Por: Laura Cevallos
@cevalloslaura
¿Hace cuantos años se ha dedicado tiempo dinero y fuerzas del orden, del antiguo CISEN, de la PGR y de las células encargadas de picar teléfonos e intervenir cualquier tipo de comunicaciones, para investigar en lo más íntimo a Andrés Manuel López Obrador?
¿Cuántos funcionarios de las más aviesas formas no intentaron llevarlo ante los jefes que ordenaban tales investigaciones, para que se ejecutará cualquier tipo de orden judicial que permitiera deshacerse de un representante del pueblo de la talla de AMLO?
Casi una veintena de libros de autores como Krauze, Aguilar Camín, y ahora Elena Chávez, se han dirigido a presentarle a la audiencia un ser retrógrada, incapaz de escuchar razones, caprichoso, terco o voluble, cuyo único objetivo en la vida ha sido tener el poder en sus manos; para ello, en teoría, ha manipulado, engañado, corrompido y ha obligado a sus colaboradores a ejecutar actos deleznables al punto de autoculparse por tales actos con tal de dejarlo a él, limpio de cualquier presunción en la comisión de actos delictivos.
Nos lo han presentado más monstruoso y maquiavélico que el peor de los priistas; más ambicioso que el peor de los panistas y más incongruente que los 3 perredistas que quedan. Además, es un dictador intolerante que censura tanto a los suyos como a los opositores; ha sido un don Juan y un cacique mentiroso… no, pues sí ha sido de lo peor, pero la impresión que tienen las miles de personas que han estado a su alrededor y los millones que lo hemos seguido por más de 40 años es totalmente diferente.
En este último seudo-testimonio de una antigua colaboradora del PRD, ex pareja de quién fue un incondicional de Andrés Manuel, que escribió 15 años más tarde y que no tiene documentos con los que probar aquello que asegura que pasó como dice qué pasó, más que un “libro de denuncia”, parece el diario de una mujer despechada qué culpa de sus desgracias a todos y ve en cada personaje y cada hecho, un motivo por el que ella hoy es tan infeliz.
Vehementemente señala a Marcelo Ebrard y a Mario Delgado, de desviar dinero público del gobierno del distrito federal en el sexenio de 2006 a 2012, acusándolos de proveer dinero sin fin extraído de las nóminas de empleados capitalinos, del sistema de transporte, de la Asamblea Legislativa, órganos descentralizados y dependencias, o de donde pudieran, para financiar la campaña de López Obrador en ese mismo periodo.
Acusa a César Yáñez, su expareja, de ser incondicional de López Obrador y de obedecer ciegamente a quien era su jefe directo y es más, su amigo-hermano, porque en vez de escucharla a ella, lo siguió ciegamente, como un autómata, que perdió la voluntad.
Acusa a José Manuel Rioboó, David Daniel (Grupo Danhos), Miguel Rincón Arredondo, y otros empresarios, de financiar la AC Honestidad Valiente, además dice que las personas que depositaban millones de pesos, lo hacían sin saber que era para financiar los viajes de placer y vida de lujos de su mujer y sus hijos, además de los salarios millonarios que percibían por su lealtad, los amigos y cercanos a AMLO.
Acusa a Gabriel García Hernández y Alejandro Esquer, quienes aún colaboran en la Cuarta Transformación, el primero, actualmente como encargado del proyecto Agua Limpia para la Laguna, y el segundo, como secretario particular, de ser los proveedores de los cientos de millones de pesos que recaudaban y que le hacían entrega mediante maletas, y en sobres amarillos de los chiquitos; también acusa a Ariadna Montiel de cuidar las vallas en el plantón de Reforma y que hoy premia por ser encargada de los programas del Bienestar.
Embarra de lodo a todo el mundo; incluso, dedica un capítulo a denostar baja y suciamente, a la hoy esposa del presidente, haciendo señalamientos que no repetiré, pero que intentan desacreditarla también a ella, como si con esas injurias pudiera demostrar que a la mujer a quien vemos preocupada por la lectura de los mexicanos más jóvenes, o por la recuperación del patrimonio cultural de México en el mundo, denunciando subastas ilegales de piezas arqueológicas, de pronto dejara de ser una persona brillante, dedicada a la cultura, solo porque una periodista dolida, nos contara chismes de lavadero que en realidad importaran.
Acusa a todos los que fueron parte del movimiento porque puede, porque los conoció y estuvo ahí, pero una cosa es decir y otra es probar… el prólogo de Anabel Hernández casi lo tiene como una joya literaria digna de ser leída por todos, aunque en nada contribuya esclarecer una supuesta verdad sobre el pasado desconocido de un hombre público. Anabel dice que lo que Elena ha confesado (a insistencia de la propia Anabel), ayuda a entender por qué nunca se le ha encontrado -ni se le va a encontrar- rastro al dinero con que, supuestamente, se financiaron todos los años que AMLO “no trabajó”. Pues no, eh…
Elena, siendo aún militante del PRD, defiende férreamente a sus líderes, los Chuchos, y siendo colaboradora de Ortega, lo tiene como la única persona decente, moral y recta que ha conocido. No sé si me parece que hasta estaba enamoradilla de él, porque mientras que lo aplaude y alaba, al César, su ex, lo tiene como un pelele, tarado, incapaz de articular ideas propias, manipulable y dominado por los caprichos de “el Licenciado”.
