El INE, el monstruo con nuevas cabezas
Es la última vez que tocaré el tema de la elección de candidatos a consejeros del INE. El proceso de selección terminó y hay cosas importantes que tratar en adelante. Pero es una pausa a corto plazo.
Dentro de poco tiempo, lo acertado o reprobable que resultaron estas elecciones, quedará en evidencia ante los ojos de una sociedad cada vez más crítica, que no se queda callada, a pesar de los periodistas reconocidos, o los políticos de larga carrera, que intenten imponernos su punto de vista.
Mario Delgado, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, queda exhibido como un político de formación enteramente neoliberal.
Y esto no lo dicen solamente muchos ciudadanos. En la conferencia mañanera del día de ayer, el propio presidente de la república lo evidenció, al señalar que Mario Delgado dejó fuera de los asuntos a tratar en el periodo extraordinario de sesiones convocado, iniciativas tan importantes como la derogación de los fideicomisos que desvían recursos del pueblo, así como el asunto relativo a la reforma de las leyes que otorgan privilegios especiales a determinadas empresas farmacéuticas en el país.
Claramente, López Obrador señaló que la única iniciativa que en verdad interesaba al bloque de Morena en ese momento, era la que tenía que ver con asuntos electorales. “Quién sabe por qué”, dijo el presidente irónicamente, puesto que el asunto político electoral, es prioritario para buena parte de la clase política mexicana, dada la proximidad de las elecciones en el 2021.
Vamos a explicar cuál es la responsabilidad e Mario Delgado en el asunto de la designación de nuevos consejeros para cubrir vacantes ante el INE:
La formación de la Comisión Evaluadora para elegir candidatos, tenía reglas claras, conocidas por todos. Siete personas de honorabilidad reconocida, integrarían dicha comisión.
Tres de ellas serían propuestas por la Comisión de Coordinación Política en la Cámara de Diputados, donde Mario Delgado preside. Dos más llegarían por propuesta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Las dos últimas las propondría el Instituto Nacional de Acceso a la Información.
De los siete participantes, era seguro que cinco, bien elegidos, sacarían adelante un proceso limpio, donde los mejores perfiles ciudadanos, serían seleccionados. Los tres que elegiría la JUCOPO donde Mario Delgado tenía toda la autoridad, así como los dos que enviaría la Comisión de Derechos Humanos, limitarían los posibles candidatos afines a la línea conservadora que pudiera proponer el INAI.
¿Qué pasó con estos comisionados?
Que no se trató de personas confiables, que respondieran primeramente a los intereses de la sociedad. Los integrantes de la comisión evaluadora respondieron en realidad a intereses políticos, académicos y electorales. No fueron imparciales en sus juicios y dejaron fuera de la competencia a los mejores candidatos para ocupar las vacantes.
Sin entrar ya en detalles de procedimiento o técnicos, es evidente que la JUCOPO envió deliberadamente a gente que elegiría a perfiles acordados previamente en esa Junta de Coordinación Política. Fue un acuerdo entre coordinadores de las distintas fuerzas en la Cámara, a nivel comisión.
Derechos Humanos envió a John Ackerman y a Sara Lovera. De estos dos, solo Ackerman respondió democráticamente.
Del INAI no se esperaba algo bueno.
Con una Comisión Evaluadora viciada de origen, por así convenir a los intereses de partidos y políticos en la Cámara de Diputados, se llevó a cabo una selección de candidatos que a pocos dejó conformes.
La mitad de la bancada de Morena, protestó cuando tuvo conocimiento de quiénes formaban parte del listado de las cuatro quintetas que debían ser votadas.
Los mejores candidatos quedaban fuera y al mismo tiempo, quedaban dentro familiares de consejeros electorales en activo, amigos o compañeros de los evaluadores y funcionarios de tiempo en el ámbito electoral.
Los diputados inconformes solicitaron la anulación de la última parte del proceso de selección, al igual que buena parte de la sociedad mexicana.
Pero los tiempos electorales, conocidos bien por Mario Delgado y el resto de la JUCOPO, ya no permitían esta limpieza en un proceso viciado, manoseado y antidemocrático.
Si no se votaban esas quintetas en la Cámara de Diputados, a más tardar el día 22 de julio de este año, sería el Tribunal Electoral el que haría las designaciones “por sorteo”.
Esto no fue una sorpresa. La Junta de Coordinación Política en la Cámara de Diputados conocía esta parte del proceso desde el inicio.
Las votaciones se dieron entonces, a falta de otra alternativa.
Es mentira que se hayan elegido a los mejores candidatos, como hoy pregonan Mario Delgado, Muñoz Ledo, Tatiana Cloutier y otros diputados “buenaondita”, que dicen que la democracia ganó el día de hoy.
Se votó por lo menos malo que había en las quintetas. Eso fue todo.
¿Qué significado tiene para México esta designación de nuevos consejeros al INE?
Lo sabremos en muy poco tiempo.
Está próxima la calificación que este Instituto dará a las organizaciones que están solicitando su registro como nuevos partidos políticos.
Entre ellos figura destacadamente “México Libre”, organización que encabeza Felipe Calderón.
Es un secreto a voces que Calderón y su esposa han alterado firmas y documentos en el pasado reciente, para intentar registrarse ante el INE.
En la construcción de “México Libre”, se conocen casos donde estos vicios se hacen presentes. Actas alteradas para justificar el quórum necesario y fotocopias de credenciales de identificación de dudosa autenticidad.
Además, los topes de gasto fueron rebasados, si tenemos en cuenta la excesiva publicidad que pagó esta organización para conseguir adeptos.
Los nuevos consejeros otorgarán o negarán el registro a estas organizaciones, junto con los viejos y corruptos consejeros del INE por todos conocidos.
Veremos la limpieza en este proceso y la intención del voto de cada nuevo integrante del INE.
Hoy inicia en el mundo de la política mexicana un nuevo capítulo. Se acepta que la elección ya fue realizada de una u otra manera y que las diferencias quedaron atrás. Es lo que se conoce como “operación cicatriz”. Todos se perdonan y “aquí no pasó nada”.
Ahora, “hay que calmar a la gente”, “apaciguar los ánimos”.
Pasan por alto que están frente a una nueva sociedad, que no se deja manipular, ni engañar.
El cambio de rumbo en el INE se perdió, por culpa de los políticos electoreros que vieron más por sus interese personales, que por la verdadera democracia.
Un instituto electoral, donde la corrupción es regla, necesitaba una reestructuración de fondo y no el maquillaje superficial que quieren vendernos como “avance democrático”.
No llegan perfiles prometedores al INE. Llega la medianía. Los potenciales aliados de quienes se sienten dueños del aparato electoral del país.
Quienes pensamos así, esperamos equivocarnos. Esperamos que los nuevos consejeros nos desmientan con la calidad de su trabajo.
De no ser así, el fraude, la corrupción y la complicidad entre árbitro y políticos conservadores, seguirá siendo una amenaza para la naciente democracia mexicana.
Se habrá perdido mucho, por los errores de unos cuantos.
Malthus Gamba