A pesar de conocer tan bien el comportamiento errático, desorientado, incoherente y hasta ridículo de la oposición, no dejan de sorprendernos. Desde el inicio de este gobierno y de hecho desde un poco antes, han venido chillando histéricamente por lo que su visión disfuncional identifica como un mal gobierno.
Lo que ven como una dictadura que les ha permitido decir y hacer de todo, siempre y cuando dejen de saquear el presupuesto, paguen sus impuestos, ya no se roben las riquezas del país y paren de explotar a la mayoría. Una tiranía tan terrible, que todas las mañanas recibe a la prensa y responde a cualquier pregunta malintencionada que decidan hacerle, que organiza consultas púbicas en las que les pide su opinión para gobernar como ellos le indiquen y que soporta pacientemente todas sus actitudes esquizofrénicas.
Esa oposición que ha externado sus lloriqueos estridentes en las redes sociales, en forma personal, con ejércitos de toles y bots para intentar que su mensaje se multiplique, que ha contratado a todos los medios tradicionales de información, a opinólogos, intelectuales asintomáticos, comentócratas y todo tipo de fauna que se renta por unos cuantos pesos para replicar sus mensajes enfermos.
Esto ha sucedido todos los días en este gobierno. No pierden la oportunidad de llorar su desencanto y si la oportunidad no llega, ellos la crean. Siempre sin propuestas, sin ideas que sirvan para construir alternativas inteligentes para hacer las cosas. Todo lo que dicen y hacen va orientado a evitar que el gobierno avance, así como para destruir lo que todos los demás construimos.
¡El dictador se debe de ir! Claman a voz en cuello, poniendo caras de odio y gritando en cuanta tribuna pública se les atraviesa.
Pues bien, el dictador decidió incluyéndolos también a ellos, preguntarle a la gente si quieren que deje el gobierno o que continúe durante los últimos 3 años de la segunda mitad de su período.
Ahora éstos personajes unidos a coro, reaccionan en su muy conocido estilo estridente y esquizofrénico diciendo que no, que no se pregunte, que no se vaya el dictador, que continúe hasta el final. ¿Quién les entiende?
¿Qué mejor oportunidad quieren que poder decidir quitar al presidente? ¿No ha hecho según ellos un pésimo gobierno? ¿Por qué quieren seguir soportando a un tirano que está destruyendo al país que tanto dicen amar?
No se podría entender su reacción salvo por el hecho de que sus intereses, que es lo único que les importa, se vean afectados con otra consulta pública. Está muy claro que el supuesto opresor difícilmente podría perder, pues tiene una popularidad neta que lo coloca como el líder mejor calificado en todo el mundo, según la empresa Morning Consult que se dedica a realizar esas mediciones.
Así es que lo que en realidad les preocupa, no es que el presidente se vaya a medio camino, cosa que resulta casi imposible que suceda a partir de una consulta pública. Lo que les afecta es la democracia. La posibilidad de que los ciudadanos podamos elegir nuestro destino libremente, sin que los intereses de todos estos parásitos se encuentren incluidos en nuestras prioridades. No solo les pega en el bolsillo, que es donde guardan el cerebro, sino que también les molesta, los pone histéricos que un ratero petulante como Fernández de Ceballos, por ejemplo, tenga el mismo poder de decisión que cualquier campesino y que el voto de cada uno de ellos solo valga un voto.
Como sea, la consulta para la revocación de mandato del Presidente se va a realizar con la mayoría de los ciudadanos saliendo de nuevo a votar para vapulear por cuarta vez a todos estos corruptos que nos saquearon y nos maltrataron durante décadas. Si no quieren opinar en las urnas, como se hace en cualquier democracia avanzada, pues que no lo hagan, que sigan graznando como cuervos heridos hasta que terminemos por desaparecer sus prácticas disfuncionales y sus ilusiones malsanas de nuestra vida pública.
Como dijo el diplomático y escritor francés René de Chateaubriand: “Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde”.