Miedo a la lectura
Postigo
@Josangasa3
La lectura es enemiga de la derecha, no debe sorprendernos que estén contra cualquier tipo de publicación. El pragmatismo que exige esta corriente de acciones conservadoras rechaza el interés por la lectura.
La falta de propuestas congruentes, o, aunque sean incongruentes, de la derecha intenta capturar de bote pronto cualquier disposición que emane del gobierno federal para convertirla en consigna, en bandera, en ideología, ante el vacío de sus proyectos políticos.
La derecha muestra un cansancio ideológico que se muestra en la reiteración de sus contenidos disfrazados de ideas políticas. El simplismo con el que ahora manejan sus candidaturas y gobiernos puede llevar a ganar espacios como productos conceptuales pero no como productos ideológicos. Sus acciones no incluyen al grueso de las poblaciones. Es decir, el mercado de la política en su conversión eterna del conservadurismo de lo cuantitativo a lo cualitativo, que en realidad se reduce a una derrota en términos reales, por lo efímero de sus propuestas políticas y económicas.
Esta conversión que surge el añejo maniqueismo y que se reproduce desde una dualidad que limita cualquier alternativa política crea reacciones de la derecha que sólo responde a estímulos pero no crea ideas, sólo destruye las propuestas contrarias.
El conservadurismo es sólo una de las formas de la derecha que, como tal, se conoce a partir de la Revolución Francesa, que por sí misma muestra su agotamiento. Ningún gobierno de derecha ha podido superar la dualidad ni en los hechos ni en su discurso, esto los vuelve radicales como podemos ver en sus actividades que de ser de derecha sin más miramientos se vuelven émulos delo fascismo con prácticas de ultraderecha, como es el caso del PAN con su gran enemigo; los libros de texto gratuito, a los cuales tratan de desclasificar con un fantasma como la vieja amenaza del comunismo.
Desde el macartismo el comunismo ha sido el demonio que aterroriza a los poco ilustrados y a los ingenuos, clientes cautivos de la derecha. Ponderar lo que se siente ante lo que se piensa, dentro de una dualidad de creencias y dogmas arroja una involución de la especie.
Porque la derecha repite acciones y pensamientos del pasado, cuando no tiene el poder exhibe su nostalgia por lo que sucedió en el pasado en lugar de mostrar alternativas con ideas nuevas, con auténticas novedades del pensamiento políticos y social.
Quemar libros es una acción que muestra la fuerza contra la razón y cumple más de 20 siglos. Así de vetustos son los conservadores, quienes no abandonan su elemental lucha entre el bien y el mal, como si se tratara de menores de edad intelectuales que no han podido ver grados ni siquiera niveles dentro de su lógica tradicional.
Quien quema libros, destruye la palabra y al incendiarla aniquila a la Humanidad. Así, la lógica de la derecha, nostálgica de todo lo que es pasado, empieza a agotar su discurso y muestra, en los hechos, su arcaica forma de hacer política.
Trata de inyectar en la población el virus del miedo a todo lo desconocido, como al comunismo, que si conocieran en realidad de lo que se trata no estarían tan aterrados, pero al prohibir los libros y negarles la razón, impiden que la gente pueda informarse de la universalidad el pensamiento y la limitan a los conceptos más tradicionales del pensamiento humano.
Al ver que pueden prohibir la lectura, como lo hacían los inquisidores, quieren satanizar parte de la lectura que debe ser abierta a la humanidad, sin importar su contenido. Nadie que pueda amar el conocimiento puede prohibir una sola palabra de los libros, pero la derecha es prisionera de su pasado y en la inquisición de su memoria no sólo se identifica sino que se estanca su modo de ser.