyos, sólo era cuestión de un poco de paciencia hasta que pasara el mal tiempo. Y mantenían un ocasional y nada creíble discurso “opositor”, bien medido para no molestar a su patrocinador.

Pero entonces volvió a aparecer López Obrador al frente de una nueva generación de jóvenes mujeres y hombres más briosos, que sólo confiaban en sus ímpetus y en su LÍDER AMLO. Y en épica y memorable jornada, barrieron con todos. El bien calificado como TSUNAMI OBRADORISTA, ya con su nuevo MOVIMIENTO DE REGENERACIÓN NACIONAL (MORENA), redujo a su mínima expresión a TODOS LOS PARTIDOS que debieron conformarse con los regalos del INE y el Tribunal Electoral para no perder Presupuesto.

La peor parte se la llevó el Sol Azteca, antiguo “representante de la izquierda”, que por la abyección de Los Chuchos perdió lo que le había conseguido AMLO. Hoy sólo es una sombra que vaga sin luz, esperando su epitafio que pueda escribirle el PAN. Por eso NO LO CALIENTA NI EL SOL.

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