Nacidos para perder
Desde julio de 2018 se ha vuelto una constante que la oposición pierda casi en todos los escenarios donde decide competir o enfrentar a la 4ª transformación. Lo vimos primero en las elecciones presidenciales de ese año, en sus arengas esquizofrénicas durante la toma de posesión del presidente López Obrador, a lo largo de todo el primer año de gobierno en el que nos prometieron que todo saldría fatal mientras al contrario, todo marchaba bien.
Diariamente sus medios de propaganda nos presentaron escenarios dantescos, igual que en las publicaciones de sus opinadores, con un enorme coro de insultos de sus troles. En la pandemia se dieron vuelo mientras el gobierno resolvía el problema, en un escenario que podría haberse tornado desastroso gracias a las condiciones en la que todos estos parásitos habían dejado el sistema de salud, pero a pesar de ello el presidente y su equipo lo hicieron con gran eficiencia y precisión. Entonces desataron embates rabiosos en contra del Dr. López Gatell a quien muchos de ellos le deben la vida.
Lo vimos también en la lluvia de 113 amparos que presentaron contra la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, que fueron cayendo uno a uno hasta que se inauguró la obra de vanguardia que permite a México reconfigurar el espacio aéreo, que era otro de los temas dejados por el cochinero del neoliberalismo, que colocó a nuestra aviación en un lugar de segunda del que todavía no salimos.
En 2021 casi se les va todo, después de aventar su resto a la mesa de juego para ganar el congreso en las elecciones; de 15 gubernaturas perdieron 11 y no lograron arrebatarle las legislaturas necesarias a Morena como para quedarse con el manejo del presupuesto, como lo exigía su líder moral Claudio X González.
Este año perdieron 4 de las 6 gubernaturas en juego, una de las cuales gobernaban desde hacía más de 90 años y la otra secuestrada en manos del crimen organizado por Cabeza de Vaca, que ni con todo el poder del PAN y de la delincuencia lograron robarse, aunque suene redundante. También perdieron todos los amparos que presentaron contra el Tren Maya, cuyo supuesto ecocidio dejó de ser importante en cuanto los jueces fallaron en su contra.
Una vez que se olvidaron del asunto ecológico, su siguiente tema de moda fue detener la supuesta militarización del país, oponiéndose a las reformas legales que consolidan a la Guardia Nacional y facultan al ejército para coordinarla. Pero en cuanto perdieron la votación en el congreso y el primer amparo que habían presentado, también dejó de ser importante y pasó al basurero de los temas olvidados.
Llegó así el siguiente asunto importante, defender al instituto electoral al grito de “el INE no se toca”, en una defensa imaginaria de esa democracia que siempre han despreciado, pero que les servía para armar otra embestida mediática contra todo lo que hace el gobierno. En cuanto se aprobó la reforma legal de la ley electoral, el asunto se diluyó.
En resumen, no han ganado ni una y ahora de nuevo se concentran en imputar al presidente un atentado de dudosa procedencia, contra uno de los miembros de la oligarquía infodémica a la que pertenecen todos los actorcillos de quinta que trabajan en contra de una transformación que no pueden derrotar, porque no entienden que no está conformada por un hombre o un gobierno, sino por un pueblo que se hartó de vivir a su servicio, explotado y engañado, escuchando tanta basura. Los seguiremos viendo gritarle al dictador inexistente que los deje de matar, mientras le mientan la madre todos los días.
Como dijo John Nash, premio nobel y premio Abel de economía: “La pesadilla de la esquizofrenia, es no saber lo que es verdad”.