La resolución de la Suprema Corte de Justicia sobre la ley eléctrica, en la que la derecha no logró que se declarara inconstitucional a pesar de la actitud traidora de 7 ministros que votaron a favor de que así se hiciera, dejó a la oposición materialmente colgada de la brocha.
El hecho de que los legisladores de oposición llegaran a votar en contra de la reforma en el Congreso ya no serviría para cambiar nada. Las reglas de operación eléctrica ya fueron declaradas como vigentes en la ley y lo que hagan en el congreso no puede cambiar esta realidad.
Las empresas privadas se van a tener que ajustar para respetar esas reglas de operación; dejarán de recibir subsidios, tendrán que cancelar sus empresas ilegales de autoabasto y por fin, se acabarán las canonjías para que sus amigos paguen menos de lo que pagamos los demás consumidores por la energía. Su voto en contra sería completamente inútil para detener lo que ya está en la ley.
Después del foro abierto en el que se discutió la reforma, se quedaron sin argumentos técnicos para frenarla y ahora después de la resolución de la Corte, votar en contra ni siquiera tendría un sentido práctico. La pregunta es: Si ya no tienen argumentos válidos ni beneficio práctico para hacerlo. ¿Por qué razón votarían en contra?
Un voto en contra solamente los exhibiría como traidores y corruptos. Cómo dice el presidente, lo que no suena lógico suena metálico y es de suponerse que no hay otra razón para hacer eso, salvo que la oligarquía les haya llegado al precio, lo cual no sería raro, porque son hasta barateros.
Recordemos por ejemplo cuando Ricardo Anaya, que en 2013 era presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, promovió y votó a favor de la reforma saqueadora de Peña Nieto, entregando las riquezas del país a los extranjeros a cambio de un soborno menor a 7 millones de pesos.
Por otro lado hoy podríamos inferir que hasta el monto de los sobornos se les debe estar desinflando, después de lo que pasó en la Corte con la ley eléctrica. No sería lógico que los oligarcas estén dispuestos a gastar grandes cantidades de dinero, para defender una postura ideológica que no les vaya a reportar un beneficio financiero relevante.
Puede ser que mientras las reglas de operación no se eleven a rango constitucional, como sucedería aprobándose la reforma, las empresas eléctricas pretendan amparase contra todo, pero mientras el gobierno les va a apretar las tuercas de una forma o de otra y su jaloneo legal les va a traer más gastos que beneficios.
A la sociedad como sea este proceso nos va a seguir trayendo beneficios, porque nuevamente vamos a poder constatar que la oposición no se detiene en detalles para exhibirse tal como son, un puñado de traidores capaces de vender a su país a cambio de cacahuates.
Así mientras frente a nuestros ojos, en todo el mundo occidental suben descontroladamente los precios de la energía que dejaron en manos de los privados y se comienzan a aplicar expropiaciones en Inglaterra, Alemania y Francia para intentar revertir el desastre económico de las privatizaciones, muchos de los legisladores de oposición en México se darán el lujo de exhibirse a cambio de unas monedas, sin reparar en lo que espera en el futuro, cuando vuelvan a pedir un voto de confianza al electorado.
Como escribió en su diario Ana Frank, víctima del holocausto nazi: “No saben que su torpeza nos enternece”.