El neoliberalismo globalista desactivó las capacidades de los países para orientar sus estrategias de administración pública en busca de la autosuficiencia alimentaria, energética, sanitaria y educativa entre otras. La doctrina obligaba a privatizarlo todo y a adquirir todo del extranjero, donde fuera más barato fabricarlo y de preferencia a comprarlo con dinero prestado que los habitantes de los países pagaríamos a futuro, durante cientos de años.
Así, en 2018 el mundo globalizado que solamente produce 90 trillones de dólares anuales en bienes y servicios, tenía una deuda de más de 2 cuatrillones de dólares, que resulta impagable con los recursos limitados que produce. La mayoría de los países se pusieron en manos de las corporaciones transnacionales, de los bancos, los fondos de inversión y los organismos financieros internacionales, que les dictaban órdenes sobre cómo gobernar al interior de sus países, a fin de mantener sus calificaciones de riesgo en niveles aceptables para que les permitieran seguir endeudándose.
Como si esto fuera poco y pudiéramos todos continuar contrayendo deuda en forma ilimitada, en 2019 llegó una pandemia, que exagerada por la difusión de noticias para causar pánico, obligó a cerrar parcial o totalmente las economías en todo el planeta durante más de un año y ya todos golpeados por este fenómeno, comenzó la guerra de Rusia contra Ucrania, que en realidad es contra los Estados Unidos, terminando con esto de revolverlo todo desde el punto de vista económico.
En México hemos tenido la fortuna de que el gobierno federal comenzó a aplicar ajustes de fondo en el manejo económico, evitando seguir contrayendo deuda, deteniendo el saqueo para utilizar ese dinero en programas sociales y desarrollo de infraestructura, desinflando así los gastos excesivos e inútiles que mantenía el aparato gubernamental, orientándonos hacia la búsqueda de la autosuficiencia alimentaria y energética, el mejoramiento de las infraestructuras de salud y educación, así como una política de manejo austero de las finanzas públicas.
Aunque sólo han pasado poco más de 3 años, nuestro país le dio la vuelta completamente a las peores prácticas neoliberales, lo que da como resultado que los combustibles y la luz no suban de precio, la importación de gasolinas disminuya sustancialmente, se estén produciendo más alimentos, los más pobres tengan fondos para gastar, impulsando además la actividad económica, la balanza comercial sea superavitaria, se recupere el empleo, el peso se revalúe contra el dólar y estemos evitando el golpe que se están llevando otros países, como está sucediendo en Europa.
Sin embargo 3 años es muy poco tiempo para cambiar todo el andamiaje pervertido que se montó durante 40 años, además todavía tenemos cosas importantes en este sentido que están en proceso de resolverse, como el tema de la reforma eléctrica y del litio, pero estamos a tiempo de hacerlo.
Ahora mismo en España tienen una inflación de casi 10%, con los combustibles aumentando a una tasa de 125% anual, la canasta básica a razón de 30% anual y la energía eléctrica haciéndolo en 400%; con la expectativa de quedarse sin trigo porque la mayoría se importa de Rusia o de Ucrania y dedicados a mandarle armas a los ucranianos para atizarle a una guerra que está perjudicando a su propia población.
Este escenario devastador que mantiene a una buena parte de la economía española detenida y a punto de la quiebra, no parece poder comenzar a resolverse sino hasta la segunda mitad del año, a ver cuántos alcanzan a sobrevivir para verlo. Hay que considerar que es también un escenario que los mexicanos podríamos estar sufriendo en el futuro cercano, en caso de no consolidar nuestro rumbo hacia la autosuficiencia energética, que implica la aprobación urgente de la reforma eléctrica que se discute ya en el Congreso.
En este proceso solo nos falta ver quiénes son los legisladores corruptos que pretenden mandarnos a la devastación colectiva, emitiendo un voto de traición en contra de la reforma. No se nos van a olvidar y se las vamos a cobrar cara.
Como dijo el héroe revolucionario mexicano Emiliano Zapata: “Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas, por cohecho o por soborno están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos”.