Tan increíble el relato de esta mujer, que se atreve a poner en duda tres hechos visiblemente conocidos: el primero, que el plantón de Reforma fue una movilización pagada, en donde acarrearon a vendedores ambulantes para mantenerlos por tres meses, a costa del presupuesto del PRD ¿y las miles de personas que voluntariamente estuvieron yendo a costa de perder sus trabajos, sacrificando sus propios salarios y poniendo su tiempo y dinero en una causa en la creyeron siempre?
La segunda; el infarto que presume que pudo no haber ocurrido, sino como un movimiento estratégico de distracción para no acudir ante el Senado para protestar por la reforma peñanietista sobre energía y que además, demostró que no hizo lo que predica, sobre la austeridad, al ser atendido en un hospital de alto costo, por más que hubiera sido parte del listado que señalaba el seguro de gasto médicos contratado para él y otros colaboradores, que no tenían seguro social, por no ser empleados de un patrón particular; o del issste, al no ser empleados del gobierno; y, en tercer lugar, lo impensable: que Calderón ganó limpia y legalmente la elección de 2006 y que eso ocurrió no por el fraude tejido entre Fox y el IFE, ni por la campaña “AMLO, un peligro para México”, o por la acción de desafuero para bajarlo de la carrera presidencial. Ella asegura que se perdió en 2006 porque Pérez Mendoza, entonces colaborador encargado de la estructura que cuidaría las mesas de votación a lo largo del país, no logró cobertura mayor de 40%, y eso en realidad, lo hizo culpable de esta derrota. Whaaaaat???
A lo largo de todas sus páginas, la “escritora” pone a Andrés Manuel como un hombre incongruente, que no logra empatar su discurso de más de treinta años, con lo que ha hecho a lo largo de ese mismo tiempo.
Lo pinta como un ladrón, pero no hay evidencia de que él, su familia o colaboradores tengan yates, departamentos, casas blancas o grises o de cualquier color; y lo máximo que han logrado demostrar con sus sesudas investigaciones previas, es que José Ramón y su familia viven en Houston en una casa rentada, estándar para los habitantes de esa zona, y ya. Que su hijo pequeño usa tenis de costo alto, pero no incomprables; que viajó en vacaciones en avión, a Europa, y ya. Que sus hijos grandes tienen una fábrica artesanal de chocolates, que producen chocolates gourmet y tienen dos tiendas, y ya. Que su esposa estudió una maestría y un doctorado, que es apasionada de la historia y de México, y ya.
El texto quiere minar las esperanzas de los ciudadanos en los candidatos presidenciales de la 4ª transformación, rebajándolos a ser burdos ambiciosos que puedan compararse con los 42 (y sumando), suspirantes que, desde la oposición, quieren a toda costa, arrancarnos la tutela de nuestro país, para retornarlo a los tiempos en que los caprichos de juniors, la ambición desmedida de los vendepatrias y la falta de calidad humana de quienes se atrevieron a despacharse las pertenencias de la nación a favor de sus beneficiarios familiares o amigos.
Sin duda, la publicación “oportuna” de este libro es una de las patitas que apuntalan los intentos infructuosos de la última intentona de “el señor tache”, con sus deseos de cristalizar un bloque opositor real, con la fuerza moral y política que catapulte, al fin, su proyecto de monopolizar al país para administrar sus riquezas y dilapidarlas, cual si de su fortuna hereditaria se tratara.
Nadie duda de que están buscando todas las ayudas que puedan obtener porque ni sus ideas, ni su dinero, han podido defenestrar al hombre que hoy despacha desde Palacio Nacional por voluntad del pueblo. No se trata de un santo, ni de un mesías, como ellos dicen que nosotros decimos. Tampoco es un mártir ni un prócer por virtud de su nombre: se trata de un hombre congruente, que desde que tuvo oportunidad de trabajar para el pueblo, para su pueblo en Tabasco, se dio cuenta de que los puestos y cargos sirven para ayudar a las personas; que los partidos políticos deben tener como finalidad llevar las necesidades reales al ámbito legislativo y que el poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás.
Sí, en todos estos años solo hemos visto que ha cambiado de domicilio de un departamentito a otro; si ha poseído el jetta con que lo liquidaron del prd; si hoy viste trajes lujosos y no su ropa común, es por razón del puesto, pero sigue cosiéndole su sastre de toda la vida y peluqueándolo el mismo peluquero de siempre.
Cosa increíble que crean que la austeridad que siempre ha propugnado tiene que ver con una renuncia a lo básico, a su sueldo, a viajar en aviones o que sus hijos tengan ropa o tenis que perfectamente pueden ser adquiridos por casi cualquier persona, porque no se trata de diseños exclusivos ni están fabricados en pieles de animales exóticos. Es increíble que sigan machacando con que su austeridad lo tiene viviendo en un palacio o que viaja en camionetas dentro de la ciudad.
En serio, que pequeña es la oposición que imagina que sus cuentos serán suficientes para que nos distraigamos y dejemos de ver lo que se vive en nuestro país a raíz de nuestra propia voluntad de pertenecer a esta revolución de las conciencias que nos hemos propuesto como tarea asignada, los ciudadanos comunes como tú y como yo.