DE DEBACLES Y DEBATES
Lo que le sucede a la candidata presidencial opositora, Xóchitl Gálvez, puede ser considerado sin exageración alguna, como una debacle, un desastre, o la peor calamidad que registre la historia en un proceso electoral que está por iniciar y donde esta panista, disfrazada de “independiente”, carece de oportunidades reales de triunfo.
¿Recuerdan que desde hace más de un año, Claudio X González Guajardo se comprometió a presentar un Proyecto Nacional Opositor, que debería servir como plataforma electoral al candidato conservador que enfrente a Morena en las elecciones de este año? Pues aún estamos a la espera de este documento básico, que defina la ruta que debe proponer Xóchitl Gálvez, en sustitución al Proyecto de Transformación, que impulsa el presidente López Obrador desde hace más cinco años. Nos dicen que, a final de cuentas, este documento lo está trabajando a marchas forzadas, el “Ángel de la Dependencia” José Ángel Gurría”.
Pero estamos a escasos cuatro meses del día de la elección federal. ¿De qué servirá ahora a Xóchitl Gálvez un proyecto que, en tan poco tiempo, no podrá permear con fuerza en la sociedad nacional?
Esto, concediendo que el programa político neoliberal para los siguientes años, despierte el interés de la gente y sea algo que supere los beneficios reales que está dejando el Movimiento de Transformación en todo el país, mismos que mejoran el nivel de vida de los mexicanos.
Xóchitl Gálvez tiene permanentemente a su lado, a integrantes del Cártel Inmobiliario. A corruptos como Marko Cortés, que firma acuerdos vergonzosos, con cláusulas donde se aceptan “enjuagues” constitutivos de delito electoral. A gente ligada al “Yunque” de ultraderecha. A los corruptos priistas. A moribundos perredistas. A traficantes de influencias. A serviles y sucios comunicadores como “Brozo”, que intentan defenderla e impulsarla, desde posiciones ubicadas en el basurero, donde reinan la desinformación y el montaje.
Los movimientos de Xóchitl Gálvez son muy limitados. No puede escapar al cerco político que envuelve su candidatura. Todos mandan. Todos opinan e imponen medidas “salvadoras” que, al chocar con la realidad, se convierten en nuevos fracasos.
Xóchitl viste un huipil y habla mal de su padre “golpeador”. Nada le debe.
Al día siguiente, Xóchitl viste ropa “de marca” y agradece la educación y el ejemplo recibido de su padre, que además de bueno, fue priista.
Xóchitl dice que no aceptará dentro de su equipo a “corruptos, rateros y pendejos”, pero en todo acto de precampaña, se le ve acompañada por ejemplares de esa fauna.
Xóchitl es incapaz de expresar una idea, un pensamiento, una razón, si no cuenta con la ayuda del teleprompter. Si un cable se “desconecta”, si falla el apuntador que le marca las palabras que debe decir, se queda callada y en ridículo ante la audiencia que asiste a sus actos.
Es que Xóchitl Gálvez tiene muchos problemas para moverse con soltura al exterior, para hacer contacto con la gente. Pero al interior de sí misma, está igual, o peor. Sus limitaciones formativas y políticas son evidentes.
Todas las encuestas nacionales y extranjeras la dan como segura perdedora en el proceso electoral en puerta. Todas. Incluso las que contrata y paga Claudio X González. La diferencia que la separa de la candidata puntera de Morena, Claudia Sheinbaum, es mínimamente de 20 puntos porcentuales. Algo imposible de superar en escasos cuatro meses.
El problema para la oposición, es que si Xóchitl Gálvez continúa en caída libre, tal y como ha venido sucediendo hasta ahora, caerán con ella las posibilidades de triunfo del resto de los candidatos conservadores, que aspirar a un puesto en el Congreso de la Unión. Morena y sus aliados alcanzarán la mayoría calificada que requieren, para impulsar las reformas constitucionales propuestas por el presidente López Obrador y que con seguridad serán retomadas por Claudia Sheinbaum, ya siendo presidenta en funciones.
Y el fraude electoral deja de ser una alternativa al alcance de la mano, para ellos. Reyes Mondragón dejó de ser magistrado presidente en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El alfil que trabajaba en favor de la causa conservadora, pierde poder en esa instancia.
En el Instituto Nacional Electoral, ya no están Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Edmundo Jacobo. Guadalupe Taddei, nueva Consejera Presidenta, se constituye en árbitro imparcial, sin disposición alguna para favorecer a una fuerza política en particular. El conservadurismo pierde todo su poder para inclinar elecciones a su favor, desde los órganos de control electoral.
Xóchitl Gálvez como candidata, encuentra que la puerta del fraude, que daba triunfos en la mesa, pasando por encima de la voluntad del pueblo, se encuentra herméticamente cerrada para ella.
Por eso vemos a una candidata opositora que camina errática por las ciudades del país. No propone. No convence. No gana respaldo. La gente la ve más como espectáculo que mueve a risa, que como seria aspirante a la presidencia.
Los números muestran a Xóchitl Gálvez que la debacle electoral que se avecina, es total. Por lo mismo, intenta hoy acciones desesperadas.
Propone a Claudia Sheinbaum encontrarse públicamente y debatir sobre seguridad, salud y corrupción.
Busca el “milagro salvador” donde sus oraciones son escuchadas y logra derrotar en un encuentro de argumentos, ideas y propuestas, a la representante de Morena que es conocida por su capacidad para hilvanar una argumentación sólida y entendible, para la gente que la escucha.
El Instituto Nacional Electoral ya fijó tres fechas para debates. Dos de ellas son obligatorias para los candidatos a la presidencia.
Lo que propone Xóchitl Gálvez está fuera de lo autorizado por el órgano electoral y no persigue otro fin, que el de intentar lo que a estas aturas es imposible. Reducir la distancia que la separa de Claudia Sheinbaum. Ser competitiva y darse una mínima esperanza de triunfo.
De la debacle en su precampaña, Xóchitl pasa al intento de debate, antes de la campaña oficial.
Claudia Sheinbaum, que marcha segura hacia el triunfo en la elección de este año, desaira la propuesta de debate anticipado. “No por mucho madrugar, amanece más temprano. Y no por mucho presionar, se crece en las encuestas”, le responde.
Xóchitl Gálvez con seguridad, terminará con peores números que Francisco Labastida, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, después de una elección presidencial. Y con ella caerán los partidos políticos PRI, PAN y PRD.
Es que la fuerza del Movimiento de Transformación es enorme. El trabajo desarrollado por el presidente López Obrador, histórico. La preferencia por Morena, inocultable.
Y ante eso, tenemos a tres cascarones vacíos en los partidos neoliberales, liderados por un traficante de influencias desesperado, que lo único que encontró para enfrentar a Claudia Sheinbaum, fue a una candidata atada al teleprompter, que no articula, ni responde, si alguien no le dicta al oído las ideas que debe transmitir.
Todo indica que, al parecer, este “arroz moreno”, ya se coció.
Malthus Gamba