Por: Guillermo Villarreal Aldrete / Twitter @MemoVillarreal
Todas las personas y los diversos medios de comunicación están hablando sobre las invaluables consecuencias que nos está dejando el coronavirus SARS-COV2. El cual apareció en China en diciembre pasado, provocando una enfermedad conocida como COVID-19, que se ha extendido por el mundo, y que fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud. Ha provocado al menos 1.388.590 muertos en todo el mundo. Ha afectado catastróficamente la economía mundial, ya que de acuerdo con la edición de junio de 2020 del informe Perspectivas económicas mundiales: “sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 que tantas economías experimentarían una disminución de producto per cápita”. Esta crisis de salud también ha incitado crisis en varios aspectos de la seguridad social, psicología social y política. Ya que, se han perdido vidas, empleos y quebrado empresas; se ha aumentado la depresión, ansiedad y frustración; ha aumentado la delincuencia: los homicidios, desaparecidos, los robos y los secuestros.
Las personas comenzaron a tratar de convivir con el virus y enfrentar la nueva realidad social. La tecnología se interpuso para cubrir sus necesidades básicas, de entretenimiento y para hacer negocios. Los sitios web y las Apps, tuvieron un crecimiento exponencial por causa del COVID-19. Es decir, tuvo un aceleramiento de forma abrupta y extraordinaria a la que se estaba dando de forma natural. Por ejemplo: Amazon, antes de la epidemia tenía un crecimiento moderado, ahora con el aislamiento provocado, se especula que para el cierre del 2020 tenga incremento del 20.2%. Esto quiere decir, que quienes no usaban o no estaban familiarizados con el eCommerce se vieron obligados a utilizarlo, y dejar de ir a los centros comerciales o tiendas departamentales por las medidas de aislamiento para evitar contagios.
La empresa BEST BUY anunció que cerrará en México las 41 sucursales que tiene a partir del 31 de diciembre de este año, debido a los efectos del COVID-19. Pero esto era de esperarse, en países desarrollados comenzaron a invertir desde hace muchos años miles de millones de dólares en tecnología, y en los países en vía de desarrollo en Centros Comerciales. ¿Qué sucedió? La epidemia forzó a todos al uso de las herramientas tecnológicas, y esto está provocando una nueva epidemia invasora en el comercio nacional e internacional. Es una especie de aplanadora sin freno, ya que destruirá negocios pequeños, medianos y tiendas departamentales, provocando de esa manera despidos masivos, por ende, desempleos. Ya que ahora, la mayoría de las personas prefieren comprar sus artículos domésticos, eléctricos, ropa y demás, en las tiendas virtuales. Ahorrando de esta manera tiempo y dinero, al encontrar gran variedad y descuentos en la vía virtual.
Está sucediendo algo similar con la historia entre Blockbuster y Netflix, o sea, la tecnología dominó el mercado más temprano que tarde, pero no sólo quebró Blockbuster, también cerraron negocios pequeños y grandes que vendían y rentaban películas y/o videojuegos. El punto al que quiero llegar es que las empresas que le apostaron a la tecnología serán las que dominarán al mundo, de esto trata el nuevo orden mundial, del dominio del mercado y la crisis humanitaria para subsistir, esto no es lejano a todos nosotros, al contrario, está a la vuelta de la esquina, más cercano de lo que se cree.
Lamentablemente hace varios años en nuestro país, no se le apostó por invertir en tecnología, ni en la regularización de esta. Todo se fue por el caño de la corrupción y la falta de visión. Lo poco que se invertía en “tecnología e investigación” fue toda una estafa; una farsa. Gobiernos no vaticinaron, ni le dieron la importancia sobre lo que pasaría en un futuro. En México no se crearon ni desarrollaron negocios que le apostaran a la tecnología, ya que la gran mayoría fueron creadas en Estados Unidos y otras partes del mundo. Por ejemplo: Amazon en 1994; Netflix 1997; Google en 1998; Facebook en 2004; Twitter en 2006; Spotify en 2006; WhatsApp en 2009; Uber en 2009; Airbnb en 2009; Instagram en 2010; Zoom en 2011; Tinder en 2012, entre otros.
Como podemos darnos cuenta las aplicaciones antes citadas, la gran mayoría no tienen muchos años de su creación, y son las que se utilizan en Latinoamérica y México. Son nuestras vías de comunicación, de interacción, de negocio y para conocer personas. Es claro, que la pandemia tecnológica se ha impuesto, y estos tiempos de epidemia que estamos pasando son los grandes ganadores de esta tragedia sanitaria y económica.
Ahora bien, México es un país en vías de crecimiento, y estos avances tecnológicos podrían provocar el cierre de miles de negocios; el desempleo de miles de personas, y esto puede suceder más temprano de lo que creemos. Por tanto, el Gobierno de México tiene dos grandes desafíos: El primero, el invertir en la tecnología para ser competitivos en esta nueva era, en la cual ya vamos tarde; el segundo, en que los legisladores regularicen la compra y venta en línea, con la finalidad de regular el mercado y evitar que esto no se convierta en un monopolio tecnológico que cobre el patrimonio de muchas familias.
Por tanto, nuestros legisladores tienen la gran hazaña de regularizar las nuevas formas tecnológicas sin que esto se interponga con la modernidad. Es decir, deben de llevar reglas para que exista una competencia proporcional con aquellos negocios que venden de forma tradicional.