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El adoctrinamiento del aspiracionista
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El adoctrinamiento del aspiracionista

El proceso de adoctrinamiento que vivió la sociedad a través del neoliberalismo y que implicó el lavado de cerebro orientado a lograr que los demás disfruten del castigo, creó las situaciones más absurdas que alguien en su sano juicio se pueda imaginar.

No tenemos que ir muy lejos para darnos cuenta de las cosas que los enorgullecen y los hacen creerse importantes, en su ilusión desesperada por sentirse parte de una élite a la que no pertenecen, porque solo han sido instrumentos para que un grupito muy pequeño se enriquezca cada vez más.

Para entender el despropósito podemos analizar el perfil del servicio que proporcionan algunos restaurantes caros de Polanco y desde una óptica pragmática llegaremos a conclusiones insospechadas por lo ridículas.

Por ejemplo, el que se precia de ser el mejor restaurante de Norteamérica llamado Pujol del chef Enrique Olvera, en la calle de Tennyson, nos describe varias opciones de sus menús de degustación; uno de ellos llamado Omakase, se describe como una experiencia inspirada en el omakase japonés, donde el comensal deja guiar su degustación de la mano del chef, los platillos cambian todos los días y como en una barra de tacos, el maíz está siempre presente. Experiencia limitada a doce personas por seating, bebidas a la carta. Otro ejemplo, es su barra de tacos que incluye 10 tiempos; es decir, 10 tacos elegidos por el chef, en tortillas de aproximadamente 10 centímetros de diámetro.

Esto quiere decir simplemente que te vas a comer lo que diga el cocinero ese día y que te lo comas porque está muy bueno; si no te gusta es porque tu paladar no es lo suficientemente sofisticado como para dejarse guiar de la mano del chef.

Para acceder a estos privilegios sólo tienes que pagar entre 2,300 pesos sin bebidas y 3,000 en uno de los menús que incluye maridaje, como ahí le llaman a que te tomes un refresco o una copa de vino con la comida.

Por supuesto como tienen cola, hay que reservar, dejar abierto un voucher de la tarjeta de crédito y esperar varias semanas para que te den la tan codiciada cita, en la que te puedes comer hasta 10 tacos escogidos por otro, del tamaño de los que te sirven en el Tizoncito, pero a razón de 250 pesos por taco.

Las reglas del restaurante te permiten llegar hasta 15 minutos después de la hora marcada. En caso de que te pases de ese límite, tu lugar se pierde y ya no comes, pero el costo del menú completo se lo cargan a la tarjeta que les proporcionaste. El tiempo máximo que puedes utilizar la mesa mientras comes es de 2 horas y media, y después, si quieres seguir bebiendo te sales a la terraza. Hay que irse con tiempo porque el restaurante no tiene ni estacionamiento ni ballet parking; al fin que en Polanco eso nunca ha sido un problema.

A lo mejor si tienes mucha suerte y vas varias veces, podrás ver ocasionalmente desde lejos a alguno de los personajes que sí han logrado amasar fortunas enormes al amparo del poder público, a los que tanto admiras y que se han hecho ricos de robarse tus impuestos.

Así mientras un aspiracionista se esfuerza al máximo para vivir esta experiencia inigualable, todos los demás podemos disfrutar comiéndonos 10 tacos al pastor, donde tú le dices al chef como los quieres, con un sofisticado maridaje de néctar de fruta tropical, pagando 230 pesos por ellos, sin reservación, sin cargo si llegas tarde y a lo mejor hasta con vallet parking.

Como dijo la actriz estadounidense Merryl Streep: “Cuando los dioses quieren castigarnos atienden nuestras plegarias”.

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