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PRIVATIZACIONES del Neoliberalismo, solo Corrupción (1/2)
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PRIVATIZACIONES del Neoliberalismo, solo Corrupción (1/2)

Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8

Si las privatizaciones hubieran dejado algún beneficio al Pueblo de MÉXICO (por mínimo que fuera), poco o nada habría para censurar, pero TODO ESTUVO MAL desde el principio y a medida que avanzaba iba peor.

El iniciador Miguel de la Madrid nunca ofreció públicamente reprivatizar los bancos nacionalizados por su antecesor, pues su oferta de campaña fue una supuesta “renovación moral”, limitada a crear un armatoste burocrático llamado CONTRALORÍA, para sólo perseguir a Jorge Díaz Serrano, el contratista de PEMEX que le reveló a su amigo José López Portillo la enormidad de yacimientos petroleros que se le habían ocultado a Luis Echeverría, los cuales detonaron el auge que hizo del país el consentido del mundo durante varios años.

Nunca se supo con certeza la causa y causantes del ocultamiento a Echeverría. Sólo que Díaz Serrano aprovechó sus contactos gringos, hasta de la CIA, para conocer la cartografía radiológica satelital que mostraba el potencial de los yacimientos mexicanos que le reveló al candidato López Portillo.

Sin embargo, esa ventaja petrolera no se aprovechó por la indolencia burocrática y voracidad privada, que en el libertinaje cambiario drenó hasta el fondo las reservas en dólares del Banco de México, y forzó a López Portillo a decretar de modo torpe y apresurado, la nacionalización de la banca a fin de detener el saqueo que llevaba al país a la ruina.

De la Madrid entregó los bancos a grupos de nuevos financieros, surgidos del auge de las Casas de Bolsa, que proliferaron para competir con la banca nacionalizada, a fin de captar recursos de viudas y pudientes. Por sus buenas relaciones con la emergente tecnocracia neoliberal, los bolsistas obtuvieron ventajas desmedidas para convertirse en banqueros. Para adquirir los bancos que se les ofrecían, usaron como palancas los capitales confiados a sus manejos, pero no compartieron con sus clientes los beneficios de la adquisición de los activos bancarios que les dio el gobierno. Aunque hubo quejas, denuncias y demandas por el abuso de los capitales confiados, NUNCA SE INFORMÓ CUÁNTO SE OBTUVO DE ESA PRIVATIZACIÓN Y EN QUÉ SE USÓ. Desde luego, no fue en México, pues en ese sexenio estuvieron imparables la inflación, el endeudamiento, la desigualdad y la pobreza creciente.

Pero el mayor festín privatizador lo tuvo Carlos Salinas de Gortari al siguiente sexenio. Para lograr la legitimidad que no le dio su elección, no sólo se alió con el narcotráfico (mediante Juan García Ábrego, capo del Cártel del Golfo), sino que armó su propia Iniciativa Privada que llenó de canonjías, lejos de los tradicionales capitostes. Empezó con la privatización de la mayor empresa de servicio público del gobierno, TELÉFONOS DE MÉXICO, para lo cual buscó a la influyente colonia libanesa en México, mediante el propietario de la Casa de Bolsa Inversora Bursátil (Inbursa), Carlos Slim Helú, cuyo primo Alfredo Harp Helú ya había recibido, en sociedad con Roberto Hernández en la Casa de Bolsa Acciones y Valores (Accival), el emblemático Banco Nacional de México, antes propiedad de la tradicional familia Legorreta.

Con una “subasta” en que el mayor desembolso fue el “empareje” con Los Pinos, Slim recibió edificios, terrenos, instalaciones, redes y cableados, equipos funcionando, técnicos y personal capacitados y millones de usuarios cautivos pagando cada mes tarifas crecientes, sin sudar una sola gota. Aunque hoy ya no aparecen referencias históricas en Wikipedia sobre la privatización de Telmex, más que la versión tamizada e idealizada de sus antecedentes, la teórica contraprestación que debió pagar Slim, revelada entonces en la prensa, fue un préstamo sindicado de bancos internacionales coordinados por uno suizo, que pidieron en garantía el Título de Concesión y el gobierno lo otorgó por anticipado. Sin desembolsar más que el “entre” político, Slim adquirió Telmex prácticamente fiado y los mismos clientes pagarían el adeudo contraído con la banca internacional. Sólo bastó el cambio de cuentas y empezaron a fluir las carretadas de dinero al bolsillo de Slim. De inmediato se convirtió en millonario de Forbes. Negocio redondo, de enormes ganancias sin inversión. Todo fue a cargo del Pueblo de México. Y Salinas se vistió de Héroe del Neoliberalismo. Aprovechó también para entregar IMEVISIÓN -nacida de las concesiones quebradas de Pancho Aguirre, dueño de Radio Centro- al socio de su hermano Raúl, Ricardo Salinas Pliego, y de allí surgió TVAzteca.

Los sucesivos desgobiernos, incluida la Docena Trágica del PAN, continuaron con la máxima neoliberal de “Más empresa, menos gobierno”, y la “autorregulación” sujeta a las fuerzas del mercado con la complacencia del gobierno. El pueblo nomás miraba los saqueos, abusos, reparto de bienes nacionales entre cómplices empresariales y partidarios políticos.

Luego de un breve amago de reversión de la política privatizadora, hecho por Luis Donaldo Colosio, Zedillo no sólo volvió a permitir nuevo saqueo a las reservas del Banxico y a la misma Hacienda Pública mediante el Fobaproa, sino que continuó la depredación con el regalo de Ferronales a la Kansas City Southern, para lograr su entrada a un corporativo en Estados Unidos. Zedillo inició la desincorporación de todos los activos de Ferrocarriles Nacionales de México, metiendo sus pasivos en deuda pública, como hizo con las deudas de los bancos. En su momento, Vicente Fox puso a Ferronales “en liquidación” -eterna, pues aún no termina- para seguir nutriendo al Sindicato Ferrocarrilero que sólo tiene de “afiliados” a su nefasto líder Víctor Flores Morales (ex jerarca de la CTM) cobrando millonadas por saquear los fondos de retiro de los jubilados ferrocarrileros, que llevan años peleando la devolución de su dinero, que ya sacó el líder sindical, quien se da vida de jeque árabe.

Fox, torpe e inepto, quiso privatizar 27 ingenios azucareros del país, entre ellos los 9 principales que pertenecían a Enrique Molina Sobrino, yucateco dueño del 30% del mercado mexicano del azúcar y propietario de Gemex, la segunda más grande embotelladora de Pepsi Cola del mundo. Fox sólo alborotó el gallinero para favorecer a su antiguo patrón, Coca Cola, que usaba en su producto jarabe de maíz de alta fructuosa, edulcorante de bajo costo, que hoy va cargando la culpa de tanta diabetes y obesidad en México.

El botudo guanajuatense armó tal lío con sus privatizaciones, que los propietarios de ingenios se ampararon, y para indemnizarlos y rescatar la financiera azucarera, Fox tomó miles de millones de los ahorros para el retiro, según él “ociosos”, a fin de financiar sus torpezas. Intentando acallar las protestas por ese abuso, la Cámara de Diputados aprobó una partida especial para pagar a quien reclamara, sin aclarar quién la manejaría ni el mecanismo para exigir el pago. Sólo anunciaron la autorización. IMSS, Afores, diputados, todos se hicieron uno para encubrir a Fox. Nadie supo dónde terminó ese dinero, sólo se esfumó. Fox se quedó muy campante, sin explicar el destino de tanto dinero que no le pertenecía.

En siguiente entrega, se tratarán los saqueos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

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