Racismo, clasismo y xenofobia tras el rechazo a médicos cubanos
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Hay un país de Norteamérica en el que una parte de la sociedad siente aversión por los migrantes y algunos extranjeros, claro, depende de dónde vengan: le da miedo que éstos generen inseguridad, sobrepoblación, y claro, que les quiten el trabajo.
En ese país se juzga por el color de la piel, el origen, la ideología y por otros tantos factores más allá de los simplemente humanos, y aunque quisiéramos estar hablando de los Estados Unidos, en realidad nos referimos a México, donde el racismo y la xenofobia avanzan cada vez más a prisa, sobre todo en tiempos en que la oposición no halla cómo estructurar un discurso convincente para golpear al gobierno en turno.
En la historia diplomática de México, existen loables episodios en los que nuestro país fungió como tierra para el refugio, por ejemplo, de personas que huyeron de la Guerra Civil española, o de las inenarrables condiciones que provocó la Segunda Guerra Mundial; ahora, vemos con tristeza que las nuevas generaciones juzgan a cualquiera que llegue de fuera y no cumpla con las características obvias de un turista occidental, que se pasea por los paraísos mexicanos dejando dólares a su pazo para después marcharse a otro país.
En últimos días, mucho se ha dicho sobre la próxima contratación que hará el gobierno mexicano de médicos cubanos para que atiendan a la población en algunas zonas rurales. Por supuesto, los comentarios no se hicieron esperar y, sobre todo, alzaron la voz médicos mexicanos que reclaman las plazas que se les darán a los especialistas de la isla.
Sin embargo, los posicionamientos de los doctores mexicanos, muchos en Twitter, entran en la contradicción de que, piden las plazas, pero a la vez no las quieren, pues muchos reclaman su derecho a vivir cerca de sus familias, con las comodidades que ofrecen las zonas urbanas. Es decir, caemos en un escenario de: no quiero que lo haga el médico cubano, pero tampoco lo voy a hacer yo.
El punto es que la misión de los médicos cubanos no es algo actual: llevan décadas apoyando a naciones en desarrollo para ampliar los servicios de salud; incluso, en el marco de la pandemia por el Covid-19, brigadas asistieron a países como Italia, o el mismo México, donde su apoyo y conocimiento fue bienvenido.
Pero en este contexto en el que vendrían a cubrir zonas en las que no hay trabajadores de la salud mexicanos disponibles, usuarios como Luissanchezmch1 en Twitter, han dicho: “Los médicos lo somos por vocación, amor y como un medio para vivir de nuestro trabajo honrado. Qué hay de malo en decidir vivir en un lugar mejor para nosotros y nuestra familia. Les pregunto: saben lo que es vivir en la sierra, llevarían a su familia? Somos humanos no santos (sic)”.
Cuánto clasismo, racismo e ignorancia en una frase. Primero: por la declaración, se asume que la persona en cuestión denosta las condiciones de vida que existen en las sierras de México, cuestionando incluso si el lector se atrevería llevar a su familia; pues bien, en la sierra ya hay familias y habitantes que batallan con el retraso en el que las sumió el sistema neoliberal que impera en el mundo, y, precisamente, es por eso que les urge el apoyo de profesionales en diversos rubros, por ejemplo, la salud.
En segundo lugar, ¿por qué molestarse con que médicos cubanos cubran esas plazas?, ¿precisamente por eso, porque son cubanos? Sabemos que contra Cuba existen muchos prejuicios debido a su sistema socialista, implementado desde 1959; sin embargo, no se puede negar que sus programas de médicos, han apoyado a decenas de países subdesarrollados. Hasta marzo de 2020, la Unidad Central de Cooperación Médica (UCCM) cubana contaba 28 mil 729 colaboradores en 59 países, sobre todo de África, el Caribe, Centro y Sur América, así como algunas zonas de Asia.
Y algo que debemos aceptar, es que, tristemente, en México hay zonas donde el subdesarrollo es franco, por lo que programas como el que se propone, donde los médicos de Cuba estarán dos años, no son una locura, más aún cuando, se insiste, muy pocos mexicanos quieren migrar a esa realidad.
¿Será pertinente preguntarnos, qué pasaría si los médicos en cuestión viniesen de Finlandia, Suecia, Islandia o de alguno de esos países que aplaudimos sin chistar sólo porque son la punta de Occidente?