Durante décadas hemos escuchado discursos vacíos sobre la necesidad de ampliar la base tributaria, para lograr que los ciudadanos integrados en la generación de riqueza dentro de la economía informal se formalicen y comiencen a contribuir pagando impuestos sobre las utilidades que generan, pero esto era materialmente imposible por varias razones.
La primera es que el proceso de registrarse y cumplir con los requerimientos fiscales es tan complicado que ningún ciudadano común y corriente puede hacerlo sin la ayuda de un contador, no importa cuán bien calificado pueda estar para desempeñar cualquier otra actividad; se requiere de los servicios de un especialista.
La segunda, es que no existía una motivación lógica para pagar impuestos, cuando era evidente que todos los que podían los evadían y los que se pagaban eran materia de robo por parte de funcionarios corruptos de todas las instancias gubernamentales del país. En pocas palabras, para que voy a pagar si se lo roban, o por qué voy a pagar, cuando todo el que puede no paga.
Así mientras las empresas grandes no pagaban o les hacían devoluciones de impuestos, entre el resto de la población se creó el hábito de comprar facturas falsas para evitar el pago, así como de contratar fiscalistas tramposos que buscaban la forma de darle vuelta a la ley, de no darse de alta y arreglarlo con mordidas, de buscar contratos con el gobierno donde había dinero por debajo de la mesa y todo tipo de maromas con el único objetivo de no pagar impuestos.
El gobierno actual esperó 3 años para configurar un mecanismo que sea lo suficientemente simple, como para que todos los que no están dados de alta en el SAT lo puedan hacer y puedan cumplir con sus obligaciones fiscales sin la ayuda de un contador, pagando una cuota muy baja de impuestos.
Y justo durante estos 3 años, la administración de la 4T nos demostró que las prácticas de antes se están acabando. Los grandes empresarios que no pagaban impuestos ahora lo están haciendo, a pesar de presentar una feroz resistencia; están denunciados los que compraban y vendían facturas falsas para evadirlos y muchos van a acabar en la cárcel; se están acabando los contratos amañados desde el gobierno y se persigue a quienes dan o reciben moches; el gasto corriente del gobierno, empezando por los sueldos de los funcionarios, ha disminuido sustancialmente y ahora se gobierna con austeridad.
Se han dejado de robar los impuestos y estos ahora se utilizan para financiar grandes obras de infraestructura, para apoyar a toda la gente que lo necesita, para otorgar becas a los estudiantes, pensiones a los ancianos, construir universidades, comprar vacunas, evitar endeudarnos, construir presas, remodelar refinerías, muchas acciones y proyectos que vemos hacerse todos los días con el dinero que pagamos, sin que nos oculten información para ver cómo nos roban impunemente.
Si sabemos que nuestro dinero se maneja con sensatez, austeridad y buen juicio, que nos informan en qué lo están invirtiendo, todos entendemos que nuestra contribución no solo es necesaria, sino bien utilizada.
En la nueva miscelánea fiscal se establece que cualquier persona física que gane menos de 3 millones y medio al año, o cualquier empresa que gane menos de 35 millones en ese periodo, podrá registrarse en el Régimen Simplificado de Confianza, con lo que podrá estar pagando alrededor de 1% de impuestos sobre el monto ganado. No tendrá que llenar declaraciones ni comprobar gastos.
No se necesita un contador. De acuerdo con sus ingresos reportados, el SAT le va a enviar la declaración pre-llenada, para que la imprima y vaya al banco a pagar. Así es que si ganas 100 mil pesos en un año, pagarías alrededor de mil. No puede ser más sencillo y con tasas impositivas similares a esta, ya no hay excusa para andar de informal, además de que estando en regla podrás tener acceso a créditos y apoyos que no se destinan para negocios informales.
Como dijo el historiador y político británico Thomas Macaulay: “Somos libres, somos civilizados, lo que vale de poco si impedimos a cualquier ser humano participar en igual medida de la libertad y la civilización”.
