Con una mínima parte de la evidencia que existe para demostrar que García Luna es responsable de narcotráfico y de delincuencia organizada, un jurado neoyorkino lo declaró culpable de los 5 cargos que se le imputaron, en un juicio donde se cuidó principalmente que ninguno de los funcionarios y agentes estadounidenses involucrados con este sujeto, fuera siquiera mencionado.
Durante el juicio, que se preparó por 3 años con cientos de miles de pruebas documentales, no se utilizó ni una sola de ellas, el veredicto se basó únicamente en los testimonios de policías, agentes y narcotraficantes. Incluso siendo así, ni siquiera se presentaron los testimonios de otros personajes que podrían haber declarado de primera mano la participación del acusado en el narcotráfico, como La Barby y el mismo Chapo Guzmán.
Esta aparente omisión de pruebas contundentes, disponibles pero no utilizadas en el juicio por la fiscalía, así como el recorte en los tiempos estimados para que éste se llevara a cabo, de 8 a 3 semanas, refuerza la hipótesis de que la fiscalía de Nueva York no presentó ninguna prueba que pudiera inculpar a funcionarios de aquel país.
Sin embargo con las testimoniales presentadas por la fiscalía y sus argumentos, fue suficiente para que 12 personas comunes y corrientes, seleccionadas por la fiscalía y por la defensa para actuar como jurados, declararan culpable de todos los cargos por unanimidad al acusado, emitiendo un veredicto lapidario que puede sumir a García Luna en la cárcel por lo que le resta de vida.
El Juez Cohan dictará la sentencia para este sujeto el 27 de junio a las 11 de la mañana, después de que la defensa haya llevado su caso a la corte de apelaciones en abril, como lo mencionó el abogado César de Castro. Con esto terminará el capítulo negro de este delincuente pernicioso, en quien Calderón tuvo a bien poner el gobierno al servicio del Cártel de Sinaloa. Ahora comenzará la cacería de sus cómplices en el saqueo del erario.
Pero en realidad este es el inicio de un proceso mucho más importante para la justicia, que es encerrar a quien desde la presidencia fue responsable de que todo lo anterior sucediera.
Ahora cobra especial importancia las declaraciones del ex primer comandante de la Policía Federal, Javier Herrera Valles y del ex subsecretario de la defensa en época de García Luna, general Tomás Ángeles Dahuahare, sosteniendo que le advirtieron a Felipe Calderón que este sujeto estaba ligado al crimen organizado, haciéndolo cada uno de ellos hasta en dos ocasiones.
Como pago por intentar advertir al presidente sobre el peligro que se corría teniendo un delincuente en la Secretaría de Seguridad Pública nacional, les fabricaron delitos y los metieron en prisión, de la que ambos salieron absueltos un tiempo después.
Sólo estos dos testimonios demuestran sin necesidad de buscar más pruebas, que existen por toneladas, que Calderón no solamente sabía que García Luna era un criminal actuando en asociación franca con uno de los cárteles del narcotráfico, sino que sabiéndolo fue por lo menos su cómplice, si no es que también fue su socio y su jefe, muy probablemente siendo él quien dio las órdenes necesaria para que esto sucediera.
Independientemente de los crímenes de toda índole que cometió Calderón, respaldado por los grupos de delincuentes que trabajaban con él y de los traficantes de influencias a los que les otorgaba negocios al amparo del poder, la gravedad de lo que hizo García Luna cobijado y seguramente con el beneplácito de su jefe, son crímenes de lesa humanidad que los mexicanos no vamos a olvidar y no estaremos tranquilos hasta que la justicia los alcance a todos ellos.
Como dijo el filósofo italiano Césare Beccaria: “Los delitos deben ser calificados según el daño infligido a la sociedad”.