El as bajo la manga
Por Laura Cevallos
@cevalloslaura
Guilty or not guilty: el caso del policía malo
Esas son las dos posibilidades que van a surgir de la decisión que a final de cuentas tome el jurado que está deliberando a partir de este día, sobre la culpabilidad o no culpabilidad de Genaro García Luna de la comisión de cualquiera de los 5 cargos federales que se le imputan por la fiscalía de los Estados Unidos.
Guilty or not guilty pero no inocente.
Aquí en México tendemos a creer que alguien que debe ser sentenciado tiene la posibilidad de ser culpable o inocente y en el caso, es culpable o no culpable. La inocencia es otra cosa.
Se han presentado durante estos dos semanas diversos testimonios de personajes tan aviesos e incompatibles para vivir en sociedad como el propio Genaro García Luna, también conocido como “el chacal” y es que entre todos, conformaron una gran sociedad criminógena que tiene en común la falta de piedad para con sus víctimas. Bien lo dice el maestro Paco Cruz, en El Señor de la Muerte, que quien conociera a Genaro cuando pequeño, sabría en qué se iba a convertir de grande. Y así lo hemos visto: de ser un jovencito tímido y tartamudo, pero resentido y despiadado que le entraba a los moquetes con cualquiera de sus compañeros, a convertirse en un ser sin remordimientos, ni intenciones de tenerlos, por el simple hecho de que su propia naturaleza siempre lo llevó hacer de la violencia, su lenguaje de trabajo. Eso y la ambición desmedida.
A lo largo de estos testimonios hemos escuchado como sus ex-socios relatan sus hazañas y periplos en materia de trasiego y sobornos; cómo es que los narcos entregaban mochilas llenas de dinero a las autoridades a quienes debían corromper; hemos oído como el propio Genaro García Luna fue secuestrado por un capo para poderlo apaciguar y que no sintiera que se podía salir del huacal. Hemos escuchado como se paseaban por los restaurantes más exclusivos de la Ciudad de México y no tenían miedo de ser tachados de nada porque la autoridad estaba comprada.
En sus argumentos de cierre, el abogado César de Castro dijo que era imposible que se creyera que Genaro García Luna había recibido aquellas cantidades de dinero de las que se le acusa, simplemente porque de ser cierto, tendría aproximadamente 225 millones de dólares y lo que a él, como abogado no le cuadra, es que no sabe dónde están esos millones de dólares. Yo le voy a platicar al señor de Castro, por si no ha captado con su basta experiencia de ser abogado de criminales, que ese dinero no siempre sirve para guardarlo en un banco en cuentas limpias. En su mayor parte, sirve para comprar ejércitos, fiscales, jueces, policías, halcones, sicarios y gente que puedan servir a la asociación; se compran armas, vehículos, papelería falsa para las fachadas en negocios y una personalidad nueva, limpia; se compran lujos, viajes y amigos y vidas falsas; se invierte en bienes que puedan ser fácilmente vendidos en caso de una necesidad y no sé si el señor habrá tenido en algún momento la curiosidad de enterarse cómo durante los años de bonanza de los cárteles colombianos, el dinero se enterraba en grandes pacas para poder ser desenterrado para tiempos de recolección de efectivo.
Algo qué recalcar de la muy cuestionable ética del abogado De Castro es, justamente su intentona de embarrar al único presidente que no ha sido corrupto y a quien ha resistido el embate del espionaje con una probidad a prueba de CISEN y de Genaro García Luna, y que fue tan burdo el momento, que incluso, el juez, pidió que continuara con su cuestionamiento sin que se abundara en la insistencia de “hacer que el testigo -Rey Zambada-, recordara algo que claramente había negado que sucedió” como lo impulsaba a hacer el abogado del acusado. Sí, entregó un soborno, pero no para que el hoy presidente López Obrador fuera en campaña en contra de Vicente Fox; eso no fue así.
Así que esos 225 millones son “peccata minuta” contra los casi 750 millones de dólares que reclama México, vía la denuncia interpuesta por el fiscal de la Unidad de Inteligencia Financiera y que nos platicó Pablo Gómez, pero que, aclaro, corresponde solamente a una investigación en Florida, porque tiene que ver con desvío del erario público. Es una demanda civil. Otra cosa es el dinero “ganado” del trasiego y de drogas, de armas y del intercambio de dinero malo para convertirlo en dinero blanqueado y el dinero producto de los grandes negocios fructíferos de la compra y venta de inmuebles por parte de su esposa, ¡qué exitosa! ¿no? Qué maravilla tener una papelería y que se volviera como el Rey Midas y todo lo convirtiera en oro…
Vuelvo a repetir que me apena tener que sacar el alfiler de la realidad, pero es necesario que nos centremos un momento en aquello que vamos a ganar nosotros como mexicanos al finalizar este juicio. En primer lugar, no vamos a ver que soliciten la presencia de los expresidentes como parte de ninguna investigación posterior. Se los dije. En segundo, corremos el enorme riesgo de que la sentencia sea not guilty por uno o por 5 delitos que se le imputan y es que hay que acordarnos que ese jurado además de que hoy está aislado y no tiene contacto con información que pueda darle pistas sobre quién es Genaro García Luna y por qué es hoy una persona tachada de delincuente peligroso, a decir verdad, no es que a los norteamericanos les importe mucho lo que sucede en otros países, probablemente algo que les llegue a mover será el enterarse de que las acciones de este sujeto sí pusieron en peligro la vida y estabilidad del pueblo blondo, tal y como la conoce pero más allá no es que se interesen por la salud y la vida y la seguridad de los mexicanos.
Otra cosa que también puede pasar es que cuando sea sentenciado, sus condenas nos parezcan realmente leves y no correspondan a aquellas que nosotros consideramos se merecería alguien por sus actos deleznables contra la humanidad y contra la integridad de millones de mexicanos que fueron presa de la violencia generalizada que vivió México todos los años que él fue policía desde los tiempos de Zedillo y hasta después de haber salido del gobierno de Calderón o sea durante el peñato, en donde siguió sirviendo como proveedor de servicios de espionaje.
Estos años no han de pagar la intranquilidad que vivió México; no serán suficientes ni se equipararán al daño que hemos padecido con esa sentencia; sin embargo, esperaremos lo mejor del jurado norteamericano que entienda que dejar a un criminal de ese tamaño sin sentencia de culpabilidad, es peligroso para las dos partes de la frontera. ¿Por qué? Porque el cartel sigue tan vivo y tan campante.
Sin embargo tenemos una tercera vía que será la de la solicitud de extradición que estará presentando la fiscalía en cuanto se sepa el veredicto del jurado para poder traer a Genaro García Luna y que sea procesado en México.
Aunque la confianza de la gente de que esta justicia sea bien servida es, francamente nula. Primero, por los contubernios que durante los anteriores sexenios que se vivieron en México gracias a que magistrados y ministros, todavía en funciones, fueron producto de dedazos de esos presidentes que hoy estarían siendo co-acusados en un caso de altísimo nivel como el de García Luna. También, porque se deberá garantizar al 100% la seguridad y la vida de un reo que es como la caja de pandora en cuanto a información sobre estas “personalidades de la política”. Él es quien podría, en un momento dado, delatar a dónde se fue el dinero y con permiso de quien se dejó que los narcotraficantes anduvieran libres y protegidos a lo largo y ancho del país durante los años de Felipe el Usurpador.
Esperemos pues, que la sentencia sea lo más favorable para los intereses de los mexicanos, y si no, a desear que esta solicitud de extradición sea concedida a las autoridades mexicanas para recuperar tanto el dinero, como la tutela del juicio contra el policía malo.
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