Durante estos últimos 3 años hemos sido testigos de una actitud del gobierno a la que no estábamos acostumbrados en otros sexenios, en los que se vigilaba, se hostigaba, se amordazaba y se amenazaba a la oposición con absoluto autoritarismo y prepotencia.
Durante este gobierno se le ha permitido jugar su juego de la forma en que ellos lo han decidido. Han dicho, gritado, pataleado y publicado todo lo que se les ha ocurrido en prácticamente todos los medios tradicionales del país. Han insultado públicamente a funcionarios, al presidente y hasta a su familia. Han contratado comentócratas, opinólogos, payasos, actores, troles, bots, golpeadores para marchas y disturbios laborales.
Han presentado cientos de amparos para frenar las obras de infraestructura del Estado, han calentado las calles con marchas violentas, protestas histéricas, daño en inmuebles públicos, privados y en patrimonio de la nación. Se han presentado ante autoridades extranjeras para solicitar su intervención en la política del país. Han financiado sus actividades políticas con dinero de países extranjeros.
Han mentido y tergiversado la verdad sobre la realidad diaria del país en todas las formas posibles. Han suplicado para que los fondos públicos se utilicen para rescatar a sus empresas; han difundido información falsa durante la pandemia que seguramente nos costó contagios y muertes innecesarias de personas inocentes pero desinformadas. Han obligado a sus empleados a asistir a sus trabajos cuando deberían permanecer en sus casas.
En fin, el gobierno les dio la libertad de hacer lo que quisieran y sus cerebros torcidos lamentablemente, no les permitieron hacer otra cosa diferente a todo lo que hemos descrito. Cuando han tenido la libertad y la oportunidad de aportar algo constructivo o inteligente, solo fueron capaces de hacer lo que les nació de su oscuro interior.
Las herramienta que implementó el gobierno para hacer frente a esta andanada de ataques permanentes, fue básicamente la información. Por medio de sus conferencias diarias, el Presidente de la República y su equipo, han informado constantemente sobre las acciones que llevan a cabo y últimamente también se exponen las mentiras que la oposición difunde para que los ciudadanos tengamos clara la verdadera aportación que hace la oposición ensuciando la vida pública.
Para contrarrestar los amparos contra las obras y las iniciativas de ley, el gobierno ha llevado a cabo una defensa legal eficiente que los ha echado abajo y para controlar de alguna forma la violencia que genera la oposición en las calles con sus gorilas pagados, la policía ha aplicado una estrategia de contención, respetando los derechos humanos.
En resumen, a estos personajes enfermos nadie los ha maltratado y como se dice comúnmente, se están matando solos. Están siendo víctimas de sus propias acciones y actitudes disfuncionales y antisociales.
A pesar de ellos el país avanza a un ritmo pocas veces visto. Los apoyos sociales fluyen, las obras de infraestructura marchan de acuerdo con lo planeado, la economía se mueve sin deuda adicional, casi sin déficit, con crecimiento de la actividad económica, del empleo y de la inversión extranjera. La seguridad mejora gradualmente, la estructura legal que va a soportar esta transformación en los años venideros, está casi terminada. Crece el número de universidades, hay becas para todos los estudiantes que las necesitan y en general, podemos decir que vivimos hoy en un país diferente al que teníamos hace 4 años. Y en algo tienen razón. Este gobierno acompañado de la gran mayoría de los ciudadanos, está destruyendo el país que ellos crearon para saquearlo. Ese está dejando de existir.
Como decía Buda: “Sólo hay dos errores que se pueden cometer en el camino hacia la verdad: No empezar y no llegar hasta el final”.