Una influencer en el DIF; el marketing político sin escrúpulos

Dra. Úrsula Viridiana Córdova Morales

Me ha costado trabajo iniciar el análisis de lo que pasó con Mariana Rodríguez en su posición en el DIF en Nuevo León como esposa del gobernador Samuel García y el bebé que se llevó a su casa por un fin de semana. Me ha costado reflexionarlo o pensarlo por lo aberrante del caso. Por las emociones que generan los actos que rayan en la crueldad.

Recuerdo haber estado revisando los nuevos hashtags del día, cuando apareció el nombre de Mariana, cosa que no me generó sorpresa, desde la candidatura, había una búsqueda constante del posicionamiento en redes sociales y en el caso de ella necesario para su imagen, siendo una influencer con 2.2 millones de seguidores en su cuenta de Instagram, cifra que no es menor.

En las imágenes que actualiza en la red social se puede observar como mercantiliza la imagen del bebé que “adoptó” por un fin de semana. Llaman la atención dos imágenes en particular, en la primera, se encuentra sentada en un sillón con el menor en su pecho, ambos con los ojos cerrados, ella en aparente armonía con la siesta del infante. Los colores de la imagen suaves, blancos, beiges, ella con un estilo estético diseñado bajo la inspiración de lo clásico, lo considerado en el mundo de la moda como elegante, rostro sin aparente maquillaje, despejado, serena, en “pura paz” como titula la imagen; lo único que importa es la creación de la exaltación inocente de la belleza del sentimiento que su rostro refleja, el amor, la tranquilidad, y mejor aún la bondad que posee por abrazar un bebé que no es suyo. Se busca en estilo emular a la princesa Diana o Jacqueline Kennedy Onassis.

Imágenes así podemos encontrar en el retrato que hace en redes sociales de sus acciones como primera dama, como esposa del gobernador. Los pies del bebe, la mano de él agarrando la suya, imágenes que denotan ternura, amor, apego, maternidad, vinculo, necesidad afectiva.

La influencer y su equipo saben lo que hacen, desde una perspectiva de marketing político neoliberal explotan sin escrúpulos ni moral, sentimientos y emociones que no existen en este mundo para ser viralizadas, monetizadas o en busca del like o el posicionamiento de mercado. La vida, la ilusión, la necesidad de amor, la protección de un bebe que ha caído en las manos de la frivolidad, de la mercantilización política, en las estrategias que duelen, que rompen limites de empatía humana. En opinión de Marcela Rodríguez Oropa en “Samuel y Mariana. La ceguera del privilegio” su condición social de clase los aísla y los encierra en el privilegio, o como expresaba Julio Astillero en su columna de la jornada, en la búsqueda de “promoción personal y conyugal… y los excesos de la propaganda política”. Quizá la razón una combinación de ambas.

Como sociedad, desde nuestra trinchera, hay que seguir combatiendo los discursos y acciones políticas que invaden, que laceran el espíritu humano, hay que seguir contribuyendo con palabras, acciones, en este caso en particular, desde la legislación, desde la justicia. Los limites que los ordenamientos jurídicos protegen, cuidar de la mayoría sí, y cuidar mucho más a los vulnerables, a los olvidados por un sistema que privilegia la ganancia, y la máxima del éxito a toda costa, que pervierte los valores que siempre han enaltecido a la humanidad, el amor, la solidaridad, la verdadera bondad y el respeto. La comunicación política, desde dónde sea generada, ya sea medios tradicionales o contemporáneos, tendría que ser democrática, incluyente, respetuosa, creadora de civilidad y defensora de los derechos humanos y sociales.

Días después Mariana continua en redes haciendo propaganda barata mientras del otro lado, una parte de la humanidad comunica cosas realmente valiosas.

Curriculum Breve de la autora:
Profesora-Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa, campus Mazatlán e integrante del Posgrado de la misma institución. Estudió la licenciatura en Derecho, maestría en historia, doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Sinaloa en posgrados de calidad del Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), candidata Investigadora Nacional del SNI (Sistema Nacional de Investigadores) del Conacyt. Sus lineas de investigación son estudios políticos históricos y contemporáneos, comunicación política en redes sociales, campañas electorales y discurso político.
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