Los ‘rounds’ de los primeros años del sexenio (en dos o más partes)
Si tuviera que describir en qué lugar de la transformación estamos, sería justo decir que hay muchas cosas en las que, definitivamente, hemos roto paradigmas; y también hay que aceptar que, en otras, por supuesto que apenas estamos rompiendo el cascarón. Por tanto, estamos en el punto de no retorno, porque o seguimos adelante, o nos condenamos a volver al fondo del barranco, de donde apenas estamos saliendo para ver lo que sigue.
Cuando el Presidente diseñó los programas que serían desarrollados en su sexenio, la primera vez, estoy totalmente segura que no eran tan complicados, ni el camino era tan de subida. Claro, entonces solo habíamos tenido saqueadores, pero no nos había tocado un narco-genocida que abriera las puertas del infierno para que el mal fuera el clima predominante en un sexenio que se convirtió en una tortura diaria, en un periodo de miedo continuo que se extendió por otro sexenio más, de la mano de un muñeco de pastillaje, que con su carita de bobo y sus bromas insípidas, empujó al borde al país y juntos nos endeudaron como para varias generaciones, sumando sus latrocinios a los de sus predecesores, al fobaproa, a las devaluaciones constantes, al encarecimiento histórico de los básicos; al alza marginal del salario mínimo y al conformismo de agradecer por todo aunque no tuviéramos nada, ni seguridad de vivir en paz.
Esos planes se debieron reformar no una, sino dos veces, pero a la hora de ser aplicados, lo ha dicho el Presidente, quedaron algo cortos, porque en la realidad, lo que quedó de gobierno y de país era casi una piltrafa y para que este elefante reumático empezara a moverse tras el diagnóstico, era necesario que todas las tareas de cada secretaría fueran revisadas y puestas en función con nuevos lineamientos y bajo el cuidado de los mejores funcionarios que se encargaran de su buen resultado.
Round uno: se inició cerrando la llave al huachicol y este fue el primer aguijón que sintieron los que se hacían tarugos robando desde las oficinas centrales de la propia empresa petrolera del Estado mexicano. Aunque muchos de esos machuchones a la mala no “querían” al nuevo mandatario, tampoco creían que fueran a ser tan inmediatamente exhibidos, por ratas, sino además, privados de las fuentes ilícitas de sus riquezas. Y esta fue solo la punta de la madeja, porque el huachicol-style era la forma de saqueo en cada secretaría o sector en que hubiera dinero de por medio.
Hasta ese momento, primeros meses del sexenio, digamos que los opositores resistieron el primer round golpeadones, pero aun de pie y sin quejarse de a mucho porque pues los agarraron con las manos en la gasolina; pero ahí empezó la debacle y cada gancho ha causado una elevación de la ira pues al ser despojados de ese recubrimiento dorado con el que ocultaban la basura que realmente son, ya no pueden engañarnos con sus promesas de ayuda y bondad. Definitivamente, ahí fue el banderazo de inicio a las campañas de violencia desde los medios para hacer suya la misión de invisibilizar los primeros logros del nuevo gobierno, para traducirlos en golpes contra el mandatario y el pueblo, que es a quien finalmente representa.
Segundo round: la conversión de Los Pinos, la otrora residencia presidencial, en el espacio de la gente que pudo ir a conocer el edificio, el bosque, los jardines que en realidad son nuestros, para ver cómo vivían los pseudo reyes y princesos que habitaban en ese paraíso inalcanzable de lujos y riquezas que no heredaron y menos trabajaron para conseguir. A los antes visitantes asiduos a reuniones de alta alcurnia, les pareció por supuesto, de lo mas inadecuado que la plebe osara tocar los barandales de la escalera donde sesionó la gaviota y sus gaviotitas… el ataque periodístico ya estaba con el combustible encendido.
Tercer round: la cancelación del NAIM, el agriopuerto; ése que querían construir en el lecho de un lago que, a pesar de haber devastado varios cerros circunvecinos para rellenarlo, por acciones físicas propias de la naturaleza del suelo (salitre y humedal) además de haberse tragado todo ese relleno, causa corrosión a velocidades increíbles de los materiales ahí vertidos. A tres años de haber suspendido esa saturación voraz, de no ser por esas torres que aun permanecen, tal parece no habían pistas de aterrizaje, plataformas y caminos. La reacción: “ah, se hubiera construido aunque costara miles de millones, es un desperdicio, y el Felipe Ángeles no va a servir porque hay un cerro…” La prensa se prestó a inventar que la torre de control estaba chueca cuando los chorrocientos amparos que interpusieron para frenar su construcción, que al final se decretaron sin materia, dada la Seguridad Nacional que representa un proyecto aeroportuario de las dimensiones del Felipe Ángeles.
Cuarto round: la relación México-Estados Unidos. Los últimos doscientos años, desde que nuestro país inició su proceso de independencia, los vecinos del norte y otros países de ultramar intentaron varias veces invadirnos; los gringous se adueñaron de la mitad del territorio por el Tratado Guadalupe Hidalgo, firmado por los políticos mexicanos enviados al efecto, con manita de puerco y contra su voluntad, pero a cambio de recuperar el control de puertos, frontera norte y la capital mexicana. Los intentos de absorbernos por completo no cejaron y cuando los deseos expansionistas se vieron controlados (un poquito), tras las grandes guerras y los estadounidenses se volvieron el “polecía mundial”, se hizo costumbre que fueran ellos los que dictaran la forma en que el resto de países independientes y soberanos del mundo (salvo los colonizados por sus padres genéticos, los ingleses) tienen que hacer su democracia y organizar el pensamiento y la pobreza en que deben vivir sus pueblos. Nuestro AMLO, por primera vez en la historia moderna, puso un hasta aquí al intervencionismo gringo y le dejó claro a Trump que había un límite para sus agencias de investigación, sus empresas extractoras de energéticos y sobre todo, para su política elaborada para aplicarse en México: bye-bye, neoliberalism! La respuesta mediática: ¡nos está echando a peliars con Mr. Trump!, el resultado, en cambio, una relación en que se empieza a construir una confianza y una respetabilidad nunca antes saboreada en esta patria. Y el plus que implica ser punta de lanza entre los países hermanos de la Patria Grande.
