21 Dic 2024

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Astillero y la máscara rota
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Astillero y la máscara rota

Entrar al mundo de la mentira periodística que maneja Julio Astillero, es una experiencia nociva para la salud.

Es abrevar en aguas claras, donde todo parece tranquilo y normal, hasta el momento en que los síntomas del envenenamiento aparecen.

Julio pertenece al grupo de periodistas de segundo nivel (nunca alcanzó gloria mayor en la esfera de los medios televisivos), que gozaron de un amplio prestigio dentro de la prensa impresa.
Tiene formación. Conoce el oficio. Se mueve como pez en el agua dentro del medio en que realiza su actividad diaria.
Tiene audiencia de años, a quienes gusta la ironía y el párrafo punzante de Julio.

Cuenta con fuentes que lo ponen al tanto de buena parte de los sucesos nacionales importantes.

Para muchos, la claridad y calidad de Julio Astillero, está más que probada. Son quienes beben del agua que ofrece, sin presentar otros síntomas de contaminación, que el de compartir el mensaje que Julio se empreña en hacer prosperar.

Un mensaje de corte conservador, bien disfrazado con la clásica vestimenta de la imparcialidad y el señalamiento objetivo de los hechos.

Hay periodistas que difunden el mismo mensaje que Julio, pero son más burdos y se ponen en evidencia de inmediato. Está el caso de Dolia Estévez, León Krauze, la misma Carmen Aristegui que se atragantó de “objetividad”, al grado de sufrir una indigestión que puso en evidencia todo lo que llevaba dentro.

Julio ha intentado cuidarse más, para hacer más lenta la evidente caída en su audiencia.

Por eso mantiene una crítica de “baja intensidad” en contra de acciones y personajes de la derecha mexicana. Se sube al tren de la descalificación hacia grupos reaccionarios, pero bajo ciertas reglas.
Si se trata de una falta evidente e inocultable, que ya fue comentada en otros medios, va con todo. Se tira a fondo. Total, se trata de una causa perdida.

Si es sobre un hecho que aún no se encuentra bien definido, va con cautela, intentando encontrar atenuantes que sirvan para justificar al infractor, que representa intereses de la derecha.
Cuando la defensa en favor de la oposición tiene bases sólidas o creíbles, aporta su granito de arena, en respaldo de la causa reaccionaria.

Y así se la lleva.
Es muy distinto cuando se acusa a políticos o funcionarios afines al gobierno del presidente López Obrador.

Ahí la postura de Julio Astillero es por regla general, de condena. El nivel puede variar un poco. Pero lo mínimo que se ve en Julio en esas ocasiones, es el dejar plantada la semilla de la duda.
Julio es un activista contrario al proyecto de transformación, que impulsan el presidente López Obrador y el pueblo de México coordinadamente. Recordemos que el sector opositor tiene en este momento enorme poder económico, pero carece de respaldo social.

Vamos a ver qué sucede el día de ayer, donde Astillero da cuenta de las declaraciones públicas que hace Donald Trump, específicamente en contra del canciller Marcelo Ebrard.

En pocas palabras, cuando Trump amenaza al gobierno de México con imponer sanciones arancelarias al acero mexicano, Marcelo Ebrard viaja a Estados Unidos para sostener pláticas con el gobierno de ese país, e impedir que las sanciones prosperen. Y se consigue. No hay sanciones.

La relación con Estados Unidos marcha bien y sin dificultades con Trump.

Ahora que el expresidente de Estados Unidos está de nuevo en campaña, declara que en la entrevista que tuvo con Ebrard en aquella ocasión, impuso condiciones y que nuestro canciller “se dobló” de inmediato y que esta debilidad fue la causa de que se desplegaran soldados mexicanos en las fronteras norte y sur de nuestro país.

La interpretación de estos hechos, pone en evidencia la parcialidad de Astillero y su compromiso periodístico con los grupos reaccionarios.

Julio dice que este episodio es uno de los más vergonzosos para la política nacional y que él como periodista, lo señaló desde el primer momento. Para Julio, el discurso de Trump es lo de menos. Lo dicho por el exmandatario norteamericano ayer, es verdadero . Y él lo vio así en su momento.

López Obrador y su canciller fueron serviles ante Trump y militarizaron las fronteras norte y sur del país, por instrucción extranjera.

Y dice algo que a quien debería dar vergüenza, como nos da a varios que escuchamos la parte de su video-charla que toca el tema, es al mismo Julio, quien asegura que si algo bueno distinguió al priismo gobernante en México, fue el excelente manejo de la política exterior del país.

Julio Astillero esconde que antes de asumir el poder, López Obrador había estampado un rotundo NO en la cara del presidente Trump.

El nuevo Tratado de Libre Comercio para América del Norte, contemplaba un apartado que incluía al sector energético como tema incluido. Se pacto con la administración de Peña Nieto y el entonces presidente electo señaló: “O sale ese apartado del Tratado, o México no firma”. Y Trump “se dobló”.

¿Alguien que enfrentó así a Trump, se dobla unos meses después en un tema de menor importancia?

Astillero esconde que las oleadas migrantes que se dieron a principios de sexenio, fueron patrocinadas y pagadas desde Estados Unidos, dentro del escenario de una contienda presidencial. Eran miles de migrantes los que amenazaban con pasar por cientos de pueblos del país, sin control alguno.

López Obrador contuvo ese ingreso masivo y ofreció trabajo y estancia segura en nuestro país, a quien quisiera permanecer en territorio nacional.

Se estableció un control de entrada, para conocer el país de origen y demás datos personales de cada migrante. Este gobierno no quería que se repitieran las historias de violencia, asaltos, trata, matanzas y esclavitud que vivieron los migrantes durante el periodo neoliberal.

Si el gobierno del presidente López Obrador lo hubiera querido, se pudo haber enviado a todos los migrantes que esperaban la respuesta a su solicitud de asilo, a sus países de origen.
Y no sucedió así. Se crearon campamentos. Se ofreció trabajo temporal o permanente a quien lo solicitara. Se cuidó en todo lo posible, la integridad física de los migrantes.
Fue una extensión de la política de “abrazos y no balazos” que tanto molesta a la oposición.

Astillero también oculta el hecho de que México amenazó al gobierno de Trump con aplicar medidas arancelarias de igual impacto, a los productos agrícolas llegados de Estados Unidos, si se cumplían las medidas especiales al acero mexicano. Algo que no gustó a los agricultores y ganaderos de aquel país, que reclamaron de inmediato a su presidente.

Hoy había que golpear a Marcelo Ebrard y al presidente López Obrador, con las declaraciones de Trump y Julio de inmediato se pone su verdadera camiseta y procede a ello.
Haciendo como que no conoce el contexto histórico propio de ese momento. Omitiendo información básica.

Mintiendo y ocultando el servilismo del priismo neoliberal, en cuanto a política exterior, para poder presentarlo como destacada página histórica.
Presidentes mexicanos del pasado, acusados de ser agentes de la CIA.

Videgaray expulsando al embajador de Corea.

Priistas metiendo al sector energético en el T-MEC.

Vomitiva esa video charla cargada de mentira y falsa objetividad.
La verdadera cara de Julio Astillero.

Un conservador enmascarado, que de a poco va perdiendo audiencia, que es lo único que le queda.

El prestigio como buen periodista, se fue hace un tiempo.

Malthus Gamba

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