Completa falta de rigor técnico en opinión de Moody’s sobre “inminente” devaluación
Recientemente la calificadora internacional de riesgo Moody’s, a través de su director para América Latina, Alfredo Coutiño, pronosticó que es inminente una devaluación de 20% para el peso mexicano, agregando que podría devaluarse a 24 pesos por dólar, y que esto podría suceder en 2022, 2023 o incluso 2024.
La absoluta falta de rigor técnico aplicada por Moody’s para emitir esta opinión ni siquiera le permitió establecer el año en el que esto podría suceder. Siguiendo su lógica, podríamos estar hablando del 2035 o tal vez cualquier otro.
Parece que esta calificadora ya incluyó en sus filas a prestigiados analistas financieros como Carlos Loret de Mola, Chumel Torres o Leo Zuckerman para que enriquezcan la solidez de sus pronósticos.
Por desgracia para ellos, la probabilidad de que esto suceda en las condiciones del manejo económico que realiza el gobierno mexicano, es muy baja, como lo expresa Jonathan Heath, Subgobernador del Banco de México, señalando que no hay ninguna razón para que esto suceda.
Adicionalmente el presidente López Obrador adjudicó la opinión de Coutiño a que el comportamiento de la economía mexicana los tiene enojados porque habían pronosticado una fuga masiva de capitales que no se dio como ellos esperaban.
Si bien las transferencias de recursos al extranjero han sido cuantiosas, se han compensado con el ingreso masivo de divisas de distintas fuentes como el turismo, el comercio exterior y la inversión extranjera directa que han superado por mucho lo que se había estimado.
Como consecuencia de esto y del manejo sensato de las múltiples variables económicas como deuda, niveles de recaudación, inversión, etc., y un manejo sensato de las finanzas públicas el peso no solamente no se ha devaluado en relación con el dólar, como sucedía en los gobiernos anteriores, sino que es una de las monedas que mejor se ha desempeñado en el mundo.
Esta afirmación nos hace recordar el desempeño de esta y otras calificadoras que otorgaban las calificaciones de riesgo casi inexistente a Lehman Brothers en 2008, tres semanas antes de que se fuera a la quiebra, y quedaran con la cara embarrada de merengue en otra de sus acostumbradas pifias históricas como la de la empresa Enron, por ejemplo.