El fracaso neoliberal es tan grande; que ni la comentocracia pudo salvarlo
La guerra electoral inició desde hace bastante tiempo en nuestro país, con suerte distinta para los bandos que disputarán gubernaturas, congresos y presidencias municipales en muchos de los Estados de esta nación.
Morena avanza en “caballo de hacienda” sin contrincantes reales a la vista y este fenómeno es digno de un estudio profundo. En realidad el partido ha quedado a deber mucho. Hay un desorden al interior del mismo, donde distintos políticos formados en la era del neoliberalismo, luchan entre sí por el control de la dirigencia nacional. Pretenden colocar como candidatos a puestos de elección, a personajes afines a sus intereses personales o de grupo. Morena en este momento, no es el movimiento social que llevó a la presidencia a López Obrador y sin embargo, va a arrasar en las elecciones intermedias.
La causa es una sola y la comprende perfectamente el “pueblo sabio”. La Cuarta Transformación que impulsa el presidente López Obrador, ha traído cambios significativos a la vida de los ciudadanos de a pie.
No obstante el problema mundial que ocasiona la pandemia de Covid-19, que afecta no solo la salud de la gente, sino la economía de cada país, en México se vive con plena confianza en que este periodo será superado en el corto plazo. Los programas sociales implementados por este gobierno, dejan los recursos básicos en la mayoría de los hogares mexicanos, para solventar las necesidades más urgentes.
No hay malestar social, tal como quisieran los grupos conservadores, defensores del modelo neoliberal. El pueblo de México apoya las políticas públicas del presidente y está dispuesto a ratificar su respaldo, votando masivamente por los candidatos de Morena en 2021.
Por lo mismo, la clase conservadora, camina con la peor de las suertes hacia las elecciones intermedias. Sus partidos políticos están desgastados y carecen de sangre joven para reemplazar a los corruptos del pasado, con exponentes libres de las manchas de quienes hoy son señalados como delincuentes de cuello blanco.
Los medios de comunicación reaccionarios, perdieron toda credibilidad ante un pueblo que los identifica como parte de la corrupción neoliberal. Los López Dóriga, Loret de Mola, Dresser, Riva Palacio, Pascal Beltrán, Marín, Brozo y tantos más, no tienen el alcance mediático de tiempos anteriores. Sus audiencias disminuyen en igual proporción al crecimiento de medios alternativos en redes sociales.
Y sus intelectuales, antes dominadores de la escena cultural en el país, hoy no son voz creíble para un pueblo que ha aprendido a pensar y actuar por sí mismo, sin necesidad de muletas que fingen representar la opinión generalizada de la sociedad.
Si Morena se encamina hacia unas elecciones que fortalecerán indiscutiblemente al proyecto de Cuarta Transformación que estamos viviendo, el neoliberalismo avanza hacia el final de la historia de varios de sus partidos emblemáticos, que no alcanzarán la votación mínima requerida, para mantener el registro electoral.
El fraude como vía para hacerse del poder a toda costa, a pesar de la voluntad del pueblo, parece cada día más difícil. Ese tipo de faltas son consideradas actualmente, como delito grave. Se pagan con cárcel y no alcanzan libertad bajo fianza.
Los ojos de millones de mexicanos estarán puestos en el INE, quien deberá decidir primeramente, si otorga o no el registro como partido político a la asociación “México Libre”, encabezada por Felipe Calderón. Después, será observado permanentemente en la calificación de toda elección realizada en el 2021.
El INE y el TRIFE, serán vigilados por la máxima autoridad en el país. El pueblo. Muchos estarán pendientes del trabajo que realicen Lorenzo Córdova Vianelo y Ciro Murayama, entre otros consejeros electorales. No son pocos los que piden cárcel para estos funcionarios que se han prestado al fraude electoral, en procesos del pasado.
Las oportunidades de la clase conservadora que pide el regreso del modelo neoliberal al gobierno, son pobres. 2021 pinta como una nueva pesadilla para ellos.
Mientras tanto, la estrategia de estos grupos descoordinados, se centra en una especie de juego de “relevos”, donde intentan abrir una brecha en el muro de la Cuarta Transformación, para encontrar la ruta del milagro que los lleve a un triunfo de última hora.
Durante los días hábiles de la semana, las granjas de bots contratados por la derecha neoliberal, atacan permanentemente al presidente y demás funcionarios públicos, intentando poner en evidencia alguna falla de la que puedan sacar provecho. No les gusta cómo se maneja la pandemia de Covid-19, ni les gustan los proyectos del nuevo aeropuerto, refinería en Dos Bocas y Tren Maya. No les parece buena la estrategia de seguridad que sigue el gobierno del cambio. Tampoco la estrategia económica que pone por encima de todo a los pobres.
Los medios de comunicación hacen eco de estas inconformidades, a las que quieren dar imagen de “descontento social”.
No les ha funcionado hasta la fecha su “jueguito”, ya que la conferencia matutina del presidente, destruye de inmediato sus castillos de naipes.
Por eso, los fines de semana, envían a sus viejos intelectuales cargados con ideas de tiempos pasados.
Puede aparecer Aguilar Camín o Enrique Krauze, intentando convencer a los ciudadanos, de que estamos viviendo una época de incertidumbre, que contrasta con el “bienestar” y la “seguridad” que disfrutamos durante el neoliberalismo.
Pretenden despertar el miedo del pueblo ante la palabra “populismo”. Comparar a López Obrador con los perores dictadores que registra la Historia.
A veces utilizan a intelectuales de segundo y tercer orden, e incluso a aprendices en el oficio, como Francisco Martín Moreno y Guadalupe Loaeza Tovar.
La intención es dejar para el fin de semana, un amargo sabor de boca en las mentes más débiles del país. Hacerlas dudar del proyecto de Cuarta Transformación que estamos viviendo.
Piensan que al final, estos indecisos y “desilusionados”, terminarán votando por el regreso del neoliberalismo a tierras mexicanas.
Los intelectuales “orgánicos” han terminado en simples panfleteros del poder económico-político que siempre ha pagado bien por sus servicios.
Pero la gente no cree en ellos. Desprecia su servilismo y su falta de compromiso social. Los asocia de inmediato con los gobiernos corruptos del pasado y desecha sus “ideas” por sucias, mentirosas y carente de ética.
Mal están las cosas para el proyecto conservador en nuestro país.
No entienden que hoy combaten con un pueblo informado. Con medios de comunicación alternativos que ridiculizan a los “chayoteros” del pasado y con una nueva clase intelectual que no busca puestos públicos, ni dinero fácil.
El pueblo, cien por ciento “populista” y “obradorista”, en la mejor interpretación de estos conceptos, no cae en el juego conservador y está a la espera de la siguiente elección, para dar el golpe final al neoliberalismo.
Malthus Gamba