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Carta a un ciudadano del siglo XXI
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Carta a un ciudadano del siglo XXI

Por: Melvin Cantarell Gamboa

Roberto Antonio Loo Sánchez es un joven Ingeniero Civil egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Sinaloa; después de leer un escrito mío me envió un Whatsapp en el que pregunta: “¿Cómo ve el futuro? ¿Es optimista de lo que sembró AMLO?” con gusto daré respuesta con el presente texto.

Desde el punto de vista y la perspectiva de un hombre de la tercera edad quiero abonar a Roberto y a su generación, ciudadanos del siglo XXI, razones y argumentos que les permitan entender y comprender el conjunto de circunstancias que determinan lo que hoy sucede en México, porque seguramente impactará su futuro.

Decía José Ortega y Gasset, filósofo español, “hay que mirar al pasado cuando se proyecta la vida futura para no repetir los mismos errores”. Todos los que padecimos por décadas la insensible avidez, codicia, incompetencia y corrupción de los gobernantes emanados del PRI y el PAN, quienes crearon más problemas que los que resolvieron y hoy se niegan a reconocer los efectos de sus propias acciones, tenemos la obligación de transformar nuestra frustración y fracaso en testimonio de verdad como aportación a los combates que contra la opresión iniciaron en 2018 nuestra novel descendencia.

Mi generación y la que nos precede fuimos acumulando durante ocho décadas esa ira que guarda relación con la honradez, la justicia y la moral, para hacer brotar esa cólera, coraje y orgullo que hace falta a un pueblo para decir ¡basta! y echamos a los incompetentes y corruptos políticos de PRIAN del poder.

Ahora es necesario hacer algunas reflexiones: ¿Vemos una nueva manera de combatir la desigualdad? ¿Hay evidencias de que el país recupera la soberanía sobre sus recursos naturales? ¿Se ha trazado una vía para reconstruir la Nación? ¿Existe el sentimiento de que las cosas son distintas? Si los cambios observados ofrecen la perspectiva en la solución de problemas reales, entonces hay que concluir el trabajo y evitar que los culpables del fracaso se repongan; los obstáculos se superan destruyendo sus causas, no atacando sus efectos.

Por lo que se refiere a la pregunta de sí soy “optimista de lo que sembró AMLO” (sic). Mi respuesta es contundente: ¡no! No me dejo llevar por el optimismo de la voluntad, por experiencia soy un pesimista de la inteligencia.

Solo si hacemos lo que corresponde logramos que las cosas mejoren, de otra manera nos engañamos; ésta fue la razón por la que mi generación habiendo vivido tantas crisis, tantos fracasos a la hora de resolver problemas, soportó gobiernos incapaces que se negaron a ofrecer soluciones reales a fin de proteger a los poderosos y sus propios intereses. Soportamos con sumisión los abusos (si exceptuamos algunos contados casos heroicos de rebeldía), vimos crecer desigualdad, pobreza, miseria, explotación y opresión sin repudiar esa vileza con acciones.

Fue una amarga experiencia para mi generación que espero sirva de lección a la tuya y no se resignen a una vida de sometimiento y servidumbre y opten por una república sin vileza ni opresión construyendo una sociedad que nos devuelva la patria, la ciudad, el hogar tranquilo, sin la tiranía cotidiana de las carencias.

El criterio que permite dar sentido a la acción de las fuerzas del cambio es comprender antes de actuar, aprender a pensar a partir de una subjetividad liberada y saber empatar los fines de una sociedad civil solidaria con el proyecto de una vida buena.

Las condiciones están dadas porque el presente enfrenta dos realidades: una en estertores de muerte y otra que alumbró en las elecciones de 2018. La primera, en afán de sobrevivir se aferra a una lógica de la decadencia, es decir, se niega a desaparecer porque tiene mucho que perder y echa mano de todos los medios a su alcance revocando toda ética y toda moral con discursos que exacerban odios, pasiones y emociones atávicas con engaños, mentiras, maldad, egoísmo, falsificaciones e ilusiones, característico de su pensar desiderativo. La otra nació para hacer valer la ley de la insatisfacción liquidando toda aflicción social con la construcción de una sociedad solidaria más libre, más justa y comunitaria.

La sociedad que imaginamos está al alcance de tu generación, si este 6 de junio terminamos la cimentación sobre la que se elevará el edificio que albergará la justicia con equidad que ya ha echado a andar. Eso espero.

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