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El país polarizado que nos hacía falta
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El país polarizado que nos hacía falta

Ante la pregunta del reportero, relativa a la reiterada queja conservadora, en el sentido de que el presidente maneja un discurso que polariza a la sociedad, la respuesta de López Obrador fue categórica: “Lo acepto, yo he polarizado al país, porque estoy en contra de la corrupción”.

Una respuesta contundente, de la que poco se habló en la prensa nacional ese día.

Su significado es elocuente y define con claridad el rumbo que sigue la nación, después de treinta y seis años de neoliberalismo.

Efectivamente hay posiciones en pugna. Son varias, pero las más significativas son, por una parte, la que apoya el proyecto de Transformación, impulsado por el gobierno en turno y Morena y aquella otra que defiende una forma político-económica, con intereses afines a grandes empresarios y partidos políticos de derecha.

El eje sobre el que gira todo el accionar del actual gobierno, es el combate a la corrupción e impunidad. Los intereses que defienden los conservadores, son los mismos que dieron origen a esa corrupción e impunidad.

Como puede verse, es un conflicto en el que no es posible encontrar puntos de coincidencia.

Cuando la derecha reclama al presidente la existencia de un México polarizado, olvida mañosamente que fue precisamente el neoliberalismo, quien originó un país tan desigual, donde un pequeño grupo, amasó grandes fortunas, mientras el grueso de la población, fue condenado a la pobreza.

La polarización viene de ahí y no es consecuencia de un discurso presidencial. López Obrador solo pone de manifiesto la inconformidad social, sobre las formas en la distribución de la riqueza que fueron norma y ley en los últimos treinta y seis años. Todo para los poderosos empresarios y políticos encumbrados y migajas para el pueblo. Grandes negocios, en cuya base siempre estuvo presente la corrupción.

La desigualdad, no es un invento del nuevo gobierno.

Para todos los mexicanos resulta evidente que estamos viviendo en un país en crisis y que las medidas que la Cuarta Transformación está aplicando, son las correctas, si verdaderamente queremos salir adelante en el corto y mediano plazo.

¿Qué hacer entonces para que la polarización no sea un fenómeno tan evidente en el país?

Disminuir la desigualdad social, es la única vía.

Si se pretende que una sociedad no proteste contra quienes gobiernan y contra quienes lo tienen todo, es necesario otorgar beneficios sociales al grueso de la población. La polarización es una manifestación del desacuerdo que el ciudadano común expresa, por la manera en que se distribuye la riqueza nacional.

La Cuarta Transformación sigue la ruta correcta, al impulsar un gasto social, que produce beneficios reales para quienes menos tienen. En realidad, el gobierno del presidente López Obrador, trabaja para terminar con la desigualdad social y, en consecuencia, con la polarización.

La piedra fundamental de ese proyecto lo resume el enunciado: “cero corrupción”.

Si el grupo conservador y sus fieles comentócratas quieren en verdad que la división que existe hoy entre mexicanos, concluya en el corto plazo, deben pensar en vías alternas que conduzcan a la disminución de la desigualdad en el país.

Pretender que la solución al problema está en que el presidente de México deje de hablar de las diferencias existentes entre quienes lo tienen todo y los que nada tienen, es apostar por una solución ridícula y mentirosa. Es intentar esconder la mugre y la basura generada durante el neoliberalismo, debajo de la alfombra.

Desafortunadamente, los partidos políticos de la derecha están en franca derrota y pleno desconcierto. No dan muestra de entender los nuevos tiempos que vive el país y se atienen a la política del disfraz y del engaño, que tantos beneficios les procuraron en el pasado. Solo que la sociedad mexicana maduró mucho, después de las elecciones del primero de julio anterior y ya no cree en sus promesas, ni en sus plataformas políticas.

Del mismo modo, la comentocracia que defiende los intereses de la derecha, se encuentra en total descrédito, imposibilitada por las redes sociales y las conferencias mañaneras para impulsar agendas políticas tal y como lo hacía en los años del neoliberalismo.

Ellos son quienes deben enmendar en el presente, la política desastrosa que impulsaron en el pasado, para acumular grandes capitales. Ellos son los padres de la polarización creada con la enorme desigualdad entre ricos y pobres.

La polarización es real en México, tal y como lo dijo el presidente. El intento de la Cuarta Transformación, está precisamente en atender las causas que la generan.

Por eso la apuesta a los programas sociales y de bienestar.

Ese camino no se va a revertir, por mucho que insista la derecha nacional, en que “los tiempos pasados fueron mejores”, o en que “ellos sí sabían gobernar”.

Un país como México, en los tiempos de las redes sociales y de la apertura total a toda manifestación popular, no se queda callado ante los falsos argumentos y las mentiras descaradas que manejan quienes perdieron en elecciones, el apoyo popular.

La derecha tiene un camino largo por recorrer, para dejar de ser la fuente de polarización en el país.

Si es cierto que López Obrador tiene un discurso permanente que señala el conflicto social que se viven los mexicanos, también es cierto que los padres de esa polarización, tienen nombre y responde a siglas plenamente conocidas, como PAN y PRI. Detrás de ellos, se encuentran los dueños de los grandes capitales convertidos en poderes fácticos, durante los gobiernos neoliberales.

Si a ellos de verdad les interesa terminar con esa polarización a la que tanto temen, que trabajen en consonancia con el gobierno del cambio, para reducir la desigualdad entre ricos y pobres.

Esa es la única vía para acabar con el justificado descontento social que vive el país.

Nunca más, ricos y gobiernos corruptos.

 

Malthus Gamba

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