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NI UN ROUND AGUANTÓ EL NEW YORK TIMES
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NI UN ROUND AGUANTÓ EL NEW YORK TIMES

Ya estaba listo el “nado sincronizado” en los medios de manipulación conservadores, para replicar con fuerza la noticia “bomba” que estaba por publicar el The New York Times.
Las Granjas de Bots contratadas a Atlas Network por el grupo opositor de Claudio X González, estaban bien aceitadas para crear tendencias en redes sociales que confirmaran que el presidente López Obrador y su partido Morena, estaban vinculados a la delincuencia organizada, desde hace varios años.

La nota periodística hacía esos duros señalamientos en contra del presidente, su familia y sus colaboradores.

El efecto de la nota del New York Times iba a ser mayúsculo, dado que la corresponsalía de ese medio en México, había enviado un “ultimátum” al presidente un día antes para que, en un plazo de horas, enviara las aclaraciones que considerara necesarias, a fin de agregarlas a la nota que se estaba preparando.

Si el presidente López Obrador hubiera contestado a la nota, en automático aceptaba que lo publicado tenía valor de verdad y que por lo mismo, se veía obligado a aclarar. Si no respondía, prefiriendo el silencio, daba por bueno lo que se hacía público y los periodistas del The New York Times podían argumentar que dieron al presidente el derecho de réplica y que, por algún desconocido motivo, él se negó a ejercerlo.

La nota acusatoria no tenía fecha de aparición. Pero con seguridad, vería la luz en unos cuantos días.

La oposición esperaba ver preocupación en el rostro del presidente en la conferencia mañanera del día de hoy. Y eso no sucedió.

Lo inesperado, el golpe certero a la mandíbula que hace bajar la guardia al oponente, dejándolo a punto de nocaut, salió con solidez de un presidente que pega con fuerza cuando el combate es cuerpo a cuerpo.

López Obrador dio a conocer la carta-ultimátum que le envió la corresponsal en jefe del The New York Times en México. La leyó ante los representantes de los medios de comunicación presentes y ante la gran audiencia que convoca la conferencia matutina.

Señaló que no se contestaba directamente al medio manipulador, porque una calumnia no merece respuesta oficial.
Que lo que procedía era desenmascarar a la prensa decadente a la vista de todos.

Dejar en claro que el New York Times y otros medios que se dicen profesionales y defensores de la verdad, son en realidad “pasquines inmundos” del tipo del Reforma. Y tal vez hasta peores que el diario mexicano.

López Obrador pasó revista a las preguntas que le hacía la corresponsal del The New York Times, señalando ante la primera de ellas, que la calumnia no se aclara, ni alcanza respuesta. A la calumnia se le desmiente y exhibe.
“¿Qué aclaraciones nos piden sobre un reportaje o investigación periodística que tiene como base la mentira y la falta de una mínima prueba?”

Esa carta expresa que la información para el reportaje, viene de declaraciones de delincuentes encarcelados y que, por lo mismo, no es claro si en verdad vieron, conocieron o participaron, en los actos de soborno que según dicen, se dieron en la campaña del 2018, en favor del presidente, su familia y sus colaboradores.

Habla de trabajos de espionaje de la DEA, que concluyen en rotundo fracaso, al no encontrar elementos que confirmen que el hoy presidente, recibió dinero de parte de la delincuencia.

La intención del The New York Times, era manchar la imagen de López Obrador, de Claudia Sheinbaum y de Morena.
Y todo salió mal.

López Obrador calificó como “decadente” y “sucio” el periodismo que practica el The New York Times. Los llamó “mercenarios de la información”. Les recordó el papel que han jugado en Golpes de Estado Blandos, en otras naciones democráticas del continente. Llamó al The New York Times, “pasquín inmundo” y pidió al gobierno de Estados Unidos, definir su postura sobre la difusión de calumnias, que hace la prensa de su país. En específico sobre este reportaje.

Ante este panorama inesperado, The New York Times publica de inmediato su reportaje, intentando una acción de “control de daños” ante la opinión pública mexicana y sobre todo de su país.
Pero recibe de inmediato el segundo golpe noqueador del día.

Horas después de lo sucedido en la conferencia mañanera de López Obrador, John Kirby, portavoz de Seguridad en el gobierno del presidente Joe Biden, declara públicamente que no existe investigación alguna por parte de esa administración, donde aparezca involucrado el presidente López Obrador, su familia, o colaboradores cercanos.
The New York Times queda descobijado enteramente y su reportaje pierde toda fuerza, dejando a la clase opositora mexicana y al periodismo mercenario foráneo que realiza un trabajo sucio, bajo pedido y a un alto precio.

El final del asunto es de risa.

The New York Times publica después de todo lo ocurrido, un mensaje, en donde asume el papel de víctima, señalando que “en tiempos en que los periodistas sufren de acoso y violencia, es injustificable la actitud de un líder mundial, que condena y descalifica el trabajo de periodistas que acuden a cualquier lugar del mundo, en busca de la verdad”
Las víctimas serían ellos, al ser desenmascarados públicamente por el gobierno de México y por sus propias autoridades.

Las víctimas serían quienes intentaron manchar a un presidente que llega al cargo democráticamente en el país vecino, a petición de la clase conservadora mexicana.
Víctima colateral sería la DEA, según este criterio, que es la fuente que proporciona la falsa información utilizada por The New York Times.
Y a final de cuentas, sí son víctimas. Pero víctimas de su desmedida ambición y de sus deseos de un control total sobre la política y la información que se genera en cualquier país del mundo.

El reportaje que sería la punta de lanza del nuevo ataque conservador, en contra del presidente López Obrador, de Morena y de la candidata Claudia Sheinbaum, no aguantó ni un mísero round.

Este episodio deja una enseñanza dura, pero verdadera, para todos los que esperan debilitar la imagen de López Obrador.

Se enfrentan al único y verdadero “animal político” que existe en México y que camina acompañado de un “Tigre”. No han podido con él durante décadas y no podrán manchar la última etapa de su carrera política.

Morena y Claudia Sheinbaum, heredan esa fortaleza como legado.
El “Tigre” los va a acompañar con toda su fuerza.

Así es que pueden hacer los intentos que quieran, con Granjas de Bots y prensa mercenaria.
Aquí los espera el presidente, su “Tigre” y su Movimiento, que tienen como piso firme, la fuerza que genera “El Despertar de las Conciencias”

Malthus Gamba

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