Miguel Francisco Barrera Aldama
Abogado, escritor y profesor
Twitter: @mbalda16
México, en los albores del 2022. Tres años de gobierno de la Cuarta Transformación. Tres años de éxitos alcanzados por el líder indiscutible de la Nación Mexicana, el Presidente Andrés Manuel López Obrador. La Austeridad Republicana llegó para quedarse, la usual prepotencia con la cual los servidores públicos estilaban desempeñar sus cargos es aborrecida y desterrada en las formas y en los usos de los gobernantes emanados del ideario lopezobradorista.
Aún más: la Cuarta Transformación, de ser pensada en función del contexto y la circunstancia mexicanos, se perfila para ser un ideario para replicarse en varios países de América Latina (incluso a nivel mundial, recuérdese la brillante intervención del Presidente López Obrador en sus giras internacionales en el año 2021).
El Presidente de la hermana República del Perú, el profesor Pedro Castillo, inspirándose en la forma de hacer gobierno del Presidente López Obrador, ha decidido cancelar frivolidades y dispendios en el ejercicio de gobierno en su país, observando los principios de austeridad republicana y los tres pilares que dan sustento al ideario hecho gobierno de la Cuarta Transformación mexicana: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Así las cosas, la oposición mexicana (agrupada en “va por México”, una de las varias entelequias con las que han pretendido combatir y frenar el proceso de Transformación en progreso, aupado por los barones de las élites desplazadas de los pingües negocios que acostumbraban hacer al amparo del poder público) se muestra sin rumbo, sin dirección, francamente desesperados, pues son sabedores que van a estar mucho, pero mucho tiempo sin usufructuar las mieles del poder que se arrogaron de manera mezquina por décadas y décadas, cuya sima de abyección y destrucción se manifestó palmariamente en los terribles casi cuarenta años de oscuridad neoliberal (1982-2018).
La oposición mexicana es ‘mezquina’, pues ante la contundencia consistente en la Transformación del país, misma que ha dejado de ser un movimiento político más, para convertirse en una etapa histórica de profundo cambio social deseado y asumido por el valeroso pueblo mexicano, que ha decidido sacudirse a los devoradores de los bienes públicos y de los beneficios para sólo unos cuantos privilegiados, a costa del sufrimiento y las penurias de las grandes mayorías, ha decidido esa oposición mezquina y pequeña, entablar diálogo con el Gobierno de México, pues ante el nulo respaldo popular hacia sus muy particulares intereses, una confrontación con la mayoría de la población no les garantizaría una supervivencia política muy prolongada que digamos.
No obstante, la Transformación del país, así como lo ha referido nuestro Presidente López Obrador, se ha convertido en una revolución pacífica de las conciencias de todos y cada uno de los integrantes del pueblo mexicano. Esa transformación ¡nada, ni nadie nos la va a arrebatar! Creo que no exagero al señalar al Presidente Andrés Manuel López Obrador como nuestro libertador, el libertador del pueblo de México, porque una cosa es segura: jamás permitiremos que nos vuelvan a saquear como alegre e impunemente los miembros de la hoy oposición lo hicieron por décadas y décadas.
Es lo que no ha entendido la oposición, la mentalidad del pueblo mexicano ha cambiado, no hay vuelta atrás y por fin haremos realidad lo que tantas veces nuestro Presidente ha referido, separar de una vez y para siempre el poder político del poder económico, porque por el bien de todos ¡primero los pobres! Esto es lo que no ha entendido, precisamente, la oposición durante estos tres años de gobierno de la Cuarta Transformación.