Conflicto en el Cáucaso, la cenizas incandescentes de la Guerra Fría
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
La semana pasada se reactivó , tuvo su crisis y se apaciguó un conflicto entre dos de los tres países que se ubican en el Cáucaso: Azerbaiyán se lanzó contra Armenia en una zona despuntada desde hace décadas.
Nagorno Karabaj es un sitio en el que más del 90 por ciento de los habitantes es de origen armenio, pero Azerbaiyán asegura que es parte de su territorio. Ante el debilitamiento y posterior caída de la Unión Soviética, el conflicto se agudizó y entre 1988 y 1994 ambas naciones firmaron un cese al fuego que sería vigilado por 3 mil unidades rusas trasladadas hasta el enclave, después de al menos 30 mil muertos por el combate.
Así pasaron años hasta que en 2020 la ruptura del cese al fuego dejó una centena de soldados muertos. En ese momento, las autoridades de Nagorno Karabaj, acusaron a Azerbaiyán de violar el pacto y de atacar objetivos civiles como parte de una política “genocida” que busca “destruir físicamente” la presencia armenia en la región.
Rusia tenía la encomienda de cuidar la paz en la región, pero ya para ese momento, el país presidido por Vladimir Putin tenía su propia guerra en contra de Ucrania. Es por ello que el caos y los enfrentamientos armados se salieron de control.
La gente de Nagorno Karabaj se autodenomina como la autoproclamada República de Arrsaj, pues son separatistas no reconocidos por las Naciones Unidas, que como los kurdos, como los saharauis, tampoco se sacaron un boleto en la lotería internacional para ser un país.
Y los bandos son los de siempre: Rusia, Turquía, son aliados clave de Azerbaiyán, y aunque los rusos fueron clave para que la semana pasada se frenaran las hostilidades, se han determinado negociaciones en las que muy probablemente Azerbaiyán pueda avanzar en su cruzada por quedarse con Nagorno Karabaj.
Por otro lado, apenas el sábado pasado llegó a Armenia una delegación de congresistas estadounidenses que se reunirían con autoridades para dialogar sobre la situación en el Cáucaso. Poco después de este evento, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan dijo precisamente que sus alianzas hasta ahora habían sido “ineficaces”, habiendo referencia a la cercanía con Rusia heredada desde la unión soviética.
Al respecto, y mientas la guerra en Ucrania tensa las relaciones entre Rusia y Occidente, Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores de Moscú señaló en una conferencia después de intervenir en la ONU: “Pueden llamarlo como quieran, pero (Occidente) está luchando contra nosotros, está luchando directamente contra nosotros, lo llamamos una guerra híbrida, pero eso no cambia las cosas”.
Lavrov acusó a Estados Unidos y a las naciones occidentales de prolongar la guerra por negarse a considerar cualquier propuesta de paz que no venga desde Ucrania, que pide la retirada de las tropas rusas en su territorio. “¿Quieren que (la negociación) sea sobre el campo de batalla? Muy bien, pues será sobre el campo de batalla”, aseguró.
Asimismo, criticó la intervención estadounidense en Armenia y aseguró que el movimiento busca socavar la influencia de rusa en la región asiática. Hablando en Naciones Unidas, Lavrov acusó a las potencias occidentales de estar “moviendo los hilos” para socavar la influencia rusa, pero añadió que “desafortunadamente, el liderazgo de Armenia de vez en cuando echa más leña al fuego”.
Uno podría pensar que estos son conflictos lejanos, quizás intrascendentes para nuestro país, pero ya vimos que la guerra en Ucrania dejó cortes en las cadenas de suministro, desplazados que llegaron incluso a la frontera norte de México, inflación por la falta de recursos agrícolas, entre muchas otras consecuencias.
Con el caso de Armenia-Azerbaiyán se nos recuerda que la Guerra Fría no terminó para todos, y la necesidad de expansión e influencia de las potencias deja pequeñas cenizas al rededor del mundo que, si se atizan un poco, podrían encenderse otra vez.