NADA ES COINCIDENCIA
Por: Manuel Galeazzi
@ManuelGaleazz1R
Previo a la elección presidencial del 2024 en México, han ocurrido una serie de acontecimientos que no precisamente están interrelacionados, al menos formalmente, pero que sin duda generan suspicacias.
Hacia finales de enero, la candidata de la colación Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum, mantuvo, según la encuesta de encuestas de Oraculus, un 65 por ciento de las preferencias electorales. En contraste, la candidata de Fuerza y Corazón Por México, Xóchitl Gálvez, registró menos de la mitad de preferencias que su contrincante (29 por ciento).
Casi a la par, se difundió en el medio independiente estadounidense Propublica un texto donde, con base en revisión de supuestos informantes de la DEA y los testimonios de Roberto López Nájera, ex testigo protegido del expresidente Felipe Calderón, aseveran que en 2006 López Obrador recibió dinero del crimen organizado para su campaña presidencial mediante Nicolás Mollinedo.
El texto resonó en los medios mexicanos y redes sociales y, a los pocos días, la candidata opositora se entrevistó con Luis Almagro, secretario de la Organización de los Estados Americanos (OEA), para solicitarle vigilancia a los comicios electorales en México y “evitar la intervención de actores que generen desequilibrios en la contienda electoral”.
Dos semanas después, otro diario norteamericano, New York Times, refirió a supuestos informantes de la DEA pero ahora sobre probable financiamiento del narcotráfico al presidente de México justo en 2018, cuando estaba en campaña para ocupar su cargo actual, y que habría recibido mediante sus hijos ya como mandatario.
Al día siguiente de publicarse la investigación del diario neoyorquino, Gálvez arremetió contra el Gobierno de México y dijo que esos vínculos con el cartel de Sinaloa explicaban que AMLO ejerce una política de abrazos no balazos y prioriza atender las causas que reprimir a los grupos criminales.
Es decir, la oposición en México da por hecho que los reportajes de los medios norteamericanos son ciertos cuando la Casa Blanca ha desestimado ambas versiones y el mismo New York Times aclaró en su texto que sus informantes “no hallaron conexiones directas entre el presidente en sí y organizaciones delictivas”.
Mientras AMLO ha arremetido contra estás acusaciones, pidiendo a Washington que aclare si hay alguna intención y apelando a la buena amistad con su homólogo Joe Biden, el mote de Narco Presidente se repite, réplica y enmarca por detractores y voces opositoras al Gobierno de México, principalmente en redes sociales. Incluso, han sumado, sin sustento, el mote Narco Candidata Claudia, con alusión a Sheinbaum.
Con base en la repetición de la oposición y, hay que decirlo, una visible molestia de AMLO, la corriente de opinión sobre los vínculos del presidente con el narcotráfico se ha enmarcado en la agenda político electoral de 2024.
Resulta viable que a partir del 1° de marzo y hasta el 29 de mayo, periodo de campañas electorales rumbo a los comicios del 2 de junio, las banderas a defender serán claras.
Las narrativas serán: consolidar el segundo piso de la Transformación contra quienes rechazan al “Narcopresidente”, sin importar si lo hacen con sustento o no y aparentemente ignorando que los antecesores de AMLO, como Calderón, sí son vinculados actualmente con carpetas de investigación ligadas al narco.
Así el jaloneo de la política mexicana…