La Historia con mayúscula, no se construye de la noche a la mañana. Es un proceso que se va dando en el espacio-tiempo, en base a fuerzas que se mueven dentro de una sociedad, siendo resultado de situaciones de causa y efecto.
La conducta de los políticos no escapa a esta regla de la dialéctica. En la toma de cualquier decisión, el político sigue la línea que ha marcado su carrera en el curso de los años.
Un político corrupto, pocas veces logra salir del círculo infame en que se mueve. La marca profesional que lleva en la frente, lo obliga a actuar siempre en razón de su beneficio personal, o en favor de los intereses del grupo al que pertenece.
Un partido político compuesto por personajes corruptos no puede, tras una derrota, decir que las cosas a su interior han cambiado, por la sencilla razón de que los personajes que militan dentro de ese instituto, son lo mismos que amasaron fortunas, robando dinero del pueblo que confió en ellos.
Políticos oportunistas que ven en la administración pública la puerta para alcanzar beneficios personales, no cambian. No pueden hacerlo, porque su inclinación hacia el interés personal, es fuerte. Su discurso podrá sonar democrático y desinteresado. De proximidad hacia el pueblo. Pero son únicamente palabras. El trampolín publicitario que puede llevarlos al triunfo.
Después se olvida todo.
La Historia de los Partidos Políticos en México está llena de esos ejemplos y también de excepciones y farsantes.
Un caso de excepción dentro de Morena, sería el de Tatiana Clouthier, quien no obstante haber militado anteriormente en las Filas del Partido Acción Nacional, ha mantenido una trayectoria limpia y ejemplar a lo largo de su vida. Hoy es Secretaría de Economía en el gobierno del presidente López Obrador. En la lucha por alcanzar la presidencia del país, fue la Jefa de Campaña del hoy presidente.
La congruencia personal, es la base para que la conducta política de todo personaje dedicado a esta actividad, se defina de acuerdo a la escala de valores que maneja en su vida diaria.
Los políticos que dan muestra de una falta de valores personales a cada paso, están forzosamente obligados a guardar las apariencias con un discurso donde los “méritos personales”, aparecen de manera constante. Se echan porras a sí mismos. Se aplauden. Hablan de sus capacidades y trayectorias a cada momento. Se definen como perfiles inmejorables. Son en suma, las estrellas del firmamento político.
Uno de los penosos casos que hoy vemos en Morena, tiene que ver con la conducta de Ricardo Monreal y de la gente que se mueve a su alrededor.
Monreal no es querido por el electorado de izquierda, aunque él sostenga lo contrario. Monreal opera políticamente como pocos actualmente y conoce que en ese trabajo de “control político”, reside la fuerza de su proyecto personal.
Pero sabe también que esto no le alcanza en el momento actual, para lograr la candidatura presidencial de Morena, rumbo al 2024
Y ahí es donde aparece la faceta más ilustrativa en la personalidad de Monreal. El golpeteo político “por debajo del agua”
Para nadie es un secreto que mucho tuvo que ver Monreal, en la derrota que vivió la Alcaldía Cuauhtémoc, en las elecciones intermedias del 2021. Apoyó “bajo el agua” a su amiga incondicional Sandra Cuevas, del grupo opositor. Quería gente de su confianza en ese bastión tan importante en la Ciudad de México. Quería restarle fuerza a Claudia Sheinbaum, para tener mayores oportunidades en la contienda por la candidatura de Morena, rumbo al 2024.
Monreal siempre ha sido así y esta forma de actuar, lo considera parte del trabajo operativo, que le ha traído triunfos importantes.
Ya metido en la carrera por esa candidatura, comienza a mover sus fichas, para afianzar su control político en el país.
Sus fieles servidores, gente de segundo nivel que no tiene carrera reconocida y que comparten el descrédito que acompaña a Monreal, inician campañas de desprestigio hacia los candidatos de Morena.
Gibrán Ramírez Reyes, un oscuro y falso militante de izquierda, hace trabajo destructivo en contra de la candidata a la gubernatura en el Estado de Durango, en este preciso momento. Habla de corrupción solapada y de nepotismo por parte de la candidata Marina Vitela, mientras fue presidenta municipal en Gómez Palacio. Pero parte del rumor, de lo que publica la prensa reaccionaria (él es un supuesto analista en Milenio). Acusa sin presentar prueba alguna, porque no las tiene. De haberlas, bien pudiera presentar las denuncias del caso.
Gibrán Ramírez ha sido acusado de falta de transparencia y nepotismo en el pasado reciente. Nunca rindió cuentas sobre sus gastos excesivos en viajes al extranjero, pago de hoteles de lujo, gastos de su séquito personal, comidas de entre tres mil y cinco mil pesos, la inclusión de su novia y amigos en nómina, mientras estuvo a cargo de la dirección de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS).
Ese mismo personaje, es quien hoy acusa a una candidata de Morena, en vísperas de la elección por la gubernatura del Estado.
Y no solo eso. Ha manifestado a distintos medios de comunicación, que Morena perderá en Aguascalientes y muy probablemente en Tamaulipas.
Gibrán no se manda solo. Va por instrucciones de Ricardo Monreal. Quieren apresurar un cambio en la dirección del Partido, por así convenir a sus intereses. Y no ven momento más propicio para conseguirlo, que la coyuntura electoral que está a días de culminar.
Morena no va a perder en Durango, ni en Tamaulipas. El trabajo sucio de Gibrán no tiene alcance mayor. Es un personaje sumamente desprestigiado, carente de credibilidad. Un peón que sueña con ser político grande.
Lo único que deja en claro todo este asunto, es la manera de hacer política (si se le puede llamar así), que despliega uno de los interesados en la candidatura presidencial por Morena.
Juego sucio. Golpeteo cobarde, avanzando peones que intentan derribar o bloquear a las piezas contrarias.
Quien ha actuado así en el pasado, no puede corregir errores en la recta final de su carrera. Quien llama “operación política” al chantaje, a la intimidación o a la destrucción del compañero de Partido, para alcanzar metas personales, da muestras de su verdadero valor político.
Y lo que es más importante para el Pueblo. Nos enseña a todos que alguien así, no puede ser el abanderado de Morena, para dar continuidad a la trayectoria limpia del presidente López Obrador.
Monreal es ejemplo claro de quien va más por el cargo, que por cumplir el encargo. El del “quítate tú, porque me toca a mí”
Y alguien formado de esa manera, no le sirve al país en tiempos de Transformación.
Malthus Gamba