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Con Claudia Sheinbaum se termina la costumbre de poner al más débil como sucesor presidencial
Columnas, El día

Con Claudia Sheinbaum se termina la costumbre de poner al más débil como sucesor presidencial

Por: @jorgebarrivivas

En otras ocasiones, he escrito sobre lo que llamo la “tara política” en México, una degradación que se fue dando bajo el principio presidencial de poner al más débil como sucesor para poder manejarlo y cuidar las espaldas de quien lo puso.

Dicha costumbre la salió muy cara a México, pues como parte de esa degradación el país cayó en manos de personajes (a quienes ni políticos se les puede considerar) traumados y pusilánimes, sin mayor ambición que el enriquecimiento sin escrúpulos.

Caquistocracia es el término usado para designar un gobierno formado por los más ineptos, los peores individuos de una sociedad, lo cual puede darse por accidente cuando una sociedad elige por error a un mal gobernante, pero en el caso mexicano fue algo premeditado.

Desde el gobierno de Adolfo López Mateos, con la designación de Gustavo Díaz Ordaz, comenzó esa tara de la que hablo. “Gustavito”, como le llamaba López Mateos, era el clásico funcionario agachón, servil al nivel de tapete y que cuando tomó el poder sacó todos sus traumas a relucir. Ya conocemos la historia de 1968, y esta es solo un ejemplo de aquello que señalo, luego vendrían un Echeverría maquiavélico que le deja el poder a un López Portillo que se creía un garañón y terminó llorando en la tribuna legislativa. Este último hereda el poder a un De la Madrid que, ante la tragedia del terremoto, no sale de su escondite y posteriormente le obsequia el control del país a un Salinas hijo de papi, traumado con ínfulas de emperador… Ya de ahí la historia es más conocida: un Zedillo vulgar mercachifles que solo se sentó a enriquecerse y trabajar para sus jefes, un Fox pusilánime, un alcohólico frustrado como Calderón y un bueno para nada fruto de Atlacomulco como Peña Nieto.

Con Andrés Manuel López Obrador se termina dicha era de degradación, pues sin temor al futuro y consciente de su lugar en la historia, se entusiasma con la posible (y casi segura) llegada de una galardonada científica como su sucesora. Claudia Sheinbaum no es solo un ejemplo como académica, sino que como gobernante ha demostrado capacidad y carácter.

Sirva de ejemplo el caso de covid-19, cuando aplicó en la CDMX, una de las ciudades más pobladas del mundo, una política distinta a la del gobierno federal, y tampoco olvidemos los resultados en la disminución del delito y mejoría financiera de la entidad.

Por eso, no es demagogia, sino reconocimiento tácito, cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador señala que “quien viene después de mí, es mejor que yo”, frase que no podría haber dicho ninguno de los expresidentes desde hace cincuenta años… Un dato más en el que sobresale históricamente AMLO.

Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.

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