México se encuentra entre los países que más dosis de vacunas han aplicado a su población, a pesar de no encontrarse dentro de la lista de acumuladores como Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido.
A la fecha ya se ha inmunizado, aunque sea con una primera dosis, a más del 10% de la población, prácticamente al 75% de los adultos mayores de 60 años y a más del 80% del personal de salud que está en la primera línea de contacto con el virus.
El ritmo de aplicación de vacunas se ha acelerado en la medida que se va contando con la disponibilidad de estos fármacos y hoy ya se vacuna a prácticamente medio millón de habitantes diarios. Con la expectativa de continuar recibiéndolas en forma y cantidades constantes, se prevé que a partir de mayo el ritmo en número de aplicaciones sea de 1 millón de personas inoculadas por día.
Recientemente ha habido una polémica en relación con el número de vacunas aplicadas al personal de salud, porque la oposición moralmente derrotada, trató de organizar una protesta basándose en el argumento de que los médicos de hospitales privados no habían sido vacunados, exigiendo que lo fueran prioritariamente. Esto hay que aclararlo para que no nos dejemos engañar por los mentirosos de siempre, que sólo buscan desorientar a la opinión pública para intentar manipularla.
Hasta la semana pasada habían ingresado en todos los hospitales privados y públicos 629 mil infectados de COVID, de los cuales 618 mil lo hicieron a hospitales públicos y menos de 11 mil a los privados.
Las vacunas aplicadas a personal de salud de primera línea en los hospitales públicos, hasta la semana pasada, habían sido 882,989 y en hospitales privados casi 30 mil 500. Es decir que por cada enfermo infectado que ha ingresado en hospitales públicos, se ha vacunado a 1.4 trabajadores de la salud en ésos hospitales; sin embargo, en los hospitales privados se han vacunado a casi 3 trabajadores de la salud por cada enfermo ingresado.
En conclusión y para terminar con este argumento ridículo, en los hospitales privados se ha vacunado proporcionalmente a más del doble de los trabajadores de salud de los que se han inmunizado en las instituciones públicas.
Exigir que un ginecólogo o un gastroenterólogo que no están en contacto con los enfermos de COVID deban tener prioridad en la aplicación de las vacunas, es tan ridículo como demandar que se vacune prioritariamente a los médicos de instituciones públicas que se encuentran en la misma situación. A todos estos les tocará, cuando el programa alcance el rango de edades en el que se encuentren, igual que nos toca a todos los demás.
Las poblaciones prioritarias hasta finales de abril son los adultos mayores de 60 años, los trabajadores de salud más expuestos al contacto con el virus y los maestros de los Estados donde se espera regresar a clases presenciales en el muy corto plazo.
A partir de mayo se vacunará a los adultos desde 50 y 59 años, a los maestros de los demás Estados y a la población menor a estas edades que presenten comorbilidades. En Junio se inmunizará a los adultos desde 40 y 49 años, a razón de un millón diario y así sucesivamente hasta que nos toque a todos recibirla.
En este nuevo escenario de la vida pública de México, hasta los expresidentes que destrozaron al país, tienen derecho a recibir la vacuna en forma gratuita, pero haciendo su fila cuando les toque, como sucedió con el expresidente Echeverría la semana pasada. Probablemente tengan que disfrazarse de paisanos como lo hizo él para no recibir “el cariño” de los mexicanos que los lleguen a reconocer.
Como dice el escritor español Salvador Gracián: “Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos”.