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Nos importa un ‘rábano’ lo que diga El Financial Times
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Nos importa un ‘rábano’ lo que diga El Financial Times

Hay dos discursos político-económicos en el país. Uno chiquito, que va de salida y otro más grande, que está definiendo nuestro futuro.
El discurso conservador pone énfasis en las recetas y opiniones llegadas del extranjero. Eso es vital para ellos.

El discurso de la Cuarta Transformación, se enfoca en las necesidades y soluciones viables, que expresa una sociedad cada día más madura.
Los grupos reaccionarios hablan de globalismo y mercado abierto a cada momento, callando el hecho de que ese camino, abre las puertas a la corrupción, al saqueo de los recursos de un país y la creación de pequeños núcleos sociales que tienen todo en abundancia, mientras el grueso de la población vive en condiciones de miseria.

El gobierno del cambio, pone atención particular en los que menos tienen. Cierra paulatinamente la enorme brecha de desigualdad existente entre ricos y pobres. No acepta recetas foráneas y aplica una política orientada al rescate nacional.

Para los grupos conservadores, toda opinión proveniente del exterior es importante y eso lo vemos de continuo.
El día de hoy, una nota del Financial Times, en la que se descalifica al gobierno del presidente López Obrador, a quien se acusa de estar “enamorado de malas ideas” y de padecer “necrofilia ideológica”, da pie a la crítica severa de estos grupos reaccionarios, quienes señalen que, a los ojos del mundo, nuestro país va por el rumbo equivocado.
Malas ideas para ellos, es dejar de importar gasolina de los Estados Unidos y producirla directamente en nuestro país. Mala idea es modificar los contratos leoninos firmados por los anteriores gobiernos neoliberales, para permitir el saqueo impune de nuestros recursos naturales. Mala idea es cuidar que el sector eléctrico esté regulado por el Estado y no por las compañías particulares. Mala idea es no permitir incrementos en los precios de la gasolina, el gas y el servicio eléctrico.

Todo eso daña los intereses globalistas internacionales. Todo eso altera la fluidez del mercado norteamericano, que ahora ya no podrá vendernos el mismo volumen de gasolina. Las compañías extranjeras no tendrán privilegios sobre la Comisión Federal de Electricidad, para subir su energía a la red de distribución, de manera preferente.
Y lo peor de todo es que estas empresas extranjeras, tendrán que pagar los impuestos que antes les eran condonados.

Eso hace del presidente López Obrador un gobernante que padece “necrofilia ideológica”, puesto que son conceptos añejos los que tienen que ver con “soberanía”, “autodeterminación”, “Regulación del Estado”, “defensa de los recursos del país”, “desarrollo del mercado interno”, “pago de impuestos por parte de las grandes corporaciones”, “sectores estratégicos” y otros relacionadas con la seguridad de un país.
Para el neoliberal no hay más reglas que las del mercado predador, que aplasta a todo competidor pequeño y crece aprovechando cualquier oportunidad que se presente. Sea ésta honesta o no. Legal, o alcanzada por medio de la corrupción.

La mentalidad de quien defiende la causa conservadora, es la que más se asemeja a la conducta necrofílica. Piensan en el país, del mismo modo en que lo hacían sus abuelos. Como si se tratara de una colonia bananera, atenta a las necesidades y deseos del imperio norteamericano. Comprarle a los “gringos” todo lo que quieran vendernos. Y vender a precio de remate, todas las materias primas que quieran comprarnos. No importa si México pierde más de lo que gana en este comercio desigual. Siempre habrá un pequeño grupo de políticos y empresarios favorecidos por estos perversos tratos.
Para la gente común y para el gobierno de la Cuarta Transformación, la visión de la realidad es otra.
Nos importa un rábano lo que piense y diga la prensa norteamericana. Tampoco nos interesa tener contento al gobierno del vecino del norte. Queremos una relación de respeto y mutuo entendimiento en todos los temas de la obligada agenda bilateral.

No vamos a comprar gasolina extranjera, si podemos refinar el crudo extraído en instalaciones nacionales. En México, nacionales y extranjeros están obligados a pagar impuestos. Las reglas y regulaciones en el país, las establece el Estado. Se va a potenciar la industria nacional, sin dejar de aceptar inversión extranjera. Pero esta última, no gozará de privilegio alguno.
La prensa norteamericana, española y canadiense, intentan proteger sus negocios en México. Eso es entendible. Pero que los grupos conservadores se pongan de su lado y afirmen que el futuro del país, depende de dar continuidad al saqueo nacional que fomentaron los gobiernos del PRI y del PAN, es un acto de traición a la patria.
El neoliberalismo nos dejó sin hospitales, sin personal médico, sin medicamentos para el grueso de la población, sin refinerías, sin gasolina, sin energía eléctrica propia, sin gas, sin escuelas de calidad, sin paz, sin seguridad, sin democracia, sin futuro.

Y nos piden apoyar para que todo esto regrese “para bien del país”, votando a su favor, en las siguientes elecciones.
¿Quiénes son los “necrófilos ideológicos” entonces?

La Cuarta Transformación es el puente que nos conduce por una vía distinta a la trazada por el neoliberalismo. Ahí existe un futuro que plantea la recuperación de nuestra soberanía, sin dependencia total del exterior. Un futuro construido por los mexicanos, para beneficio de los mexicanos.
Un futuro donde México deja de ser una mercancía que se vende a precio de remate, o al mejor postor.

Los equivocados y atrasados históricamente, son los grupos reaccionarios, nostálgicos de la corrupción.
Ellos vendieron buena parte de nuestro país, a empresas y monopolios extranjeros.
Afortunadamente, están fuera del poder y no dejaremos que regresen en el futuro inmediato.
Si creen que el mercado libre y la globalización es la mejor opción para sus vidas, que vayan a radicar en la nación que adoran y ponen a diario como ejemplo de bienestar y desarrollo.
Aunque dudo mucho que allá los acepten como parte de la clase privilegiada.

Son muy pequeños.
Y bastante antipáticos.

Malthus Gamba

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