El golpe recibido fue certero y definitivo. De inmediato, Xóchitl Gálvez y su equipo de campaña iniciaron un operativo de “control de daños”, para evitar en la medida de lo posible, que el video donde se ve al hijo de Xóchitl agredir de manera clasista y sin un mínimo de educación, al personal de seguridad de un antro en Polanco, causará la caída definitiva de la candidata presidencial opositora.
De inicio, intentaron engañar a los ciudadanos, señalando que se trataba de un error natural en un menor de edad, ya que según afirmaban, en ese entonces el muchacho contaba con escasos 17 años. Horas después, aparecieron nuevos datos, con los cuales queda claro que esta persona tenía 26 años, al momento de dar ese vergonzoso espectáculo.
Luego afirmaron que los hechos habían sucedido hace aproximadamente un año. Y la mentira volvió a caer, comprobarse que el suceso se verificó en noviembre pasado. Ya para entonces, Xóchitl Gálvez era la candidata opositora.
La disculpa pública obligada que da esta persona mayor de edad, fue otra medida de urgencia para intentar salvar la muy desprestigiada campaña política de Xóchitl. Del mismo modo, su renuncia al cargo de representante de las juventudes conservadoras que apoyan a Xóchitl, carece de la sinceridad necesaria como para ser tomada en cuenta. Forma parte del “bomberazo” que intentan Claudio X y su gente, para apagar un conato de incendio que ya hizo estragos en la imagen de su candidata.
Xóchitl Gálvez integró a su equipo de campaña a sus dos hijos. Un acto de nepotismo que le fue señalado desde el inicio. Incluso por gente de reconocida tendencia conservadora, como lo es Denise Dresser. Y hoy paga las consecuencias de esa equivocación. Colocó a su hijo, con problemas de alcoholismo, ante los reflectores políticos, en un momento en que toda falla personal, política o familiar, incide en la intención de voto dentro de la sociedad.
El “control de daños”, apoyado en el “nado sincronizado” que le conocemos a los medios masivos de manipulación, poco está consiguiendo. La campaña de Xóchitl Gálvez hace agua por todas partes y ese golpe certero, a escasos días del primer debate entre presidenciables, es demoledor.
¿Qué recursos le quedan a la oposición para intentar hacer crecer un poco a una candidata por demás opaca, que es sin embargo la “locomotora” política que arrastra al resto de las candidaturas con alguna posibilidad de triunfo?
Les queda un Instituto Nacional Electoral, que trabaja sin pudor alguno en favor de la causa conservadora. Es la última carta fuerte que juegan antes del día de la elección. Después vendrá la avalancha de impugnaciones y el intento de invalidar cierto número de elecciones. Pero eso será después de haberse dado la votación que definirá el panorama político del país, para los siguientes seis años.
El Instituto Nacional Electoral, no cuida mucho las apariencias. La consejera presidenta en el órgano electoral, carece de carácter y fuerza para realizar acciones efectivas, en contra de los allegados a Lorenzo Córdova, que siguen la línea de la parcialidad, en favor de los intereses del neoliberalismo. Las salidas de Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Edmundo Jacobo, no movieron demasiado la estructura burocrática al interior del INE y por lo mismo, hoy somos testigos de la fortaleza que tienen dentro de “la herradura de la democracia”, personajes como Carla Humphrey y Claudia Zavala. Ellas son quienes en verdad imponen “criterios” y directrices que son avalados por el resto de los consejeros.
Un acto que los deja desnudos ante la vista de los ciudadanos, se da con el hecho de haber entregado las preguntas que se formularán a los tres aspirantes a la presidencia del país, a los dos moderadores que cuidarán el orden dentro del debate. Lo hacen con varios días de anticipación. Lo hacen renunciando a una actividad que debieron ejecutar ellos mismos y no los moderadores, quienes en realidad son empleados de las televisoras que están en conflicto abierto con el Movimiento de Transformación.
El INE le cuesta millones de pesos a los mexicanos y su trabajo deja bastante que desear. Los consejeros son de una pereza profesional escandalosa. Cada que pueden, pagan a terceros para realizar actividades que son propias del instituto. La selección de preguntas que se formularán a los tres candidatos presidenciales, bien pudieron hacerla ellos mismos, o el personal a su cargo.
Prefirieron delegar esa obligación a unos moderadores que aplicarán criterios de publicidad para elegir lo que se pregunta. Son trabajadores de la televisión que van con un enfoque periodístico, donde lo espectacular y rentable, es lo que importa.
Además, hay un dato adicional que a los consejeros del INE parece no importarles. Uno de los moderadores, es fiel subalterno de Ricardo Salinas Pliego. El oligarca que se niega a pagar impuestos y que se encuentra en enfrentamiento abierto, con el presidente López Obrador. A ese moderador con inclinación clara en favor de todo lo que se mueva en contra del Movimiento de Cambio, le entregan el lote de preguntas que desea hacer la gente, para que, según su criterio, elija aquellas que deberá responder cada candidata o candidato.
Ésa es la última carta fuerte que jugará la oligarquía corrupta, el próximo domingo en el debate.
El INE se desnuda y entrega a los representantes de la oposición, disfrazados de “moderadores”, el paquete de 108 preguntas de donde se elegirán aquellas que deberán formularse en ese debate. Manuel López San Martín, empleado de Salinas Pliego cuenta con esa información privilegiada, que puede ser compartida con Xóchitl Gálvez, para preparar las respuestas correctas desde el cuarto de mando de Claudio X González. De igual manera, puede conocer anticipadamente las preguntas que le harán a la doctora Claudia Sheinbaum, para ir preparada con el contraataque preciso, después de cada intervención.
La campaña de Xóchitl Gálvez está a un paso de la caída definitiva. La intención de la oligarquía corrupta, es la de llevar en hombros o en camilla si es preciso, a su candidata, hasta el día de la elección. No importa lo que eso cueste.
Y para eso, cuentan con la complicidad de un árbitro electoral, que en ningún momento se ha mostrado imparcial.
Estemos atentos a lo que sucede en ese primer debate. Desenmascaremos de inmediato la farsa que se tiene planeada, porque ésa es la última batalla grande que enfrentará el Movimiento antes del día de la elección.
Claudia Sheinbaum es mucha pieza para la candidata opositora y seguramente ha medido la dimensión del problema. Debe tener una estrategia sólida para enfrentar esa emboscada, disfrazada de debate.
Acompañemos el domingo a Claudia y denunciemos en redes sociales y en nuestro entorno, la guerra sucia que intentará poner en marcha, al menos uno de esos supuestos moderadores.
Malthus Gamba