Hay una frase que refleja plenamente la forma de pensar de los gobiernos norteamericanos a lo largo de la historia: “Estados Unidos no tiene amigos. Tiene intereses”
Unas cuantas palabras que definen plenamente la forma y el sentir de una clase política que no muestra diferencia alguna, entre quienes militan en el partido republicano y el demócrata.
El Poder real en ese país lo tienen las grandes corporaciones financieras, que están por encima de todo. Y para ellas, todo es negocio.
La cultura latinoamericana tiene una visión distinta de la existencia y es por eso que atestiguamos el permanente choque cultural entre lo latino y lo norteamericano. Nuestros migrantes no pierden sus raíces originales, a pesar de estar viviendo dentro de una comunidad que piensa y actúa en forma muy diferente a la suya.
Si hablamos de los mexicanos, podemos decir que somos solidarios, empáticos, honestos la mayoría de las veces y con un sentido de identidad fuerte.
Para nosotros, no todo es negocio, ni estamos al pendiente de los beneficios que nos puede dar toda acción emprendida.
No tenemos alma de negociantes.
Es difícil para un mexicano entender los posicionamientos políticos de quienes son parte del gobierno norteamericano, en cualquiera de sus niveles. La empatía en ellos, cuando tratan de mostrarla, nos suena hueca, fría y falsa.
Hemos visto infinidad de tragedias sucedidas en ese país, a consecuencia de una libertad que a nosotros nos parece ridícula y en buena parte enferma, en la que la posesión de todo tipo de armas es permitida. Cualquier joven desde temprana edad, tiene acceso a cualquier tipo de armamento, con restricciones mínimas.
Cuando se dan casos de asesinatos múltiples (lo que sucede cada vez con más frecuencia), los políticos en aquel país, hablan de Dios, de oraciones, de pena y dolor profundo. Pero la mayoría de ellos, se oponen con total firmeza a que se legisle para que la venta de armas se limite. Sus declaraciones son falsas, porque contrastan enteramente con sus acciones.
La muerte de inocentes no se va a frenar, mientras todo tipo de armamento circule con total libertad, por las calles de cualquier ciudad.
Esas armas llegan también a territorio mexicano. Los “intereses” norteamericanos no se inmutan ante el daño que provoca su mercancía. La meta es vender más, en el mercado que sea. Dentro y fuera de su país.
Y si la delincuencia organizada se presenta como cliente a modo, se pone a disposición de los cárteles de las drogas todo el material bélico en catálogo.
Mucho dolor han causado esas armas en suelo mexicano. Aquí las falsas condolencias del gobierno norteamericano no llegan. Al contrario.
Estados Unidos exige a nuestro país una política que limite la actividad de los cárteles delincuenciales que la industria bélica de ese país arma. Piden mano dura en contra de quienes operan en territorio nacional, para llevar droga al país del norte.
Es curioso ver como los gobernantes estadounidenses, ven con pasividad como la industria armamentista de su país, empodera a estos grupos delictivos, para luego pedir al gobierno mexicano que los controle y debilite.
Cuando escuchamos o leemos a Marco Rubio, a “Bob” Meléndez, o a Ted Cruz, acusar al gobierno del presidente López Obrador de crear “pactos” con grupos delincuenciales, no podemos sino reírnos de ello.
Son políticos que han recibido apoyo permanente de la Asociación Nacional del Rifle, entidad que respalda que todo ciudadano norteamericano tiene derecho a poseer cualquier tipo de arma. Son sus aliados. Sus protectores.
Y hay algo más.
Estos tres congresistas son de ascendencia cubana.
Y fueron precisamente los grupos cubanos radicados en Miami y otras ciudades en la Unión Americana, quienes detonaron el negocio de las drogas en ese país, en la década de los 60s.
Si Estados Unidos está viviendo actualmente un problema serio por al alto consumo de drogas que se da entre los jóvenes de ese país, mucho se debe a la actividad que desplegó la “contra” cubana en territorio norteamericano, desde hace varias décadas. Gente perteneciente a la Brigada 2506, que fracasó en Bahía de Cochinos tratando de derrocar al naciente gobierno de Fidel Castro, pasó a ser traficantes de droga, con vínculos fuertes en Asia y Sudamérica.
Uno de estos días contaremos esa historia, no muy conocida.
Hay que recordar también, que hace unos años, Orlando Cicilia y Bárbara Rubio, cuñado y hermana de Marco Rubio respectivamente, fueron arrestados por tráfico de drogas.
¿Con qué autoridad moral se atreven estos congresistas, a dar opiniones sin fundamento o prueba alguna, en contra del presidente López Obrador?
Nada tienen para sustentar sus acusaciones en contra de la honestidad del presidente de México.
Lo suyo no pasa de ser la conocida serie de declaraciones, que tienen como única finalidad, ganar el favor del voto que les interesa.
Estados Unidos se encuentra en vísperas de un proceso electoral, que puede redefinir la composición en el Congreso y atacar a México y a los mexicanos, ha sido siempre una forma sucia de hacer política en ese país.
El mercado más grande del mundo, sobre consumo de drogas, esta en Estados Unidos. Un país en donde la adicción es cada día más fuerte y dañina.
Los verdaderos cárteles de la droga, están dentro de las fronteras de esa nación y no fuera de ella.
Y en ese mundo donde participan grandes capitales y figuras prominentes de la política, la administración pública y las finanzas, se mueven capitales millonarios.
El grave problema en lo que respecta a delincuencia lo tienen ahí y no en los países productores y proveedores de droga. Esos son los eslabones débiles y reemplazables. Ahí es donde tratan de fijar la atención pública y de la ley, mientras los verdaderos peces gordos, trabajan tranquilamente.
No hay pacto del gobierno mexicano, con la delincuencia organizada. Las acusaciones en ese sentido no aportan prueba alguna y por lo mismo no prosperan.
El pueblo de México es muy distinto al norteamericano.
Aquí las campañas de desprestigio de la prensa conservadora, no sirven. No prosperan.
Tenemos a un presidente López Obrador, honesto y limpio en todas sus acciones.
Un presidente confiable que vale por cien o más congresistas norteamericanos.
Si el periodismo “gringo” puede manipular a la opinión pública al norte del Río Bravo, en México se topa con pared.
Ni la prensa “gabacha”, ni los políticos de aquel país, tienen la fuerza y la calidad moral para desacreditar a un López Obrador, al que acompañan con firmeza millones de mexicanos.
El Imperio nunca ha podido contra un pueblo soberano, que sabe defender su territorio, su cultura y su gobierno.
Y de eso hay varios ejemplos que registra la Historia.
Millones de mexicanos, respaldamos a López Obrador.
Malthus Gamba