Como gancho al hígado, estos días en que el Presidente está de gira en Centroamérica, con todo y todo, Biden tiene de invitada especialísima a la Doctora Beatriz, AMLO le dejó saber al gobierno americano que mucho han exigido de México y los países hermanos de Centroamérica que paren la migración, pero en los años de este gobierno se han hecho tarugos para soltar el dinero que prometieron para establecer el proyecto internacional Sembrando Vida, y toca esperar la respuesta de Biden, pero lo cierto es, que hoy tenemos un Presidente que se atreve a poner límite al imperialismo yanki.
Round cinco: la pandemia y el decadente aparato de salud. Al inicio del sexenio, el Presidente se propuso desterrar las peores prácticas en el sector, además de revisar con qué recursos físicos contaban las instituciones de salud, para poder implantar el Instituto de Salud del Bienestar, INSABI. En primer lugar, los edificios de clínicas y hospitales estaban deteriorados y muchos, sólo eran el envase, pero estaban desprovistos de todo; en segunda, existía un déficit de personal y, en tercera, existía un cartel que tenía acaparado el sistema de provisión de medicamentos, lo que permitía que el mal llamado “cuadro básico” solo contara con paracetamol y eso, a veces no. Ah, y hay que señalar que eso del “Seguro Popular” que no era seguro ni era popular, se proyectó para ser reformado en la Constitución como un derecho humano inalienable, que es hoy una realidad, a pesar de la oposición.
Pues en esas estaba, reorganizando el sistema y proveyendo de material y capital para los primeros cambios, cuando nos llegó una pandemia que aun hoy deja sentir sus efectos en el mundo (por aquellos que en la oposición no saben que pan es más que las siglas de su partido y significa mundial). Evidentemente, un bicho como éste, desconocido en sus formas de contagio y consecuencias, mutación y tratamiento, hizo que nada de lo planificado fuera suficiente. Hubo que reconvertir hospitales, comprar de emergencia mascarillas, fabricar millones de litros de alcohol-gel; las farmacéuticas del planeta se pusieron a trabajar en las vacunas y el mundo entero se puso en una cuarentena larguísima.
Los criticones empezaron a quejarse del número de enfermos y decesos; de la falta de acción; de que no había lugares, medicinas y personal… sí, pero nada dijeron sobre que la población mexicana padece enfermedades causadas por la mala alimentación, y que los sistemas de salud estaban colapsados por el exceso de corrupción. Incluso, cuando hubo vacunas, se escuchó por ahí que un ser deleznable dijo que nos tardaríamos 50 mil días, o sea, 155 años en ser vacunados.
Imaginar que esto nos hubiera pasado en tiempos de Calderón, da a pensar que, tal como hizo cuando la epidemia del AH1N1, se hubiera apurado a emitir un decreto, a permitir las compras de todos los insumos a precio de locura, sin licitación y sin justificación; se habría adquirido deuda; se hubieran callado la situación (como ocurrió entonces, y que únicamente reconocieron la existencia de la influenza cuando habían tantos muertos que era inocultable la epidemia). No habríamos tenido respiradores, ni se hubiera pactado con el sector privado para la atención de primera que obtuvieron todos los enfermos; ni se habría contado con vacunas suficientes para todos no una ni dos, sino tres rondas, sin que se recurriera a la venta a precio de oro, como sí sucedió en el 2009 de Calderón.
Y claro, el desfile de pseudoexpertos en virus y enfermedades brotaron como hongos en un establo y desestimaron todas las acciones de este gobierno, reconocido por la Organización Mundial de la Salud y la Panamericana, por su rápida respuesta guiada por expertos en manejo de pandemias, como el Dr. Hugo López-Gatell y muchos excelentes médicos, que lejos de alarmar, dieron 450 conferencias vespertinas que orientaron a la población sobre el manejo de contagios y respondieron a todas las dudas e insidias de los emisarios periodísticos. Sin embargo, la doctora muelitas y otros sucedáneos descalificaron y malinformaron a millones de personas para luego culpar al gobierno de pésimas acciones.
Cuando la estrategia falló -como todas las demás-, empezó el reclamo de la supuesta falta de medicamentos para niños con cáncer que tenían meses sin recibirla. Esta campaña ilógica utilizó a algunos ciudadanos que fueron a bloquear los accesos al Aeropuerto Benito Juárez, acusando que sus niños estaban sin medicación; pero cuando eran confrontados sobre el tipo de medicina y el tiempo, además del hospital donde los trataban, para ir a verificar, como corresponde en estricto rigor periodístico, se desaparecían o se confundían. Y es que es evidente que, alguien con cáncer, en un tratamiento dentro del hospital, no puede permanecer más de unas cuantas semanas sin atención; menos aún varios meses.
Los efectos de la recomposición del sistema de salud y el haber quitado a los machuchones de donde estaba la pachocha les dolió y harrrrrto.
Pongo una pausa, para continuar con la revisión de los rounds siguientes, a la próxima.
@cevalloslaura