Aviso a la comunidad sobre el fin del mundo
Aviso a la comunidad sobre el fin del mundo
@HectorAtarrabia
Encuentro al mundo de las redes sociales como algo muy divertido y entretenido, a más de útil. Es, en un sentido muy amplio, un nuevo planeta y una nueva realidad. Pero eso podría ser una deformación personal. Existen amplios reportes sobre su posible incidencia negativa en la salud mental de la población, particularmente niños y adolescentes. (Como sugiere, entre otros, el estudio de Brian Primack et al, para el CRMTH del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh)
Comento esto, queridos nietecitos, debido a que encuentro con frecuencia a jóvenes de quince y hasta cuarenta años de edad, que, en medio de la conversación, me mencionan el Fin del Mundo. Cuando los interrumpo para preguntar a qué, exactamente, se refieren, abunda la enigmática respuesta: “eso nos dicen todo el tiempo”.
Debo proferir ahora unas palabras que suenan terribles; hasta donde sabemos, todos nos morimos. Tarde o temprano, pero seguro. Y debo recordar esto, porque parece abundar una curiosa fantasía alrededor de en qué número simultáneamente nos morimos para ser importante. Quiero decir, el fin individual, es el único que tenemos cada uno. Si me infarto solo aquí en mi estudio, muero solo. Si bien, me acompañan muchos en todas partes del mundo, pero en mi funeral, nadie considerará eso. Quizás ocurra a bordo de un camión acompañado de otros cuarenta desgraciados. Eso conmoverá un poquito más al leerlo en el diario local, para ser olvidado al llegar a la página de deportes, pero, mi fin, el personal, habrá sido tan individual como la anterior versión del infarto en mi estudio. Y, si el postergado meteorito cayera, seguiría siendo igual de individual y solo.
A lo que me quiero referir, es que, la eventualidad de un “Fin del Mundo”, carece de sentido real en lo individual. Es un concepto morboso, impactante, y vacío de sentido. Pero ha sido muy utilizado desde tiempos muy antiguos por el poder que otorga a quien lo sabe utilizar. Por supuesto, gobernantes y religiosos lo han empuñado con entusiasmo, para amenazar, y para controlar.
El enorme Gibrán Ramírez Reyes, nos ilustra en su esclarecedor artículo “Sobre la depresión y el monstruo farmacéutico” acerca del jugoso negocio para las farmacéuticas que la depresión provee. Pero no solo son esos entes. La pretendida amenaza colectiva, creando desesperanza y depresión, alimenta a sectas religiosas, a armerías y a los negocios de alcohol y otras drogas legales e ilegales (ver el excelente texto de Norman F. Pearl “El descrédito de la marihuana frente a nuestras prestigiadas drogas legales”).
No, nietecitos, no compren fantasías catastrofistas, y, mucho menos, las confundan con el análisis-de-la-realidad-con-el-fin-de-transformarla-por-difícil-que-parezca.
Cada día, veo cómo los diarios, aprovechando ese sentido tan natural de alerta que nos estimula el instinto de supervivencia, llenan planas de lo más truculento que puedan presentar. Nuestro cerebro está diseñado para absorber las alertas, pero, si aumentan sin medida y sin salida, terminan provocando una “caída del sistema”, angustia, depresión…y beneficios para aquellos que controlan los mencionados negocios.
El fin del mundo, desde las glaciaciones, los mega volcanes, y las epidemias, ha estado presente en cada momento. Pero no está ocurriendo. No especialmente. Está ahí y no está, como el gato de Schrödinger, y es un evento ante el cual, ni podemos hacer nada, ni tenemos una diferencia cualitativa de nuestro fin individual. Pero hay quien lo utiliza para clavar sus garras en nuestros ahorros, planes, sueños, alegrías, luchas.
San Pablo, plagiando descaradamente a Isaías, se lo achacó como castigo a la pérfida Roma. El medioevo creyó verlo llegar con la peste. Mi generación lo vio mostrar su fea cara con la crisis de los misiles. Internet nos arroja meteoritos un día sí y al otro también. Está ahí y no está. Pero cada quien tendrá su día para asomarse a la cajita y ver si el gato vive o no. Mientras, no tiene ni sentido dejar que nos controlen con el petate del muerto.
Tendremos un mejor país, tendremos una mejor semana en lo individual, tendremos esperanza de un mundo mejor, siempre.
©HéctorAtarrabia2019