No hay PRI que dure cien años
Las cartas sobre la mesa
Por Laura Cevallos @cevalloslaura
Este domingo 4 de junio, en el Estado de México se juega el futuro de más o menos 17 millones de personas, y 12 millones de electores se atreverán a votar en contra de un “proyecto” que promete cambios, pero sin cambiar ni las formas de hacer política, ni a los partidos que los enarbola, desafiando el dicho de que “no hay mal que dure cien años”. En el Edomex, se enquistó parasitariamente el Partido Nacional Revolucionario y luego, el Revolucionario Institucional que, para fines prácticos, es la misma cosa, nomás que con otras siglas.
En el jueguito de la democracia como lo practican los partidos de “la valiente”, los que voten por ella, lo harán impulsados por la violencia, azuzados por la pérdida de beneficios de programas sociales o sus empleos o también invitados con despensas y promesas vacías. Ahí, en la cuna de los delitos electorales, hay que cambiar el resultado y por eso, hay que cambiar el método.
Hace seis años que el pueblo ya había demostrado que la democracia es otra cosa y que la voz de los ciudadanos se deposita en las urnas, pero tanto el Instituto Electoral del Estado de México y el Nacional y el Tribunal y sus Salas, fueron restando votos bien ganados al resultado de la Maestra Delfina, para concederle el triunfo al primo del entonces Presidente Peña, para mal gobernar como lo ha hecho Del Mazo, desde 2017 y a la fecha. Esta vez, el resultado debe ser contundente y muy copioso para que el fraude que se están imaginando, no pueda ser consolidado, tal y como se hizo en la elección federal del 2018, porque ante el tsunami de votantes y de vigilantes del voto, era imposible revertir mágicamente los resultados de los conteos rápidos y los de cada casilla.
En 2018 estábamos entusiasmados pero todavía teníamos todo en contra: presidencia, gobernadores, diputados y senadores; INE, TEPJF, la Corte, los medios… (de los últimos, siguen en eso, pero en fin), y a pesar de todo, pudimos organizarnos en brigadas de observación para que no faltara quien estuviera pendiente del desarrollo de la campaña, de la jornada electoral y de la publicación correcta de los resultados. Durante este sexenio, es indudable que, a través de las redes sociales, hemos ido conectando con la gente para construir una comunidad informada, que tiene la capacidad de discernir y discriminar adecuadamente la información para que no nos agarren en curva, intentando vender rata por liebre y que, a la hora de postularse, un candidato y su partido, no quieran engañar con slogans pegadizos y promesas incumplibles. Ahora, el pueblo tiene al pueblo para bastarse en las urnas y desde luego, se evitará el fraude en las mesas donde se cuenten los votos. Nunca un fraude electoral más.
Desde el inicio de esta campaña en Edomex, se utilizaron las mentiras como base para convencer a la gente de que votar por la candidata de la coalición Vamos por lo que queda del Estado de México, era votar por un cambio. Pero ¿cómo pretenden que la gente sea tan tonta y que crea que tendrán diferentes y mejores resultados, si votan una vez más por la opción que abanderan tres partidos que no solo aparentan ser antagonistas en la arena política, sino que son incompatibles entre sus proyectos de gobierno? Tres podridos no hacen uno bueno, ni siquiera si se ayudan del cuarto abanderante, que no es otro sino Nueva Alianza en el Estado de México, que es el partido patito de la maestra millonaria, o sea, Elba Esther.
La mentira recurrente, o sea, la vieja confiable: lo mejor que se les ocurrió fue sacar del baúl de los recuerdos, la denuncia que se formuló en 2015, es la acusación que se hizo contra la maestra Delfina, cuando fue alcalde de Texcoco, sobre que extorsionaba a los trabajadores para que dieran una parte de su sueldo a favor de morena, y de la que fue exonerada, señalando que, en la campaña, lo único que había sido hecho mal, fue que el partido no presentó unos gastos de campaña, al haberlos enterado a destiempo. Pero nada más. Entonces, la acusación quedó descartada, pero siguió siendo útil como capital de ataque. Lo increíble es que ocho años más tarde, la justicia electoral haya resuelto una acusación tan añeja y lo hagan ver como resultado de un trabajo técnico de calidad.
