Por: @miguelpompav
La semana pasada, Andrés Manuel López Obrador cumplió nuevamente una de sus promesas que ha realizado durante lo que ha sido su gestión en el Ejecutivo Federal, proponer una iniciativa para intentar reformar el sistema político y electoral del país. Dejando a parte el cambio de nombre al organismo electoral que ha regido durante varias décadas a nuestro país como la autoridad mayor en los procesos electorales, los puntos más relevantes o que han causado mayor indignación a los jerarcas de dicho instituto y a la oposición, son la propuestas de que se reduzcan los consejeros electorales, así como que estos puedan ser elegidos de manera democrática, la eliminación de 200 diputados y 32 senadores (plurinominales), así como la reducción del financiamiento público a los partidos electorales en los periodos ordinarios.
Si bien todos los puntos centrales de la iniciativa fueron atajados por un rotundo NO por parte de la oposición, nuevamente se ha puesto sobre la mesa de manera directa la necesidad de reformar los principios que rigen a nuestro sistema político electoral en el país. En su momento, se repetía hasta el cansancio que el actual sistema electoral había sido creado de manera indirecta por la oposición que tradicionalmente había militado en la izquierda electoral, pequeñas victorias como la conquista de posiciones de representación proporcional, el aumento de financiamiento público a los partidos políticos que no tenían una base electoral y la elección de los consejeros electorales por parte de los diputados federales.
Hoy en día, dichas victorias han trastornado el sentido de su concepción, las posiciones plurinominales han sido utilizadas por los partidos políticos para encumbrar o proteger delincuentes y para asegurar el control de sus institutos políticos, la financiación ha sido utilizada para todo tipo de cosas menos para las que fueron creadas, como la capacitación o formación de sus militantes.
Si bien todo este tipo de propuestas, que pretenden enderezar los caminos del INE pueden ser muy criticadas por el contexto técnico, jurídico y administrativo que pretenden cambiar, la idea central es reformar el sistema político mexicano, plantearnos la necesidad de que sigan existiendo los senadores plurinominales, por ejemplo, que son redundantes dada las condiciones de elección de estos, ilustración de esto es el hecho de que Michoacán ostente al menos a 5 senadores del estado, es decir, no tenemos que constreñirnos exclusivamente en los cambios administrativos de un organismo, si gasta o no mucho dinero, sino que realmente sea un reflejo de las necesidades de nuestro sistema electoral una necesidad de confianza en los procedimientos y actuar del organismo.
En suma, se ha hecho un llamado en concreto a la ciudadanía en general, ahora nuestra obligación es la de cambiar el sistema político electoral de nuestro país, no porque nos disguste lo que digan los consejeros electorales o solamente porque salga carísima la manutención del INE, sino porque la reforma se hace necesaria en contraste con lo que el periodo de transición democrática nos ha dejado, institutos electorales que promueven el fraude electoral, que forman bandos y protagonizan como fieles militantes a la causa del conservadurismo.