Sí aplicaron la de Goebbles: una mentira repetida puede parecer verdad. Sí, pero no tomaron en cuenta que, cuando es el mismo mentiroso en que te la cuenta, es natural que empieces a dudar. O sea, ya está muy quemado el PRIANRD como para que vengan a jurar que han cambiado y que esta vez sí será todo diferente. ¿diferente, cómo?
¿diferente como decir que ahora sí, el PRI del presente va a sacar al PRI del pasado, porque vienen en compañía del PRI azul, del PRI amarillo y del PRI de la maestra? ¿O diferente porque intentarán que el Instituto Electoral del Edomex haga desaparecer mágicamente los muchos delitos electorales que han sido denunciados en redes y en las instancias correspondientes, por la propia ciudadanía que no admite un fraude más? ¿o tal vez diferente porque les fue admitido un convenio en el que por una situación completamente irreal -aunque legal, obviamente-, se les permitió que el nombre de su candidata apareciera en cuatro ocasiones y en otras cuatro, su apodo o alias, permitiendo que creciera la confusión sobre la manera en que van a ser contabilizados los votos y dudando si no es que una boleta pueda proveer de dos, tres o hasta cuatro votos para tal candidata?
Hay que recordar que, aunque tenga cuatro taches, cada boleta vale un voto.
Es evidente que, es cada vez menos probable que la ciudadanía se someta voluntariamente al engaño vil, porque los resultados de sexenios desperdiciados, es nefasto.
Al ciudadano de tiempo completo ya no le cabe la menor duda del poder de cada voto que deposita en una urna, y que ello es el motor del cambio en esta revolución de las conciencias que hoy protagonizamos. El abstencionismo, como ese espíritu negativo que invadía el ánimo de cada proceso electoral, ha ido disipándose cada vez más. Ya no le dejamos ni a la suerte ni a la decisión de un puñado de “selectos políticos”, la oportunidad de imponer a un títere o a un verdugo, según sus necesidades y hoy, más que nunca, se exige la participación activa y entusiasta de la ciudadanía.
No creo, ni por un momento, que vivamos en una utopía donde todo ya es perfecto y no hay que autocriticar lo que estamos haciendo, si es que se busca crecer y mejorar, pero definitivamente, vamos en el camino del cambio, que debe ser lo único permanente.
El lunes de la semana que entra, estaremos dando cuenta del triunfo de la ciudadanía al hacer el recuento total de personas que salieron a votar, que resistieron el embate de quienes los invitaron a delinquir recibiendo despensas o promesas de campaña, pero sobre todo, del fortalecimiento de los derechos político-electorales de miles de mexicanos que emitirán su voto desde el exterior, en los módulos en consulados; los muchos mexiquenses que habrán votado en los centros de reclusión, a la espera de su procesamiento y sentencia; de las miles de boletas que llegaron vía correo certificado y los miles de votos electrónicos que se emitieron para estos comicios. Ese es un capítulo que se sumará a la victoria de quien resultará gobernadora, porque finalmente, dejará de estar en papel el derecho irrestricto de los mexicanos para votar, sin que importe la geografía desde donde lo hace, sino que se recibirá su participación con el mismo entusiasmo con que se reciben sus remesas y se evitará imponer sanciones previas a quienes se encuentran en prisión preventiva.
Siempre soy del equipo de los entusiastas que ven el vaso medio lleno. Sé que toda esa numeralia se transforma en hechos y datos que modificará, en definitiva, la forma en que hemos venido construyendo la democracia en nuestro país.
2024 empieza el lunes 5 de junio y no sólo se trata de la nominación de un candidato a reemplazar al Presidente López Obrador, sino la demostración de que estamos alcanzando una madurez en el plano electoral, de legalidad y crecimiento político. Que estamos entendiendo que la trascendencia personal y el “quítate tú, que yo merezco estar donde hay”, no nos llevará al futuro que colectivamente estamos preparando para nuestra Patria, así que, la carrera es en contra del protagonismo innecesario.
Ya entendimos que la soberanía reside esencial y originariamente en el pueblo; que el poder dimana del pueblo y se instituye para su beneficio y que al pueblo pertenece el derecho inalienable de alterar y modificar la forma de su gobierno, y al pueblo le corresponde el derecho de votar y ser votado con todas las garantías de equidad en la contienda, transparencia, independencia, legalidad, imparcialidad, certeza y objetividad sin restricciones.
Está cambiando la institución que garantiza estos derechos. Confiemos que los resultados ya conocidos de fraude y decepción hayan sido desterrados para siempre.
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